Sin embargo de los dientes para afuera todos dicen admirar la lealtad y la consideran como una gran virtud, especialmente cuando se trata de lealtad de los demás hacia uno. La gente -y en especial las mujeres o afeminados- suelen reclamar una lealtad absoluta de los demás y decir cosas como "yo tengo pocos amigos pero buenos, yo soy de esas personas que si me fallan una vez se cocinaron conmigo, nunca más".
Esas personas que exigen lealtad absoluta suelen ser muy desleales ellos mismos, o por lo menos leales mientras la relación les conviene. Por el mecanismo psicológico de la proyección exigen a los demás lo que ellos no están dispuestos a dar, a pesar que en la imagen de si mismos se ven como personas extraordinariamente leales. de allí ese dicho "si una mujer es celosa seguro que es o será infiel".
Por eso queremos tanto a los perros, los perros definen su lealtad basados en el olfato y una vez que se acostumbran a un olor se convierten en servidores incondicionales de su amo, no importa lo bien o mal que este se comporte. En ese sentido el perro sería el amigo, pareja o el hijo ideal en términos de comodidad, una vez que se acostumbra a nuestro olor nos sigue y obedece sin cuestionar ni rebelarse nunca.
Para mi esa clase de lealtad no vale nada, ni en las personas ni en los perros, lo que no quiere decir que no pueda encariñarme con un perro, pero nunca caeré en esa ilusión tan común de creer que el perro -o la persona llegado el caso- nos quiere incondicionalmente. Los perros obviamente no tienen sentimientos y los sentimientos de los que se comportan como perros no valen mucho.
Yo jamás he esperado lealtad de nadie y no me extrañaría que algún amigo me estafe o me haga cualquier jugarreta llegada la ocasión, de hecho más de una vez me ha pasado. La amistad no es un negocio y si uno espera tener puros amigos fieles tiene dos alternativas: engañarse a si mismo o morirse solo.
Porque la verdadera lealtad es siempre un regalo, siempre es provisional y nunca sin condiciones. Uno es leal con alguien porque le cae bien y mientras le cae bien, cosa que puede cambiar en cualquier momento. Si uno tiene eso bien claro se evitará un montón de desilusiones, engaños y malos ratos.
De la fidelidad en las relaciones de pareja mejor ni hablar, es un subconjunto de la lealtad y no solo es insana sino que además antinatural. A pesar de eso alguien puede ser fiel por muchas razones, yo por ejemplo porque soy muy flojo y tacaño, ah, también porque soy un tipo serio, pero eso no es ninguna virtud, es solo una circunstancia, un accidente que ni vale la pena mencionar.
La única lealtad y fidelidad que valen la pena es la lealtad con uno mismo y con sus propias ideas. Y hasta por ahí nomás porque también es bueno cuestionarselas de tiempo en tiempo. Y con eso mis amigos, acabamos de despachar la segunda falsa virtud: al diablo con la lealtad y la fidelidad. Hasta mañana.
Vaya jarro de agua fria!!! creo que nunca ha tenidola suerte de tener amigos de verdad caninos o no, lo siento. Yo si, y creo en ella, soy desleal? no se supongo que Freud diria algo, pero racionalizar los sentimientos, no creo que de eso salga algo bueno, ser leal y honesto con las ideas genial, pero ponerla por encima de los demas, eso en mi pueblo se llama egoismo... suerte
ResponderBorrarAh pero yo no digo que la lealtad no exista! Por supuesto que existe, lo que digo es que es una falsa virtud, la virtud de los perros que se alinean de manera incondicional con otro por una especie de raro sentido del deber.
ResponderBorrarLa única lealtad que podría ser virtuosa es con uno mismo, también se llama consecuencia, aunque ni de eso estoy muy convencido. Los tipos en extremos consecuentes suelen ser los peores fanáticos.