Exigencia no es -necesariamente- calidad

Leo a propósito de la "inflación" de notas en la Universidad de Harvard, donde en pregrado la nota promedio es A- (equivalente a nota 6 en nuestra escala) y más de un 90% de los egresados se gradúan con honores, cosa que es vista con horror por algunos profesores de la FAS (Facultad de Artes y Ciencias) y con cierto desprecio por gente de otras universidades que se enorgullecen de tener notas promedio más bajas, por lo que presumen de ser "más exigentes", como Chicago  o Columbia.

En verdad Harvard ha sido bien disruptiva, en parte blindada por su antiguedad y la colección de nombres que recluta. Una de esas disrupciones fue la invención de los MBA, esa especie de "master de mentira" destinados a formar gerentes y administrativos superiores y la enseñanza de negocios usando el método de casos. Los resultados han sido mixtos, casi todas las universidades del mundo han seguido este camino de los magister profesionalizantes, en oposición a los académicos y muchas ahan adoptado la enseñanza de casos como la panacea educativa. No se que tan útil o vigente sea eso hoy.

La discusión sobre las "notas infladas" cruza países y todos los niveles de la educación, desde la primaria hasta los posgrados. En Chile profesores y alumnos de los "liceos emblemáticos" se pusieron furiosos cuando las universidades tradicionales dieron más peso a las notas para la admisión, alegando que los otros liceos inflan las notas y ellos son "más exigentes".

Les contaré una experiencia personal. Cuando yo estudié para técnico electrónico en los setentas, bajo el sistema de la Universidad Federico Santa María, asistimos a clase durante 2.880 horas cronológicas: 8 horas diarias durante 18 meses. No he sacado la cuenta, pero seguramente estudié más horas que en la carrera de ingeniería de ejecución, con pruebas más exigentes y una tasa de fracasos mucho más alta. Luego, comparando las mallas mano a mano, en la ingeniería de ejecución de los ochentas estudiamos más horas que las que estudian los ingenieros civiles actuales y para que hablar del nivel de exigencia.

La Universidad Santa María siempre se jactaba de dos cosas: la tradición de los profesores alemanes y la alta tasa de fracasos. ¿Salí mejor técnico que los que hoy estudian la quinta parte bajo un sistema en que es casi imposible fracasar? Creo que no, de hecho soy peor técnico que los que estudiaron pocas horas con el método fácil, porque salí con grandes problemas de ego: no me imaginaba reparando televisores después de todo lo que había sufrido ¡no servía como técnico!.

Lo mismo ha pasado históricamente con los egresados de ingeniería de la Universidad Santa María y otras de "alta exigencia" son tan malos profesionales (hablo en general, por supuesto hay de todo) que, con sus problemas de ego, solo sirven para hacer clase y perpetuar el sistema. Además que varios terminan locos.

Como saben en mi actividad innoble como starving professor, me toca ser profesor guía de tésis en programas de magister y pregrado. Ayer conversábamos con el coordinador del programa sobre otro profesor que también guía tesis, hombre de edad, que toma como un fracaso personal cuando a un alumno le va mal y no hace una defensa brillante, obviamente pone puras notas altas en los exámenes de grado.

Yo le conversaba al coordinador que le encuentro razón y yo también pienso un poco así. Creo que alguien que completó el programa cumpliendo con todos los requisitos no le puedo echar abajo todo en una defensa de tesis.

En la Escuela de Ingeniería eso es muy común por los profesores llenos de ego y tengo amigos brillantes que nunca lograron titularse, quedando como egresados. En mi caso yo favorezco la mano blanda y le doy el paso a todos los que cumplen con los requisitos formales de manera medianamente decente. He guiado unas 30 tesis y recuerdo solo dos que tuve que echar abajo, pero eran caso de extraordinaria sinverguenzura. No me quedó alternativa.

Cuando hacía clases era de la misma idea. Yo nunca he admirado la inteligencia, creo que su utilidad en el mundo real -al menos como se entiende en las universidades- es bien limitada y siempre en la arenga de mi primera clase les decía que todos podían aprobar el ramo y esperaba que así fuera, que ni me interesaba hacerles pruebas de ingenio ni medirles la memoria o la capacidad de calcular, pero que había una manera segura de reprobar el ramo: no cumplir con cualquiera de los requisitos formales como entregar los trabajos a tiempo y hacer exactamente todo lo que les pidiera. Todos los que trataron de sacar ventaja en mi ramo con la esperanza que les iba a dar un perdonazo al final fueron reprobados, no dejé pasar ni uno solo de esos.

Por eso yo creo que está bien regalar o inflar las notas de las pruebas. Creo que las pruebas y exámenes son poco útiles y medio ridículas para medir el valor, según mi experiencia los mejores profesionales que he visto son los que se sacaban notas mediocres o malas cuando estudiaban, pero que se esforzaban y hacían todo lo posible por cumplir.

En el mundo real se necesitan muy pocos Einstein, uno en cien mil o menos, pero es indispensable tener miles de tipos correctos, correctos, motivados, cumplidores y empeñosos. Creo que las notas en pruebas y exámenes son malos instrumentos para decidir quien queda y quien se va y el "nivel de exigencia" entrega un valor aparente -y falso- de la calidad de enseñanza.