El candidato a gobernador por Santiago "Rojo" Edwards declaró anoche que había que vender Codelco, lo que provocó el escándalo de mucha gente, incluso de derecha, que entre otras cosas lo tildaron de ignorante. Bueno, en esta ocasión se cumple el dicho ese "el que lo dice lo es", los ignorantes e incapaces de pensar y darse cuenta de lo evidente son ellos, no Edwards.
Una latosa disgresión sobre el relato
Una de las razones por que me alegra militar en el Partido Republicano es que no existe ese terror a decir algo que resulte impopular, el miedo sagrado a enfrentar las muchas estupideces que los políticos tradicionales -de izquierda a derecha- han establecido como verdades inmutables y que no pueden cuestionarse. En el Partido Republicano podemos dedicarnos tranquilamente a demoler los dogmas de fe de lo políticamente correcto y para mi ese es probablemente el principal valor que podemos ofrecer.
Porque la izquierda ha estado construyendo durante más de treinta años un corpus de embustes que ellos han establecido como la verdad objetiva y única aceptable, quien la ponga en duda es calificado de loco, terraplanista o cualquier otro estúpido insulto, porque ellos dijeron que esa era la única verdad aceptable, que entre ellos llaman "el relato".
Resulta que estos tipos, que gracias a la Beca Pinochet estudiaron en rancias universidades europeas, se alimentaron durante sus años de exilio de las ideas más pervertidas del posmodernismo europeo y se convencieron, estudiando a charlatanes y pelmazos como Sartre, Gramsci o Focault ,todos de segunda o tercera categoría en cuanto a seriedad intelectual pero muy afines a su mentalidad primitiva..
Ese relato -según ellos- creaba realidad y durante un par de décadas les funcionó tan bien, que los políticos de la derecha tradicional, que ya se habían arreglado con los de izquierda durante la transición y estaban confortablemente instalados, repartiéndose las mieles del poder y la riqueza, llegaron al convencimiento que para poder ser gobierno la única posibilidad que tenían era adoptar el relato como propio.
Longeira fue el primero en pensar así, cuando pactó con Ricardo LAgos el perdonazo durante el escándalo de corrupción MOP-Gate, que podría haber terminado con LAgos preso o al menos destituido y un clima político muy polarizado, que era el terror de los parlamentarios de esa época. Joaquínb Lavin pocos años después siguió a su correligionario, cuando se declaró "bacheletista-aliancista", tratando de cosechar votos independientes de izquierda.
Bueno, ya sabemos como evolucionó y como terminó todo eso. LA polarización y el deterioro que vemos ahora es resultado de la cobardía y oportunismo de esos años, que llegó a su punto máximo con Sebastian Piñera en su segundo mandato.
Hoy la derecha política tradicional está completamente rendida en brazos del relato, no solo lo aceptan, sino que a cada propuesta demagógica de la izquierda, contestan con otra todavía peor, doblando la apuesta de demagogia. Este fue el caso del tercer retiro de fondos de la AFP, donde el gobierno, solo para aparecer como ganador ofreció lo mismo y más, reponiendo plata a los que habían retirado todos sus fondos ¿Hay algo más estúpido y demagógico que eso? Lo dudo, pero si sigo con esto no voy a terminar nunca así es que
Fin de la disgresión
Uno de los puntales de el relato es que las empresas estatales no se tocan, porque son la fuente de ingresos para los políticos que no resultaron favorecidos en el parlamento o en los servicios públicos. Las empresas estatales son las mayores fuentes de corrupción y empleos para incapaces en Chile, por eso tenemos una empresa nacional de petroleos en un país sin petróleo, una empresa de ferrocarriles para un ferrocarril que no funciona hace más de diez años y así sucesivamente. Pero nadie las toca, lo prohibe el relato.
Para Chile lo mejor habría sido que el estado hubiese vendido Codelco cuando el raid de los commodities estaba en su peak, le podría haber sacado un excelente precio a los inversionistas ingenuos entusiasmados por el superciclo y la aparente seriedad que proyectaba Chile en esos años, pero ya perdimos esa oportunidad, igual que tantas otras-
Chile no gana nada siendo dueño de Codelco y ganaría muchísimo más vendiéndola a privados que paguen impuestos, no hay que olvidar que el fisco recibe más impuestos de las mineras privadas que las supuestas utilidades que entrega Codelco. HAsta podría darse el lujo de dejar un porcentaje minoritario de acciones al capitalismo popular ¿No dicen que "el cobre es de todos los chilenos"?
Codelco invierte desde la generosa caja fiscal, y ha recibido aportes de capital billonarios de donde mismo, lo que vemos como una fuente de riqueza para el país es en realidad un barril sin fondo. JAmás han hecho una valorización en serio de la empresa ni mucho menos un cálculo de retorno sobre las inversiones de los proyectos, solo se mete plata a ciegas, porque el gobierno así lo ha permitido tradicionalmente.
Codelco nació de un robo durante el gobierno de Allende, cuando expropiaron la gran minería sin pagar ni uno. Claro que la expropiación al final resultó carísima para el país, tuvimos que pagar a precio de oro por otras vía y eso terminó quebrando a Chile en 1973.
La gran minería privada ha mostrado ser más eficiente y crear mucha más riqueza que la olla de ladrones que es hoy Codelco, cada día menos competitiva y que le espera el mismo destino que a la industria carbonífera de Lota. Llegará el momento que la caja fiscal no pueda tapar la hemorragia de corrupción y la pérdida de competitividad, entonces nos estaremos lamentando de que ningún gobierno haya tenido el valor de vender la empresa cuando todavía valía algo.