Todos admiran la valentía, pero es un asunto muy difícil de definir, en su libro Muerte en la Tarde -sobre las corridas de toros- Hemingway escribó cosas muy interesantes sobre valientes y cobardes. Frente a un toro de lidia un hombre a pié puede estar perfectamente seguro, incluso darle la espalda o tocarle el hocico sin correr peligro si el tipo conoce a los toros, pero la gracia es que el torero escoge cuanto peligro va a correr y si es bueno se acercará a la muerte de manera voluntaria, tanto como sea posible.
Según Hemingway, que como aficionado conoció muchos toreros, existen distintas clases de valor. Hay personas de temperamento frío o estúpido, que no son capaces de sentir miedo porque su mente es muy básica, así pasa con muchos asesinos que corren grandes riesgos o los tipos que pelean a sablazos dentro de la cárcel, esos tienen el valor ciego de un toro, inconscientes del peligro como si estuvieran borrachos o drogados. La valentía de un estúpido no tiene mucho mérito.
En el otro extremo hay tipos que no pueden dominar su imaginación, se los comen los nervios y son tan extremadamente cobardes que no pueden controlarse. Hemingway cuenta de un gran torero gitano que entraba en crisis de pánico y salía arrancando cuando sentía que un toro lo miraba feo, pero que cuando estaba en su día era capaz de hacer las faenas más arriesgadas y perfectas que ninguno. Era tan cobarde que frente a un toro empezaba a temblar y no podía sostenerse, entonces inventó el toreo de rodillas que con el tiempo se transformó en un estilo popular.
Yo soy cobarde -como la mayoría de la gente supongo- pero no nervioso, he estado a punto de matarme un par de veces y no pienso, me quedo impávido, me asusto cuando ya pasó lo más peludo, tampoco pierdo la calma para los temblores ni nada de eso. Pero la cobardía me aparece en los sueños, a veces sueño que estoy en peligro y ahí me despierto preocupado.
La valentía del momento no me parece gran cosa, cualquiera se envalentona en un momento. El tipo más valiente que he conocido fue mi amigo Jaime Mancilla, al que la diabetes se lo fue comiendo de a poco durante años, le cortaron un pie, luego las dos piernas y le empezaron a cortar los dedos de la mano, nunca lo vi asustado y aunque debió haber estado muerto de miedo mantuvo la buena cara y la risa hasta el día de su muerte.Eso si que es ser recio.
La cobardía en cambio tienen muchas formas y la peor es la cobardía moral: andar buscando a otros para echarles la culpa de sus propias debilidades, justificarse a lo Bart Simpson "yo no fuí" puede ser muy divertido en un caricatura pero en la vida real me parece propio de gusanos. Entiendo perfectamente que alguien se asuste y reaccione mal por el miedo del momento, el cementerio está repleto de héroes y soldado que arranca sirve para la otra guerra pero eso de traspasar su propia cobardía a otros es de lo peor.
Días de sol en Arica, todavía no enciendo el cálifont en las mañanas y ando día y noche de manga corta, esto se pone bueno y ojalá tengamos muchos años más así. El 2 de abril empiezo a hacer clases a la nueva versión del ex Chile Joven, me encantan esos programas de capacitación porque me recuerda cuando yo tenía 18 o 19 años y andaba muerto de hambre sin la menor idea de que iba a ser de mi miserable vida.
Tiempo atrás estaba retirando mi licencia de conducir cuando me encuentro con Paola, una de mis alumnas de los años 90, me contó que había seguido estudiando y ahora era asistente social y estaba trabajando muy bien en Antofagasta. Cuando vino Ingrid a Arica andaba visitando a personas afectadas por los polimetales para su documental y me contaba que la atendieron con bastante desconfianza, por casualidad salió mi nombre y la entrevistada había sido alumna mía del Chile Joven, a partir de eso todo se arregló porque me recordaba con mucho cariño. ¡Como no me va a gustar hacer esos cursos!. Los haría igual aunque no me pagaran un peso, claro que eso no se lo cuento a nadie.
Vengo llegando del Restaurant Lo Nuestro en playa Chinchorro, donde mi amigo N.N. me invitó a disfrutar del opíparo buffet, es increíblemente bueno y además el dueño es otro amigo, Sergio Focacci. Felicitaciones Sergio porque tienes uno de los mejores restaurantes de Arica, además que los precios son excelentes. Bien comido y mejor tomado ahora procedo a retirarme a mis aposentos. Hasta mañana.
Al tipo lo empujan sus amigos en el baile y saca a bailar a la morocha no porque no sea timido sino porque tiene miedo que sus compañeros lo traten de maricón. Y después cuando acompaña a la chica a su casa y un borracho se les cruza y dice una estupidez el tipo lo enfrenta no porque no le tenga miedo sino porque no quiere que ella piense que es cagón y años después, cuando ya está casado y ella le grita que pida aumento de sueldo el tipo le dice que no se meta por miedo a que los vecinos escuchen y piensen que es un dominado pero igual va a verlo al jefe y le pide aumento para que la mujer no piense que es un fracasado.
ResponderBorrarNo es que el tipo no tenga miedos, es que unos miedos lo impulsan a enfrentar otros.
jajaja! genial análisis, cierto, muy cierto
ResponderBorrar...haciendo un repaso, me he pasado una vida casi sin peligros. No tuve accidentes de tránsito, no me asaltaron a mano armada jamás, no fui a la guerra pese a que me tocaba el servicio ese año y todo así. Una vez estuve a punto de ahogarme hasta que me aferré a una pared de roca: fue pura deseperación. De niño en el campo me quedé paralizado frente a una serpiente a punto de morderme, mi padre me ordenó que saltara hacia atrás mientras él la atacaba y me salvó. Sobrepasé un auto en una curva - con toda mi familia arriba - y un camión venía de frente. Me mantuve frío y me escurrí por milésimas, pude matarlos a todos por mi imprudencia. O sea: frialdad, parálisis, desesperación, lo que menos uno sabe es cómo va a reaccionar en la próxima.
ResponderBorrarYo la he visto de cerca algunas veces, la última fue cuando la camioneta se quedó colgando del morro, un accidente camino a Iquique, otra vez un tipo furioso y borracho que casi me acuchilló, en fin, tal como dices siempre me he quedado helado, el susto viene después.
ResponderBorrarLa verdadera valentía yo creo que es sostenida, de largo plazo, respeto más a alguien que no le tiene miedo a la pobreza o que soporta con buena cara una enfermedad dolorosa que a cualquier brabucón o super héroe