Algo ha pasado con la isla de Chiloé en estos días. Primero me encontré con un mensaje de Facebook de Betzabe Norambuena recordando a don Julio su papá, que mandaba poemas en las cartas al Director del diario "La Estrella del Sur". Yo viví en su casa durante los años de enseñanza media y fueron mi familia todo ese tiempo. Don Julio Norambuena Vera era director de la escuela de Chacao y dirigente del partido radical, su señora doña Adelaida también era maestra normalista, que gran familia.
El hijo mayor Julio me llevaba por un año, luego venía Danitza que tenía mi edad, iba en mi mismo curso y me gustaba en secreto, bueno, en realidad todas mis compañeras me gustaban en secreto pero que diablos. En los cuatro años que viví en su casa creo que no hablamos más de dos o tres veces porque yo era super tímido y le tenía terror a las mujeres. Hasta ahora a decir verdad. Luego venían los niños, Jorge, Betzabe y Lizba que tenían mucha menos edad que yo.
La casa era grande y habíamos cuatro pensionistas hombres que dormíamos en una pieza con dos camarotes: Juan Aguilar (Mechuque); Ventura Falbaum; Jorge Oyarzo y yo. Como era el único que no sabía pelear y ese era el deporte nacional allá a veces me tiraban de anzuelo para provocar peleas, recibía la primera y después salían los otros tres a "defenderme" solo por el gusto de agarrarse a trompadas borrachos.
En la pieza del frente habían cuatro hermanas descendientes de alemanes, lindísimas, deben haber sido de las más lindas del pueblo en esa época y en la noche, cuando se apagaban las luces cantaban "vengan cobardes, chiguay chiguay, no se la pueden, chiguay chiguay" mientras nosotros nos mordíamos la humillación. Don Julio nos decía que si las violábamos en atestiguaba a favor nuestro, pero todos sufríamos de las más extrema timidez, una sola vez en los cuatro años salimos con unas niñas y yo -que era el más tímido- fui el único que atiné con un par de besos. Solo para mostrarles que podía, claro que me demoré como 15 años en repetir la gracia.
Al lado nuestro dormía la empleada y cocinera con su nieta, una mujer viejísima que se me olvidó su nombre a la que queríamos mucho, la nieta era extremadamente introvertida, creo que en los cuatro años no la escuché cruzar palabra con nadie. Ea casa era como un pequeño mundo, donde todos vivíamos alrededor de a cocina a leña, esa pieza era el centro de la casa donde pasábamos casi todo el día mirando como llovía, escuchando radio y hablando tonteras.
También había televisión y no nos perdíamos Música Libre, todos los días mirábamos a la pequeña langosta como babosos y las niñas imitaban la coreografía. En el living además de la tele había un pianito de juguete con siete teclas y yo me pasaba horas tratando de que sonara algo entretenido. Don Julio también tenía una biblioteca, chica pero estupenda, deben haber sido unos cien libros catalogados con un sistema de kardex. Doña Adelaida era como mi segunda mamá, igualito, se parecían mucho en carácter.
Pero no solo me llegó el recuerdo de la familia Norambuena sino que también me ubicó por Facebook mi compañero de esos años el Mito, Juan Guillermo Pérez Silva y se acordaba perfectamente de mi y que me lo pasaba leyendo. Decía el Guillermo que por alguna parte tenía una foto del último paseo de curso que hicimos a Quemchi, al campo de nuestro compañero Caupolican Ordoñez, esa fue la única vez que comí un curanto en Chiloé y recuerdo muy poco porque al poquito rato de llegar ya estaba medio borracho.
Me contaba que casi todos los compañeros de entonces son profesores y ya están próximos a jubilar: Sergio Yañez, Jorge Roth, Silvana Perán, Olivia Santana, Jimena Vito, Rosa Villarroel, Norma Maldonado, Magdalena Arismendi, Mirta Segovia, Wilda González, Margarita Martínez, Gladys Mora. De a poco aparecen en la niebla de la memoria. A Jorge Roth lo recuerdo bien porque vivía en mi misma calle.
