06 noviembre 2009

Sección de libros


Quizá el mejor modo de abordar el presente libro sea el de pedir al lector que imagine que, mientras asiste a una solemne ceremonia religiosa en una gran catedral adornada con velas, incienso, cánticos de monjes y sacerdotes ataviados con ropajes de color blanco, púrpura y oro resplandecientes, alguien reclama misteriosamente su atención al tiempo que le dice "¡Pssst! venga conmigo, quiero enseñarle una cosa". Entonces sigue a esa persona, sale por una puerta lateral ubicada en el ala oeste, y rodea el edificio hasta llegar al otro extremo, en donde se encuentra una pequeña puerta que conduce a la sacristía, el equivalente religioso a los camerinos de los teatros. Estamos, pues, a punto de cruzar lo que en lenguaje mundano se conoce como la entrada de artistas, un lugar desde el que podemos distinguir a un par de sacerdotes -vestidos con sus trajes ceremoniales- encendiendo un cigarrillo.

Traslademos ahora esta escena al cielo y supongamos que, en su lugar, estamos asistiendo a una reunión de los santos y de los ángeles en torno al Dios Padre. Imagine ahora que soy yo el que tiro de la manga de su chaqueta y le digo "¡Pssst! Sígame" Temo que haya quien considere esta imagen no solo irreverente sino también blasfema y que el único que, ante el trono de Dios se atrevería a interrumpir de ese modo sería el mismo diablo.

Pero quiero comenzar advirtiendo claramente al lector, que nada se halla más lejos de mi intención que menospreciar, ofender o ridiculizar a las cuestiones religiosas y que no pretendo en consecuencia, representar el papel del diablo sino, muy al contrario, desempeñar el papel de bufón de la corte, una función que estoy seguro que también existe -y muy especialmente- en el cielo.

Qienes conozcan la historia y la tradición de los bufones de la corte sabrán que estos personajes, no se limitaban a hacer reir a la gente y tampoco es mi intención, en ese sentido, contar chistes a costa de la religión. La verdadera función del bufón era la de conseguir que los reyes se sintieran más humanos -y, con un poco de suerte, hasta más compasivos.

Así empieza el divertido libro de Alan Watts "Más allá de la teología: el arte de ser Dios" que me tiene muy entretenido, Watts redacta párrafos demasiado largos, pero es agudo y divertido así es que, a medida que vaya leyendo copiaré algunos de los párrafos que me llamen la atención para hacerles una especie de Reader´s Digest del libro (los más veteranos seguramente recordarán la sección de "libros condensados" de esa extraordinaria revista). Mi tocayo Tom "the sage" me cuenta que conoció a Watts en California, muchos años atrás y que era tan simpático en persona como cuando escribía.

Mucho tiempo atrás escribí sobre el Reader´s y como me había entretenido en mi tierna juventud leyendo cientos de esas revistas. También escribí de como se había echado a perder después de la muerte de sus fundadores, De Witt y Lilla Wallace (¿existirá alguna tontera de la que no haya escrito antes?) . ¿Cual fue el secreto del éxito del Reader´s durante tantos años? alguna vez leí una entrevista a sus fundadores donde decían que a la revista le había ido tan bien porque sus selecciones estaban en sintonía con los temas que le interesaban a la gente, para eso tenían un gran equipo de recopiladores y un comité de selección que trabajaba muy duro decidiendo mes a mes los artículos que se iban a publicar.

Bueno, la cosa es que en los años 90, cuando probablemente los dueños ya estaban viejos y alejados de la toma de decisiones, la revista comenzó a aplicar de manera masiva las investigaciones de mercado para averiguar que le interesaba a su público objetivo, así empezaron a aparecer todos los meses los mismos contenidos en idénticas proporciones: temás médicos, de autoayuda, casos humanos, etc. la revista se convirtió en una aburrida sucesión de variaciones en torno a los mismos temas.

Hoy se presentan como una empresa dedicada al marketing directo a través del uso de bases de datos computacionales, tienen una larga historia de reclamos por publicidad engañosa y prácticas de venta deshonestas, a pesar que dicen que su margen de error es +-10% probablemente el rechazo real es bastante mayor. En cierto modo el Reader´s se convirtió en una de las primeras compañías globales de spam.

Lo curioso es que en el año 2007 la empresa completa fue adquirida por Ripplewood Holdings en 2.500 millones de dólares ¡el valor de una marca! pero ¿cuanto valdrá realmente la marca Reader´s Digest hoy? Sospecho que mucho, mucho menos. Hay dos cosas que me llaman la atención en esto, una es la depreciación de la marca y la otra que el nicho que dejó el Reader´s en los años 80 nunca volvió a ser llenado, a pesar que con Internet hoy existen todas las facilidades para hacer algo aún mejor que la revista original.

Comentando de esto con mi amigo Juan, me señalaba Google Books y Google News, pero yo creo que son la antítesis de la idea del Reader´s. Google News, que es una idea interesante porque las noticias son seleccionadas sin intervención humana, usando el algoritmo de Google tiene la ventaja que elimina el bias, pero también la enorme desventaja... es que elimina el bias. El secreto del Reader´s era precisamente el bias, la preferencia de los editores que debía estar en sintonía con un gran número de personas que no tienen tiempo para andar leyendo todo lo que se publica.

Un buen amigo que admiro mucho, gerente general de grandes empresas, hijo de inmigrantes españoles, cuando chico era muy pobre y se ganaba la vida repartiendo diarios. Con el tiempo, se dio cuenta de los intereses de algunos de sus clientes y con los diarios que sobraban del día anterior, recortaba artículos que pensaba que les podrían interesar, los pegaba en una hoja y se los vendía: era su propio Reader´s y la clave estaba en saber que artículos le podrían interesar a cada cliente, sin importar que fueran del día anterior. Bueno, eso era lo que tenía el Reader´s y lo que perdió en los años 80 cuando aparecieron los genios del marketing y la administración a mejorar el sistema.

Moralejas: no siempre las mejoras mejoran, no todo lo que nos enseñan funciona, a veces una sola persona astuta lo hace mejor que cien letrados, en fin, hay varias moralejas más pero lo dejo hasta aquí por ahora. Hasta mañana cuando los siga aburriendo con Alan Watts.

3 comentarios:

  1. o, como dicen los yankees, "si no esta roto, no lo repares"

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  2. Yo creo que ese fue el problema: trataron de reparar algo que funcionaba muy bien

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  3. No siempre lo más práctico es lo último, lo más moderno, o lo más difícil de entender.

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"