Las oportunidades son las mismas

Bolivia decide en estos días una cuestión clave para su futuro económico. Muy pronto se sabrá el destino del contrato de Jindal para explotar el mineral de hierro del Mutún, que se adjudicó en junio del año pasado. El Mutún no es una negociación cualquiera sino que tiene el valor simbólico en la percepción de las intenciones del gobierno hacia las inversiones extranjeras.

"Queremos socios y no patrones" es el slogan dirigido a los inversionistas ¿qué significa exactamente ser socio del gobierno boliviano?. Esa es una de las preguntas clave de los inversionistas, que entiende el gobierno por socios, porque parece que tienen una percepción exagerada de la fortaleza de su posición.

Es un error creer que sus recursos naturales son tan valiosos que pueden pactar su explotación en las condiciones que se les antoje. Sin duda los inversionistas solo colocarán su dinero en condiciones que les favorezcan, existe un mercado para la inversión donde muchos países compiten por atraerla, Bolivia se niega a reconocer que existe esta competencia y actúa como si fuese el único lugar del mundo con recursos naturales.

Bolivia no es el único país donde se puede invertir y comparativamente es uno de los peores por su inestabilidad social e inseguridad jurídica. Con la nacionalización de la fundición de Vinto, donde por primera vez el gobierno expropia una empresa completa negándose a pagar indenmizaciones, se ha provocado un duro golpe a la confianza que puede generar el país.

El contrato por el Mutún se adjudicó hace muchos meses ¿por qué tanta demora en firmar?, hay tres puntos de discrepancia:
- Jindal requiere que les aseguren que no cambiarán los impuestos durante los 40 años de explotación
-Jindal duda en dejar US$ 200 millones en garantía en favor del Gobierno Boliviano como seguro de las inversiones
-Hay discrepancia en el precio del gas, mientras que el precio para generar electricidad se mantiene en los US$ 2.5 por BTU, el gobierno pide US$ 4.20 la BTU para reducir el hierro a acero.

Las dos primeras discrepancias muestran la desconfianza de Jindal respecto de la inseguridad jurídica en ese país. El precio del gas tiene una faceta distinta, pues para adjudicar la licitación el gobierno obligó a incluír una planta productora de acero, que con toda seguridad no va a ser competitiva con la sidelurgia en China u otros países. El verdadero negocio del Mutún es extraer y exportar el mineral de hierro, la producción de acero es un apéndice que seguramente resultará costoso y va a generar pérdidas, por eso un bajo precio del gas para los hornos es fundamental para la factibilidad del negocio.

Y así al final, después de 8 meses de vueltas, revueltas y negociaciones tal vez todo quede en punto cero, el gobierno hace aparecer como que despedirá a la empresa si no cumple las condiciones y dice que hay varias otras esperando. Pero la verdad es que si el contrato no se firma será porque Jindal dejó d interesarse en el negocio y si llegan otras nuevas empresas a negociar, las condiciones serán cada vez peores para el gobierno.

Otro error común es creer que los recursos naturales no renovables se pueden ahorrar para el futuro, eso es una completa estupidez, probablemente nunca los minerales volverán a tener los precios que hoy tienen, Bolivia ya conoce en carne propia los efectos de precios bajos en los minerales y como todo lo que sube baja, si siguen buscando indefinidamente al socio ideal les va a pasar lo mismo que en el tango ese, el de la que se murió esperando.

Mientras tanto muy cerquita, la bolsa de valores del Perú cierra un período con alzas históricas gracias al buen precio de los minerales. Las oportunidades son las mismas, pero a un lado las aprovechan, mientras al otro lado las dejan pasar.