Política billete y cuchufletas

Todo esto empezó en los años noventa, cuando los políticos de izquierda empezaron a ver con espanto que no lograban arrasar en las elecciones y que los candidatos de derecha -aunque minoritarios- sacaban buenas votaciones lo que les impedía pasarles la aplanadora.

Las votaciones altas de candidatos de derecha como Jaime Guzmán, Labee, Lavin, Chadwick, Allamand y tantos otros que entonces defendían a brazo partido las ideas de la derecha los hacía ganar cargos de elección popular. Esto dejó primero perplejos y después indignados a los políticos de izquierda.

No podían aceptar que después de 17 años de gobierno autoritario, una gran cantidad de los chilenos siguiera votando por políticos que defendían al Gobierno Militar y planteaban seguir con su ideario pero en democracia.

Las elecciones de 1989 por Santiago Poniente, donde salieron electos Jaime Guzman y Andrés Zaldivar, dejando a Ricardo Lagos debajo de la mesa empezaron a encender las alarmas. Pero las elecciones de 1999, donde Lagos ganó la presidencia a Lavín con un 47.96% contra 47.51% las que deben haber desatado el pánico entre los ideólogos de izquierda, al ver que las fuerzas electorales de la derecha estaban creciendo y -así como iban- podían perder el poder un una o dos elecciones más. Fue en dos.

Ricardo Lagos, el primer presidente socialista desde Salvador Allende, trajo la corrupción a Chile en un nivel que nunca habíamos conocido. Allende dijo una vez "podemos meter la pata pero no las manos", aunque probablemente hizo ambas cosas cuando compró el diario "Clarín" en un millón de dólares cash a Darío Saint Marie. Pero Lagos metió las manos desde el primer día. Creo que junto con Gabriel González Videla fueron los dos presidentes más corruptos en la historia del Chile moderno.

Pero dentro de su corrupción y sus enormes metidas de pata -solo piensen en el Transantiago- Lagos hizo una cosa que le resultó muy bien: la instalación del "Segundo Piso", un grupo técnico de consejeros estratégicos de la máxima confianza del presidente, encabezados entonces por el sociólogo Ernesto Ottone Fernández, ex comunista formado en la RDA y exitoso asesor estratégico y de marca. 

Supongo que de allí empezaron una serie de políticas de largo alcance estratégico cuyos efectos vemos hasta hoy y además permitieron a Lagos zafar de la cárcel cuando su gobierno fue sorprendido en el mayor escándalo de corrupción de nuestra historia. Creo que los consejos de Ottone tuvieron que ver con la negociación que le salvo el pellejo a Lagos.

Como les contaba, durante el gobierno de Lagos hubo cambios estratégicos muy importantes que casi nadie ha notado. Hasta el escándalo del MOP-GATE los parlamentarios ganaban el mismo sueldo que un ministro de estado, quienes a su vez tenían sueldos bajísimos comparados con los estándares actuales. El primer cambio estratégico fue que los sueldos de parlamentarios y empleados públicos se fueron a la estratósfera, la explicación fue que la política se había corrompido porque ganaban muy poco. esto nos llevó a la actual situación donde tenemos -por lejos- los políticos mejor pagados del planeta.

Otra política estratégica y de largo alcance, que también supongo más o menos arbitrariamente originada desde el Segundo Piso de Ottone- fue colocar la idea que "la política no se está jugando en una cancha pareja". El argumento era éste: "La derecha saca altas votaciones porque tienen el favor de los grandes empresarios, entonces pueden comprar votos y ganar elecciones".

En esos años era una idea absurda y mentirosa porque, como todos sabemos, los grandes empresarios amaban a Lagos pero fueron capaces de colocarla en el debate público y lograron sacar leyes para el financiamiento estatal de la política, donde el estado pagaba -después de las elecciones- al candidato por cada voto que sacaba. cercando y dificultando cada vez más la posibilidad que las personas y empresas aporten para financiar las campañas políticas.

Tal como subir los sueldos de autoridades políticas a niveles astronómicos no terminó con la corrupción y -al contrario- encareció las coimas, el financiamiento fiscal de la política se ha prestado para un sinnúmero de corruptelas y cuchufletas de toda clase. 

Tenemos el caso de candidatos profesionales que saben con seguridad absoluta que van a ganar, pero se presentan igual a las elecciones, para hacer caja a costillas del fisco, el mejor ejemplo de estos es Marco Enríquez Ominami que prácticamente se gana la vida como candidato a presidente.

Otros más burdos como Franco Parisi han metido como gastos de campaña la ropa interior Hugo Boss y costosos ternos y corbatas italianas. En las elecciones de "constituyentes" muchos de estos que escucharon a su yo interior que los urgía a dedicarse al servicio público, pidieron préstamos bancarios para financiar sus campañas, pero ahora se niegan de plano a decir quienes fueron sus avales para esos préstamos, para que nadie sepa con quien están en deuda.

La verdad es que estas dos ideas estratégicas y de gran impacto: subir a las nubes los sueldos de los políticos y "emparejar la cancha", dando financiamiento fiscal a las campañas, han tenido un efecto nefasto y exactamente contrario a los objetivos y explicaciones con que las justificaron. Hoy la política es más corrupta que nunca, los partidos de izquierda son verdaderas corporaciones con un patrimonio multimillonario, encabezados por el Partido Comunista y el Partido Socialista y el financiamiento estatal de las campañas ha convertido las candidaturas en un excelente negocio personal.

Hay muchas razones por las que la gente normal desprecia y odia a los políticos, estos son solo dos ejemplos, ambos generados en el gobierno de Lagos, el primer socialista que llegó a la presidencia después de Allende.