13 mayo 2018

Inteigencia y riesgos

La experiencia de la revisión técnica de mi auto, que conté en detalle en dos o tres entradas hace un par de días me ha quedado dando vueltas en la cabeza. Como buen ocioso y aficionado a la introspección, me preguntaba si podría sacar laguna moraleja de lo que me pasó que, dicho en pocas palabras, fue más o menos esto:

Mi auto salió rechazado en la revisión técnica por la alta emisión de gases contaminantes, específicamente de hidrocarburos y entonces me vi enfrentado a tomar una serie de decisiones, que me llevaron a gastar prácticamente todos mis ahorros: cada decisión que tomé resultó equivocada, excepto la ultima de todas -cambiar una manguera- que era lo más barato. Mirado en retrospectiva, gasté como 300 dólares en algo cuya solución costaba medio dólar.

Ese fue el asunto específico, pero lo que me quedó dando vueltas es que muchas veces he estado en situaciones parecidas, no solo arreglando un auto sino tomando muchas otras decisiones con información incompleta, en un ambiente de incertidumbre, lo que me preguntaba en realidad es si existirá alguna manera de cometer menos equivocaciones.

Estaba leyendo el libro Risk Intelligence: Learning to Manage What We Don't Know, escrito por David Apgar, que se refiere a muchas de las dudas que yo siempre he tenido acerca de como decidir mejor en condiciones de incertidumbre. El libro parte con una divertida historia del matrimonio de Wilmer McLean y la rica viuda Howe Masson, que se establecieron en un pueblito de Alexandria, Virginia a vivir tranquilos de su plata. Y así pasaron siete años de vida muy plácida, hasta que la Guerra Civil Americana estalló prácticamente en su patio trasero y las tropas confederadas ocuparon su granja.

Se creó una gran oportunidad de negocios para McLean como proveedor de azúcar a las tropas, pero seguramente pensó que su pellejo y el de su familia valdrían más que multiplicar su fortuna y se fueron a otro remoto pueblo de Virginia, alejado de los combates, donde vivieron otros plácidos tres años.  Pero ocurrió lo improbable, la guerra parecía perseguirlo y su nueva casa volvió a estar ocupada por las tropas. De hecho, el general Robert E. Lee, firmó la rendición de los confedrados frente a Ulises Grant en su propia casa. Cuando McLean pensaba que sus problemas se habían terminado, los soldadosse dieron cuenta que todo lo que había en la casa donde se firmó la rendición sería souvenir de gran valor, así es que la destrozaron completamente: se llevaron todo.

Leyendo esa historia me acordé de tantas veces que me han pasado a mo cosas parecidas, como me pasó en mi nefasta aventura con La Pulga Maldita y tantas otras veces en que he tenido una seguidilla de mala suerte increíble, que prefiero no acordarme, una tras otra todas las decisiones me han salido mal. Me preguntaba si no sería posible encontrar alguna receta para equivocarse menos y tomar mejores decisiones.

En la universidad nos enseñan que hay decisiones correctas y otras equivocadas, pero la experiencia me ha enseñado que eso casi siempre se conoce a posteriori, es imposible saber antes, cuando estamos en estado de ignorancia, en el momento que hay que decidir saber que es lo correcto. Además todos son generales después de la guerra y es muy fácil decir cual fue la "equivocación" después que pasan las cosas.

Vivimos en un mundo incierto, donde en todo lo que es importante andamos más o menos a ciegas. Además tenemos una disposición psicológica muy rara: nos acordamos con mayor viveza y por más tiempo de nuestros errores que de nuestros aciertos, yo me acuerdo a cada rato de mis errores pero rara vez de las veces que he tenido una corazonada que me ha cambiado la vida, y he tenido varias, en promedio más que errores supongo. Igual, las decisiones que han salido mal son las que más duelen y de las que uno nunca se olvida.

Es imposible no cometer errores. Una forma de cometer pocos es siendo extremadamente cautelosos. Todos tenemos un amigo que no le gustan los riesgos y que trata de ir siempre a la segura, el problema es que el que no se arriesga no cruza el río y vivir buscando la seguridad es garantía de una vida aburrida y mediocre. En el otro extremo están los locos, adictos al riesgo, que muchas veces tienen grandes éxitos, pero igual que esos jugadores de ruleta que no saben retirarse, siguen abusando de su buena suerte hasta que se les termina.

Estaba pensando en eso y creo que hay riesgos en los que estamos completamente a ciegas y solo podemos confiar en el olfato, o en nuestras preferencias más profundas,esos son riesgos químicamente puros donde la incertidumbre es total, por ejemplo la mayoría de las enfermedades pertenecen a esa categoría, también muchas cosas relacionadas con la plata y los bienes materiales.

Hay otros riesgos en cambio, donde podemos manejarnos un poco porque la incertidumbre no es completa. Para eso nos sirve la experiencia y el aprendizaje. Por ejemplo para las revisiones técnicas que vengan, si me rechazan de nuevo por emisiones contaminantes ya tendré mucha más experiencia que antes y sabré por donde tengo que empezar a descartar. Así, para tomar muchas decisiones nos ayuda la experiencia, sea porque hemos aprendido dela manera difícil o porque hemosdesarrollado cierto olfato.

