Storytelling

He estado escribiendo últimamente de estafadores y cuenteros, como resultan ser muchos "emprendedores" que se hacen pasar por genios visionarios, venden bien su fábula y se hacen billonarios en muy poco tiempo. También me puse a escribir de estafas y cuentos chinos, como el calentamiento global, hidrógeno verde, cero emisiones de CO2, electro movilidad y otros embustes por el estilo. Bueno, este ha sido uno de los temas recurrentes de este Templo del Ocio, que muestran como a veces el día me pilla sin tema, y como escribo lo primero que se me ocurre, me repito una y otra vez. Que diablos, el nulla die sine linea me lleva muchas veces a escribir sobre lo mismo.

No es bueno quedarse pegado en un tema o en una misma idea, pero a veces conviene darle vueltas para tratar de encontrar una faceta nueva sobre lo mismo o descubrir que lo que me parecía tan claro estaba equivocado. Con este ánimo me puse a buscar en San Internet algunas cosas sobre cuenteros y cuentos chinos.

Y encontré varias cosas interesantes, sobre todo videos de esos gurúes motivacionales que se ganan la vida cuentiando a los demás. Pensaba en Steve Jobs o Elon Musk por ejemplo, que ganaron cantidades absurdas de plata sin haber creado otra cosa que cuentos y humo. El auto eléctrico existía mucho antes de Musk  y en eso no fue pionero ni innovador, mucho menos en la tecnología de las baterías del litio. 

A Steve Jobs se le atribuye una inteligencia casi sobrehumana por haber inventado los conceptos de Ipod e Iphone, así como las computadoras Mac, pero la verdad es que el Walkman, MP3, y los celulares inteligentes existían desde mucho antes. Tanto en Musk como en Jobs el real valor lo crearon en base a cuentos e historias emotivas, el entusiasmo y la inspiración que sintió mucha gente al verse cautivados emocionalmente por un relato seductor.

Veía un video donde uno de estos motivadores contaba la experiencia de un tipo que remató como 200 artículos en eBay con un costo de alrededor de 1 dólar cada uno, puras chucherías, después consiguió unos buenos redactores para que escribieran una historia sobre cada artículo y los volvió a poner en remate con su respectiva historia.. Cuento corto, convirtió los 200 dólares en 8000.

¿Por qué nos encantan las películas de James Bond si sabemos que son absurdamente irreales? Y a muchos les gustan a tal extremo que se gastan miles de dólares en un Omega Seamaster para sentirse un poquito como James Bond. Ese es el poder de una buena historia.

Los cuentos chinos son tan potentes y efectivos porque nos disparan la emoción, anulando nuestra capacidad de ver las cosas como son, nuestro pensamiento crítico y todo eso. Todo buen estafador conoce este mecanismo y apela a esas emociones básicas, irracionales como la codicia, el halago y la simpatía. No hay estafador que no sea simpático, por eso tengo tantos amigos mitómanos y cagadores finos, la simpatía es fundamental para su supervivencia, un estafador antipático no dura una semana.

En cierto modo -y en diferente grado- todos somos cuenteros, algunos hacen mucho daño como esos chantajistas sentimentales que usan las emociones para aprovecharse de los demás, otros en cambio solo tratamos de caer bien y para eso a veces algunos inventan las mentiras más increíbles, por lo que me han contado.

Pero bueno, a lo que quería llegar -después de tanta divagación inútil- es que hasta los cuenteros y los estafadores tienen cierto valor social, la mayoría de las veces nos engañan porque queremos ser engañados. 

Cuando un político nos manipula y explota nuestro resentimiento social para que votemos por él, no es solo su culpa, porque el resentimiento ya lo tenemos de antes, en realidad queremos ser explotados y el cuentero cumple su papel-

Los cuentos chinos y estafas también crean valor de la nada, como vimos con el caso del tipo que hizo las compras en eBay. Los Steve Jobs, Elon Musk y tantos más también cumplen un rol en la economía ayudando a que el dinero circule. Si es verdad que el valor es subjetivo entonces el cuento y la estafa pueden ser socialmente beneficiosas. Siempre que no lo caguen a uno, claro.

Pero como sabemos, la mentira tiene patas cortas y el cuentero casi siempre termina siendo descubierto, como es simpático normalmente lo perdonamos, pero la desconfianza se va acumulando y a futuro siempre tratamos de enfrentarlo con el poto contra la pared, por si acaso.

Aquí es donde aparece la otra cara de la moneda: la honestidad no siempre rinde frutos y a veces hasta es contraproducente. Como apela a la razón -a la larga conviene ser honesto- muchas veces es poco apreciada y casi siempre cae frente a una historia emocional bien contada. Pero a la larga es la única que va acumulando reputación, que resulta ser más y más importante a medida que pasan los años.