Cuando era matutero

Siendo Arica una ciudad fronteriza, tenemos la cultura del contrabando bien establecida. De hecho el primer año que estuve en esta ciudad, en 1969, una de mis sobrinas nació en Tacna, donde había mejores médicos y la trajeron de contrabando para Arica. Recuerdo también que hace años asesinaron a un famoso narcotraficante ariqueño en Perú y un amigo mío lo trajo en su auto, sentado, haciéndolo pasar como que venía durmiendo. En esos tiempos la frontera era mucho más relajada y todas esas cosas eran posibles.

Todo ariqueño ha pasado alguna clase de matute en su vida, desde drogas o frutas hasta cosas mucho más inocentes como CD pirateados, ropa o repuestos de autos. Yo he sido prolífico contrabandista y recién salido de la universidad, me dediqué en serio al asunto llevando instrumentos musicales y trayendo Betamax, que tenían un alta sobretasa en Chile por esos años. En esa época los puestos fronterizos estaban mucho más separados que hoy y existían unos 10 kilómetros de tierra de nadie, alrededor de la frontera, en la Línea de la Concordia, lo que facilitaba mucho las cosas. Pasé varias noches haciendo transbordo para luego negociar con los aduaneros.

Estuve como un año en eso, durante los ochentas hasta que me empecé a asustar por la clase de amigos que estaba haciendo, de seguir en ese negocio -que para mí era una aventura bien divertida- probablemente iba a terminar en la jaula, así es que me vino un ataque de moralidad y me busqué una forma legal de ganarme el caviar de cada día. En esos años el gran negocio era llevar de contrabando mariscos (conchalepas) y traer droga, muchos dueños de taxis colectivos hicieron una fortuna con eso antes que aparecieran los perros con su nariz biónica. Creo que todavía se hace pero por otros medios.

Aunque retorné por el camino virtuoso y nunca más hice negocio con el matuteo, después traje algunas  cosas para mi uso personal. En el primer gobierno de Alan García pasaba cinco o seis veces al día a Tacna a llenar el estanque porque la gasolina era fuertemente subsidiada, junté más de 300 litros que me permitieron darme unas estupendas vacaciones en auto con la Pilar, llegamos hasta Chiloé y nos volvimos por Argentina. También cambié allá el parabrisas del Honda y de la camioneta, como lo traía puesto nadie se daba cuenta y allí se terminó mi historia matutera, ahora siempre que paso algo lo declaro.

Pasar contrabando equivale a no pagar impuestos o sea se aplica el dicho el que le roba a un ladrón tiene cien años de perdón, por eso para muchos ariqueños más que un delito nos parece una travesura, probablemente de allí viene esa actitud ariqueña no muy escrupulosa respecto a las leyes y esa aficción a la informalidad que es tan extendida en el Perú.

En los seis meses que he pasado día por medio a Tacna me volví a encontrar con las contrabandistas hormiga, casi todas mujeres que trabajan durante toda su vida pasando mercadería en pequeñas cantidades, creo que alguna vez comenté que hay una que lleva unos pocos kilos de pan para venderlos allá todos los días. Después de un tiempo uno llega a conocerlas porque tienen sus rutinas y casi siempre coincidimos en los viajes, somos una especie de club de viajeros frecuentes de la frontera, nos saludan los guardias y a veces la gente de aduanas y migraciones, somos de la casa.

Me gusta la aventura, lo que es incierto y la esperanza del premio gordo, aunque -hasta donde yo recuerdo- muy pocas veces he ganado algo que valga la pena. En los detalles soy bien cobarde pero en las decisiones importantes me gusta arriesgar, el aburrimiento me asusta más que el diablo y por eso hace un tiempo, mientras viajaba a Tacna empecé a pensar lo peligroso que sería si me acostumbro a trabajar por un sueldo, conclusión: hablé con mi amigo Fernando avisando que trabajo hasta fin de mes.

Me conversaba mi amigo Febres de Tacna, que estuvo trabajando el oro en la región de Madre de Dios, que hay un lugar cerca del nacimiento del río San Gabán llamado Sandia, en la ceja de selva alta del Cusco, donde todavía no entran máquinas y se puede lavar y comprar oro sacado con método artesanal. No voy a negar que me picó la curiosidad y me dieron ganas de ir al repechaje de mi aventura en la selva, bah, no creo que me atreva pero en una de esas, quien sabe. Estuve leyendo algo sobre Sandia y encontré una curiosidad: es la única parte de América del Sur donde se encuentran serpientes de cascabel, está lleno ¿se imaginan que le sacara una foto a una cascabel?, en fin, soñar no cuesta nada.

Bah, volvamos a la realidad, lo más seguro es que estaré todo el verano sin hacer nada o buscando para que me den algunas horas de clase o cualquier trabajo miserable por el estilo. Si tengo suerte ganaré algún proyecto en Chile o Perú y empezaré una nueva aventura más rentable, quien sabe, todo puede suceder en la dimensión desconocida. Tal vez me atropelle un auto o me diagnostiquen una enfermedad incurable, o tal vez caiga un meteorito y hasta ahí nomás llegamos: pobres y ricos, todos estiramos la pata, quien lo sabe. ¿Para que preocuparse del futuro? es lo más inútil que hay.