Es increíble como se parece todo esto al juego de la ruleta: podemos tomar mucho riesgo con mucha ganancia (o pérdida), o tomar poco riesgo para ganar casi nada, igual que en la ruleta. Yo me muev entre los dos extremos, creo que para decidir lo más importante es saber si vale o no la pena correr un riesgo. Los grandes riesgos que he tomado en mi perra vida -como entrar a la universidad sin un peso por ejemplo- han sido siempre a cambio de grandes premios, cuando el premio es malo no vale la pena. Eso es arriesgarse solo por la adrenalina, igual que los jugadores compulsivos, que apuestan cada vez más y no paran hasta que pierden el último peso.

Nadie puede saber ex-ante si sus decisiones serán buenas o malas, las estupideces más grandes si salen bien son genialidades y las decisiones más meditadas e "inteligentes" pueden salir muy mal. No hay recetas, al contrario delo que nos enseñan desde chicos.

8 comentarios:

  1. Tomaste el camino sistematico, basado en la estadísticas de falla. Pudiste elegir otra criterio, como dices, partir por lo más barato, pero ahí acertar que era la manguera (contra las probabilidades) hubiera sido espectacular.

    En los decisiones de troubleshooting vas buscando para atrás, en las decisiones de negocio generalmente miras hacia adelante.
    ivanr

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  2. CLaro, todas las decisiones tienen una estrategia subyacente, por ejemplo mi estrategía era minimizar el costo así es que partí por lo más barato: cambio de bujías, ese fue mi primer error porque antes de comprar bujías nuevas debi haber sacado y mirado las viejas que estaban buenas. Luego seguí con scanner, medición de gases y limpieza del cuerpo de aceleración, también innecesario, como los gases no bajaban seguí con lo más caro: el catalizador.

    Mis malas decisiones esta vez fueron por ignorancia, no tenía idea que una manguera de vacío pudiese tener un efecto tan importante sobre las emisiones. Ahora ya se, después de haberme quedado pato.

    Las decisiones de negocio son las que más dependen de una decisión estratégica anterior: cuanto "riesgo bueno" vamos a correr. El riesgo bueno son las decisiones más improbables, que casi siempre llevan al fracaso, pero que tienen grandes premios.

    Un negocio que empieza debe correr mucho más riesgo y tomar las decisiones más locas porque tiene muy poco que perder y necesita capitalizarse rápido. Cuando el negocio ya está funcionando tiene que minimnizar los riesgos, ganar poquito pero seguro y arriesgarse muy medido, solo parte de lo que se tiene, porque una quiebra perjudica a muchos.

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  3. Lo dramático es cuando le aplican el mismo sistema a un ser humano por cuestiones médicas. El año pasado tuve a mi madre en perspectiva de ser operada, a una avanzada edad en que cualquier cirugía es cosa de cuidado. El médico iba muy lento, descartando opciones, y a veces nos impacientó. Al final, por el simple sistema de eliminar opciones, le ordenó dejar un medicamento que otro especialista había recetado, por otro problema.
    Fue santo remedio. Era eso. Le cambiaron la manguera a tiempo, digamos.

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  4. Lo dramático es cuando le aplican el mismo sistema a un ser humano por cuestiones médicas. El año pasado tuve a mi madre en perspectiva de ser operada, a una avanzada edad en que cualquier cirugía es cosa de cuidado. El médico iba muy lento, descartando opciones, y a veces nos impacientó. Al final, por el simple sistema de eliminar opciones, le ordenó dejar un medicamento que otro especialista había recetado, por otro problema.
    Fue santo remedio. Era eso. Le cambiaron la manguera a tiempo, digamos.

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  5. Esa si que es suerte Ulschmidt.

    En lo esencial el trabajo del médico es el mismo que el del mecánico y de similar manera tienen que trabajar en base a inspecciones y descarte, la diferencia es que el cuerpo humano es infinítamente más complicado e impredecible que un auto. No se trata solo de piezas móviles sino de millones de organismos vivos con sus propios impulsos de los que conocemos poco y nada. Las enfermedades simples como traumatismos, quebraduras, amputaciones, etc. pueden requerir destreza pero tienen menos incertidumbre, pero la mayoría de ls demás enfermedades son otra cosa. Por eso yo creo que hay que evitar ir al médico hasta el último momento, si el cuerpo no pudo defederse solo es probable que muchas veces un tratamiento tampoco lo haga.

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  6. En incertidumbre hay que apostar lo que se esta dispuesto a perder.
    No se puede prever la incertidumbre, siguiendo a Woody Allen ( probablemente del yidish) Si quieres hacer reir a Dios, cuentale tus planes.

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  7. Buenos principios, la incertidumbre no se puede prever, claro, tal vez lo único que se puede hacer es tener una estrategia, algo tipo "enfrentado a la situación x lo siempre escojo y", para no ir serpenteando. Igual eso no garantiza nada, pero nos deja más tranquilos supondo

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  8. "Con los medicos y los mecánicos siempre hay que tener mas de una opinion".

    Es la frase que aprendí a raiz de la ultima reparacion a mi troncomovil y un par de visitas al doc.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"