Más sobre humor y política

El sábado me fui a almorzar donde Tom McDonnell, que preparó su famoso Irish bacon, su plato de combate. Se demora 4 días en curar la carne (costilla de chancho) con azucar blanca, azucar morena, sal y hasta una pizca de salitre, con eso deja la carne curando por 4 días, después la hierve y la sirve con puré de papas, de camote, repollo y coliflor cocidos  y verduras saltadas en mantequilla. Un manjar.

Obviamente lo acompañé con muchas cervezas, porque si algo nunca falta donde Tom es el trago. La cosa es que llegué a la casa cufifo, me puse a dormir y desperté bien tarde, sin sueño. Ahora que son las 1:58 AM, con los ojos abiertos como platos, me pongo a escribir mi tontera diaria "Nulla dies sine linea".

Como se me pasó el efecto de las cervezas, ya no ando ocurrente pero que diablos, tengo que cumplir con escribir mi tontera diaria así es que no se enojen si sale más aburrida e insustancial que de costumbre, es lo que hay nomas.

A propósito de mi entrada sobre el humor y la política me quedé pensando que, poco a poco, los chilenos nos hemos ido poniendo cada día menos exigentes. Mi suposición era que la gente que ve el festival de Viña y la Teleton son, en buena medida, representativos de las personas que votan, esa sería la rlación que yo veo entre los humoristas y la política. No tengo otro argumento para esa idea que mi intuición y tufómetro, puede que esté equivocado pero a mi modo de ver, no hay nada más típico de chileno normal que seguir el Festival o la Teletón.

Al público del Festival años atrás le pusieron "el monstruo" porque aplastaba a pifias a los humoristas o cantantes que no estaban a la altura de lo que se esperaba de ellos. Con los años esto ha ido cambiando y el público se contenta cada vez con menos, cuando la vara estaba más alta en el humor y en la música, el "monstruo" era cruel y exigente, pero poco a poco, el público se fue poniendo benevolente primero, luego ciegos y tontos. Era patético verlos reirse con cómicos callejeros, burdos, pero en fin, el público también es en buena parte grosero y burdo, puede que realmente disfruten del humor casi infantil, porque los representa.

Pero después de muchos años con humoristas cada vez más malos, la gente empieza a ser cada vez menos exigente porque saben de antemano que los artistas serán malos y como fueron a reirse, se rien a carcajadas y aplauden aunque los chistes no les hagan ninguna gracia ¿porqué? Para no reconocer que todo el asunto es basura y que pagaron, esperaron, hicieron fila, etc. por nada.

Y me parece que con la política pasa exactamente lo mismo, el sistema político, igual como el Festival de Viña, después de un corto tiempo luminoso, empezó a decaer de manera imperceptible y lo que a la gente antes indignaba, como la corrupción, ignorancia, superficialidad, rapiña, etc. de los políticos, a medida que se fueron repitiendo, las personas empezaron a insensibilizarse. Hoy un robo de muchos millones de dólares, el nepotismo, la compra de votos, el financiamiento de campañas con plata de los impuestos, todas cosas que antes eran motivo de escándalo se empezaron a ver como normales.

Igual que la gente se fue acostumbrando a los humoristas groseros, tal como ahora se ríen de los chistes sin ninguna gracia, porque saben que no pueden esperar nada mejor, así mismo la gente ha llegado a aceptar como normal los comportamientos más escandalosos.

El presidente pone a su primo hermano como ministro del interior, después de haber reclamado indignado contra el nepotismo del gobierno anterior. El ministro por su parte, hace contratar a sus hijos en cargos de confianza y nadie dice nada "si todos lo hacen" piensa la gente y lo acepta igual como cuando se ríen de los malos chistes.

Los parlamentarios han caído en el fondo del desprestigio: se han auto asignado sueldos y privilegios astronómicos, algunos incluso se auto asignaron "pensiones reparatorias" por haber sido (supuestamente) exonerados por los militares y han regalado miles de pensiones para comprar votos a gente que ha presentado antecedentes groseramente falsos. Han convertido al parlamento en un circo de mala clase, figuras de la farándula, prostitutas y proxenetas escalan posiciones de poder explotando sus habilidades sexuales, compran a periodistas, jueces y fiscales, mienten y defraudan, un tipo estrafalario al que hay que decirle "honorable" se pone a cantar desafinado y sus colegas le celebran la gracia. Y las personas ya no se enfurecen, en verdad ni siquiera se asombran, los aplauden y se ríen igual como aplauden los chistes tontos.

Y siguen votando por ellos sabiendo que son ladrones o en el mejor de los casos oportunistas, esperanzados en que el político les pagará su voto de alguna manera. Y así son engañados, una y otra y otra y otra vez. Claro que estas cosas no duran para siempre, llega un momento en que aparece una humorista tonta, mal educada, que se para -tal vez medio borracha- a decirlo primero que se le viene a la cabeza. Llegado a ese punto el público que aguantó a tantos humoristas malos dice basta. Y la saca a patadas virtuales del escenario. Esa es la parte en que nos falta llegar con los políticos, y yo creo que nos estamos acercando a ese punto.