06 noviembre 2024

¿Vale la pena ser buena gente?

Entremés: Trump ganó por paliza
Vox populi vox Dei, Trump -el Ugly American- ganó por amplia mayoría, el Partido Republicano tomó el control del senado y -según he leído- está cerca de tener el control de la Cámara de Representantes. 

Esa es una buena noticia, los empates son pésimos para cualquier país y los presidentes no pueden hacer nada si no controlan al parlamento. Un gobierno sin mayoría parlamentaria no sirve para nada, es un fracaso seguro.

Una muestra más del rechazo al progresismo que se está esparciendo por todo el mundo. Los primeros damnificados serán los que luchan por los "derechos reproductivos", léase abortistas, se les viene difícil la cosa, lo mismo que los amigos de la burocracia internacionalista y toda esa basura.

Espero que no perjudique demasiado a Ucrania tener a un amiguito de Putin en el gobierno americano. Ojalá se redoble la ayuda privada y el apoyo de Europa, que es como debe ser. Europa resistió la pérdida del petróleo ruso y con un poquito de suerte podrá aguantar una pérdida de apoyo americano. Ahora vamos a lo nuestro:

Plato de fondo ¿vale la pena ser buena gente?
La historia es que yo tenía un amigo que era cartero. Humberto estaba casado con la Marisol Tolmo, que había sido mi jefa de ventas cuando yo jugaba a ser empresario de "grandes tiendas", una chica extraordinaria y muy leal. Tocó que un día lo designaron para entregar las cartas al sector donde está mi casa.

Cuando apareció con una carta me encontré con la gran sorpresa y en lugar de darle la propina normal de 10 centavos de dólar, le di una luca, algo así como un dolarcito, lo que nos dejó a ambos muy satisfechos. 

Desde entonces tuve un servicio de lujo desde Correos de Chile, cualquier problema que tuviese, el Humberto lo arreglaba enseguida.

Pero con los años lo cambiaron y yo seguí -in memoriam- pasándole una luca de propina a los carteros posteriores cada vez que me llevaban una carta, así es que me convertí en el cliente favorito del barrio. Todo bien.

Hasta hace dos semanas, cuando esperaba impaciente unos repuestos para el auto que había comprado en Aliexpress. Nada muy caro, pero quería comprobar si los repuestos realmente me servían o no, así es que estaba impaciente por recibirlos.

Entonces, la semana pasada recibí una llamada telefónica de mi cartero, me avisaba que estaba enfermo con licencia médica y que tenía un paquete a mi nombre, me preguntó si podía esperar hasta el lunes para que me lo fuera a dejar o mandara a alguien. Yo le dije que ningún problema.

Lo que no me di cuenta es que Aliexpress, exige que el cliente confirme la recepción de los paquetes, y que después de 4 días de confirmado, ya no aceptan ninguna clase de reclamo,

¿Qué pasó? Que el cartero lo confirmo por su cuenta, haciéndose pasar por mí como que yo había recibido conforme, hasta el día de hoy no he recibido el maldito paquete y cuando lo llamo para reclamar se deshace en disculpas y hasta finge toser para mostrarme que está muy enfermo.

A mi no me interesan sus disculpas, si su enfermedad real o fingida ni sus problemas, yo quiero mi envío y no explicaciones. Esto es algo que me ha pasado muchas veces con mecánicos, albañiles, carpinteros y toda clase de gente que ha prestado servicios.

Todos esos creen que con una buena explicación se me va a olvidar el hecho que me cagaron, me vieron la cara de tonto y me hicieron cholito. No se ustedes, pero yo espero que cualquiera que presta un servicio haga todo lo posible por hacerlo bien, mucho más si le estoy pagando extra.

¿Y a qué viene toda esta aburrida historia? A que el maldito cartero me tiene bastante enojado y me he llegado a plantear si vale la pena ser "buena persona" es decir tener gestos amables con los demás, incluso cuando nos ven la cara de huemules.

La respuesta corta es claro que si. Si uno le hace un favor a alguien y le pagan mal, primero nos enfurecemos, pero después nos permite sentirnos superiores, pensando "yo no me comportaría así, soy mejor que ese renacuajo miserable". 

Eso por si solo ya es una ganancia, mal que mal, la mayoría de las cosas que hacemos es para intentar sentirnos mejores que los demás, aunque cueste admitirlo. 

También está el hecho que a uno le afectan mucho más las cosas malas que las cosas buenas que nos pasan. Yo he recibido incontables veces ayuda fuera de lo común de personas que antes he ayudado, sin embargo eso se me olvida enseguida, mientras que del maldito cartero me voy a acordar hasta que estire la pata.

Antiguamente, digamos hasta el año 2010 más o menos cuando no existía el comercio electrónico, muchos carteros eran ladrones, se quedaban con los paquetes que tenían que entregar porque uno reclamaba y no pasaba nada.

Pero desde que empezó el comercio electrónico las empresas de logística se preocupan que exista esa confirmación en la última milla y los carteros ladrones, que eran casi tan abundantes como los tesoreros de centros de padres o adminitradores de condominios ladrones, empezaron a desaparecer.

Una vez que las cosas empiezan a funcionar como deben y las fallas empiezan a ser la excepción más que la regla, nos acostumbramos a las nuevas condiciones y nos enfurecen cosas que antes las tomábamos como parte inevitable de vivir en este país de sinverguenzas e irresponsables.

Seguramente el cartero está realmente enfermo y a la larga va a parecer con el maldito paquete, pero ¿qué haré con él de ahora en adelante? ¿Le seguiré pagando una luca como siempre, como si no hubiese pasado nada? ¿O le pagaré los diez centavos que le corrsponden por ley?

Es un asunto complicado. Yo creo que lo debería dejar por un par de meses a media ración, diciéndole que en los próximos 10 recibos le pagaré solo la mitad por la bromita que me jugó. Creo que es lo que corresponde.

Por supuesto que vale la pena ser buena gente, sobre todo si tenemos un alto concepto de nosotros mismos y nos creemos mejores que los demás, o al menos mejores que la mayoría. 

Los que tenemos el ego tan alto que nos creemos mejores,  no podemos portarnos como unos vacas, por puro autorespeto. Tampoco tenemos que dejar que nos caguen, claro.

La vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida
Las cosas de la vida... estaba escribiendo esto en mi frenesí de furia contra el cartero, cuando reviso la cámara de la puerta y me encuentros con esto.

¡Apareció el cartero suplente! Y me trajo los repuestos que estaba esperando. En un minuto se me pasó la rabia, le di su luca de propina y me quedé tranquilo y contento.  Claro que vale la pena ser buena gente, seguiré haciendo favores hasta que estire la pata incluso si no me los retribuyen.

Pero lo bueno nunca dura para siempre... ahora salí a hacer una diligencia en el auto y lo noté un poco tiritón, al llegar a la casa lo revisé y le escucho un feo ruido en el motor ¿qué diablos será? 

Mejor me voy a tomar un tazón de té y a ocuparme de otra cosa, pensar es malo, especialmente preocuparse. En lugar de un té mejor una cerveza, quedaron varias del cumpleaños del Tomás Jr.

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