Política y reality show

El reality de los diputados
En el año 1971 la vida cotidiana de la familia Loud de Santa Barbara, California, fue filmada durante un año completo. Se registraron alrededor de 300 horas, sin argumento ni guiones y en 1973 empezaron a difundirse en capítulos semanales. Fue un gran éxito desde el principio. Era la vida diaria de una familia grande y acaudalada, que terminó con el divorcio de los padres y un hijo que salió del ropero. Entonces los productores se dieron cuenta que  habían encontrado un filón de oro. Había nacido el reality show.

Esto marcó el principio del endiosamiento de la gente común "gente como uno", algo que estaba muy en sintonía con el espíritu de esos años. La gente ya se estaba aburriendo de ver pura gente inteligente, talentosa y de buena apariencia, la aparición de personas corrientes en su vida diaria, con quienes se podían identificar empezó un fenómeno donde florecieron los reality show, los actores feos como Dustin Hoffman o Barbra Streisand e incluso programas animados como Los Simpsons basados en una familia de perdedores que al final salían siempre bien por un golpe de suerte.

Esta tendencia se venía incubando desde hace mucho tiempo. La popularidad de los programas de concursos, donde un pobre diablo se ganaba una casa, un auto o cualquier cosa por el estilo por un golpe de suerte, captaron una enorme audiencia. Los que tienen mi -algo avanzada- edad, seguramente recordarán  que esa fue la base de la enorme popularidad de Sábados Gigantes, una fórmula que fue copiada hasta la nausea.

Cuando se agotó la euforia por los concursos empezó la de los realities, donde los participantes eran filmados en una isla desierta, encerrados en una granja, o cualquier otro lugar aislado que los obligara a interactuar. Es sabido que la identificación con algo o alguien construye lazos emocionales muy fuertes, solo faltaba que la gente de marketing empezara a buscar chicos reality con los que mucha gente se identificara.

Y obviamente no buscaban a los más inteligentes, talentosos o admirables, todo lo contrario, tenían que ser perdedores tipo Homero Simpson, como es la mayor parte del público de la tele. Alguien con quien se identifican a si mismos y mucho mejor si el chico reality, idiota y bueno para nada al final se hace rico y famoso, el pobre diablo que lo sigue piensa "si él la hizo ¿por qué no yo?" Es la misma clase de alegría que sentía el teleespectador de Sábados Gigantes cuando la viejita se ganaba una casa en el concurso, solo por suerte.

No pasó mucho tiempo para que esa forma pasara a la política.

Es algo que se ha estado viendo en todas partes. Así fueron elegidos como presidentes Castillo en Perú, Bachelet y Boric en Chile, para mencionar unos pocos ejemplos, pero con el nivel de degradación que han sufrido los presidentes, el poder real -en Chile por lo menos- se ha desplazado hacia el parlamento, la gente no solo elige a presidentes sino también a parlamentarios según su "cercanía con la gente", o sea pobres diablos como gran parte de los propios electores.

Esto se vio clarito en la mayoría de los elegidos para la Asamblea Constituyente, que a los pocos días de establecida empezó a mostrar todos los canones y comportamientos típicos de cualquier reality show, con tipos desesperados por caer simpáticos a "su público" y actuando un personaje según lo que ellos pensaban que sería lo más adecuado. No hay que olvidar que los medios de comunicación abierta -en especial los canales de televisión- fomentaron y aprovecharon hasta la última gota el espectáculo.

De la misma manera han empezado a llegar los chicos reality al parlamento, que hoy es la fuente del poder político real en Chile. Son muy fáciles de identificar,.están en todos los sectores y su comportamiento es farandulesco en todos los grados: Florcita Motuda, Pamela Jiles, René Alinco, Gaspar Rivas, María Teresa Cordero y Gloria Naveillán, por mencionar algunos.

La elección de presidente de la Cámara de Diputados, un cargo de minúscula importancia política, sirvió ayer para que la televisión, la clase política y la gente tonta, desinformada y superficial tuviese su capítulo de reality show, los pobres diablos disfrutaron viendo como otros, tan poca cosa como ellos mismos, discutían furiosos o se abrazaban y saltaban como la ministro Uriarte, mientras más ridículos mejor, más espectáculo, mientras buena parte del electorado se identificaba con esos idiotas tal como se identificaban cuando una vieja le apuntaba a un número y se ganaba una casa en un concurso de "Sábados Gigantes", es gente como uno.

 A pesar de todo esto, cuando a Alinco se le pasen los efectos de la borrachera que tenía cuando fue a votar a la Cámara y a la ministro Uriarte se le arreglen las articulaciones que se le deben haber dislocado con sus ridículos saltitos, todo volverá a la realidad_ lo más irónico de estos "realities" es que no tienen nada que ver con la realidad, los procesos reales van por otro curso, más profundo e implacable, como todos los realities este es solo una fantasía, soma para el populacho tonto.

Pero hay un detalle, los pobres diablos que votan, por idiotas y superficiales que sean, se terminan hastiando de todo eso. Así como los concursos del tipo Sábados Gigantes ya no calientan a nadie y, después de años de hacer furor, hoy desaparecieron, ese mismo destino le espera a los reality show de la política. Acuérdense nomás y anoten por algún lado esto porque es lo que van a ver el el futuro. A Florcita Motuda, Baradit, y Rojas Vade ya les pasó, y les va a pasar a todos los demás. En fin, mejor vamos a otra cosa.

Mi coleccion de cuchillos
Anduve buscando unas tapas de repuesto para mi navaja Victorinóx y me di cuenta que sin querer estoy juntando un montón de herremientas y armas cortantes. Muchas han sido heredadas de mi querida suegra, que dejó un montón de cachureos de los años 50, comprados cuando Arica era Puerto Libre, tengo tantas cosas de esas, como una.de las primeras radios a transistor de los 60s, antiguos relojes y encendedores a bencina, cámaras fotográficas, afeitadoras, pequeños juguetes, en fin, una serie de cosas que deben haber sido muy apreciadas en esos años.

En esta foto se pueden ver mis tres Victorinox: la Hunter (cazadora) la pequeña Flores, que llevo en la billetera, y la Climber que uso para casi todo en la casa. La Hunter me la regaló mi amiga Ingrid y la Climber mi amiga Marlene, ambas las trajeron desde Suiza. Más abajo un abrecartas de la Municipalidad de Arica y mi viejo machete, oxidado pero bien afilado para cualquier emergencia.

Abajo del machete aparece una especie de estilete o daga, sumamente afilado, que cuando se cierra parece un inofensivo palito de bambú, era de mi querida suegra y lo debe haber comprado para el Puerto Libre, igual que los dos cuchillos de Boy Scout alemanes marca Solwa, Solingen. Al final, abajo aparece una viejísima cortaplumas con cachas de hueso que me encontré en el pueblo fantasma de Negreiros, está totalmente cubierta de oxido pero no la he querido ni tocar por miedo a que se rompa. Que extraño esa aficción a los cuchillos, tal vez sea medio psicopata: una especie de Jack the ripper en potencia