"Muchas veces nos encontrábamos en las fiestas en la Bomba , mas bebiendo, conversando que bailando..." claro, si yo habré bailado un par de veces en mi vida y en esos años ni siquiera borracho bailaba. Mirando las fotos de su Facebook encontré que toca en el orfeón de la ciudad y otro de los músicos es Bruno Shulbach ¿será el mismo que en nuestros años era locutor de la radio Estrella del Sur? recuerdo que tenían el conjunto que tocaba en los bailes de la bomba "los Shulbach" y una vez que estaba más que a medio filo me dejaron tocar la batería.
Ancud, ciudad maravillosa, "Altiva, Fuerte y Leal", me fui hace cuarenta años pero todavía la llevo dentro del corazón. Si escarban un poco las capas más superficiales de mi persona encontrarán un verdadero chilote, comedor de navajuelas y café de calcetín, asiduo de "La Golosina" y que conoció el "Oasis" a los tiernos 17 añitos. Se agolparon miles de recuerdos en mi cabeza y tendría para darles la lata toda la noche. A propósito como saben yo no soy nada sentimental y buena parte de mi emotividad tal vez se deba a los vasitos de coñac tres palos que me tomé mientras escribía esto, pero la verdad es que adoro esa maldita isla, donde duelen los ojos con el color del cielo cuando para de llover.
En fin, mejor me retiro a mi cubil, mañana será otro día, tal vez estemos más viejos, gordos y pelados, pero somos exactamente os mismos de entonces, yo al menos no he cambiado ni una molécula, como puse en alguna parte, soy un caso típico de infantilismo cerebral. Hasta tuve la suerte de encontrar una foto del viejo liceo, me parece ver a don Narciso cuidando la puerta.
Que lindo es Chiloé. Siempre me gusta ir por esos lados, pero mejor es es invierno cuando no habemos muchos santiaguinos y hay pocos turistas. Si recibí un comentario negativo de unos amigos europeos que desembarcaron ya oscuro en Quellón. Lo que vieron, puros curados como zombies por las calles, los asustó bastante y esa misma noche trataron de volver a Puerto Montt.
ResponderBorrarjaja, claro! Quell]on es curadolandia! nosotros viviamos alla, curados y mocheros. Guardo grandes recuerdos especialmente de la gente, es como otro planeta.
ResponderBorrarjaja, claro! Quell]on es curadolandia! nosotros viviamos alla, curados y mocheros. Guardo grandes recuerdos especialmente de la gente, es como otro planeta.
ResponderBorrarAsí parece que es siempre. En otra oportunidad traté de ir a ver las ballenas. Con los 2 o 3 capitanes que hablé me pareció que corría riesgo de no volver. Me quedé con las ganas de ir a avistar ballenas. Ya encontraré un capitán no tan evidentemente caído al litro para poder ir.
ResponderBorrarY mira otra imagen de Juan Valdivia. http://www.fotonaturaleza.cl/details.php?image_id=43871&mode=search
Hola Tomás, yo como buen chilote, a pesar de que ya no vivo más allá, siempre TENGO que regresar, aunque sea por unos días. Tengo recuerdos de allá desde los años 80s, así que he sido testigo de cuanto ha cambiado, algunas cosas para bien, otras para mal.
ResponderBorrarSaludos
Ah coterraneo! yo soñaba con volver, convertido en ingeniero elctrónico y hacerme socio del club aéreo para juntarme a chupar con los snob locales, ese era mi sueño. Pero el destino dijo otra cosa.
ResponderBorrarClaro, muchas cosas deben haber cambiado, no quiero ni pensar en eso, tengo el Chiloé de los 70s en los recuerdos. Que diablos.
No hay que volver a ciertos lugares! uno puede descubrir que nunca fueron como los recordaba...
ResponderBorrarEste género literario - como se llame - es quizás el que mejor le sale a Ud. Una suerte de crónica de recuerdos más que de viajes - aunque también, para el que lo lee, es un viaje.
Muy bello relato Don Tomás.
ResponderBorrarMientras leia ya me sentía transportado a tiempos pasados en la isla de Chiloe...
Anonimo2.
Ulschmidt yo soy pésimo inventando historias, pero estos recuerdos los tengo claritos, no tengo que inventar nada solo coloco lo que me acuerdo, bueno, tal vez con el tiempo alguna cosa debe estar medio distorsionada pero al menos así es como me acuerdo yo.
ResponderBorrarAnonimo2, así me siento yo cuando hago memoria de esos tiempos, los gloriosos setentas!