El Clan Edwards y el fin de una era

El fin de una era
La muerte de Agustín Edwards McClure a los 89 años es otro de los signos que este año ha marcado el fin de una etapa política en Chile, junto con la derrota de la candidatura presidencial de Ricardo Lagos en el Partido Socialista y la oscuridad total en que se encuentran la mayoría de los que fueron políticos emblemáticos entre 1966 y 2016, por fijar un período de 50 años, que se supone era la vida útil de un político en la vieja escuela.

La generación de recambio no fue para nada buena, salvo por Jaime Gúzmán, el único político nuevo que valió la pena y lo bajaron a balazos, cosa que tuvo una repercusión tremenda en la derecha pues la dejó sumida hasta hoy en una espantosa mediocridad. La izquierda trató de reinventarse con Lagos a la cabeza en una forma de progresismo tipo europeo, pero no les resultó porque terminaron como siempre, robando a destajo apenas tuvieron acceso a la caja de fondos. Sin contar que Europa jamás ha sido un gran ejemplo para nosotros. Pero me estoy yendo por ls ramas, volvamos a nuestro ilustre muerto

La historia de los Edwards
En los años de la colonia cerca de la independencia, George Edwards, cirujano de un buque inglés (en esos tiempos eran como practicantes o enfermeros) se quedó varado en La Serena, su buque debía zarpar pero el se había enamorado de una riquísima heredera de la familia Ossandón y decidió quedarse allí. Para estos efectos, la dama lo escondió en un baúl, don George se cambió de nombre a Jorge, se convirtió al catolicismo y tomó el bando patriota que resultó vencedor al independizarse Chile, con mujer de plata y servicios distinguidos pudo entrar a Chile con el pié derecho.

Los agustines
Los Edwards fueron familia ilustre desde el principio, gracias a la prosapia y fortuna de doña Isabel y a la diligencia empresarial de don Jorge dejaron una fortuna acrecentada para la generación siguiente. Tuvieron ocho hijos pero el más avispado fue don Agustín Edwards Ossandón, que inició la generación de agustines que terminó con el recientemente fallecido. Edwards Ossandón se casó -si no me equivoco- con su prima doña Juana Ross de Edwards una de las mayores filántropas y beatas que hemos tenido en nuestra historia. Desde entonces la familia Edwards ha seguido una tradición de filantropía y obras sociales que mantienen hasta hoy.

A don Agustín le interesaba también la política y fundó El Mercurio de Valparaíso "el decano", que desde el comienzo fue un diario influyente por la posición social y económica del dueño. Uno de los hijos de este matrimonio -que heredó la fortuna y el diario- fue Agustín Edwards Ross. La familia siguió creciendo y siempre los agustines eran los que heredaban la mayor parte de los negocios y el diario, así se llegó a Agustín Edwards McClure, Agustín Edwards Budge y quien nos ocupa hoy Agustín Edwards Eastman.

Aparte de los agustines, la familia Edwards ha tenido muchos otros miembros notables como nuestro entrañable escritor y periodista Joaquín Edwards Bello, el escritor y diplomático Jorge Edwards (aún vivo), la mencionada filántropa doña Juana Ross de Edwards, una heroína de la resistencia francesa cuyo nombre no recuerdo y así. Muchos Edwards también fueron diplomáticos destacados, el propio Agustín Edwards Mac-Clure fue miembro destacado de la comisión chilena plebiscitaria en la cuestión Arica-Tacna.

Los negocios de la familia
Los Edwards tenían una gran fortuna -aunque con los años fue decayendo- basada en áreas económicas especialmente importantes en Chile. Primero la minería, que era la base de la fortuna de los Ossandón. Antes de la Guerra del Pacífico la compañía controlada por Edwards explotaba el salitre y el tren en Atofagasta, así es que le impuesto y el intento de Hilarión Daza de rematarlas, para frenar la competencia que hacían a las salitreras peruanas y bolivianas, fue el detonante principal de la Guerra del Pacífico.

Aparte de la minería empezaron un negocio conectado y muy lucrativo: la banca, el Banco Edwards con sus conexiones con los empresarios mineros y la Bolsa de Comercio de Valparaíso, que en esos años era muy importante, estaba en las mejores condiciones para prestar y recibir plata de las grandes industrias. Minería y banca fueron los buques insignia de la fortuna de los Edwards.

Agustín Edwards Eatsman
El personaje que nos ocupa nació en París, estudió periodismo en Princeton y se inició trabajando como reportero en el Herald Tribune (París) y en el Times (Londres), al volver a Chile se incorporó al diario El Mercurio trabajando en la sección internacional, en los diarios asociados La Segunda, Las Últimas Noticias, hasta llegar finalmente a la presidencia de El Mercurio. Durante la Unidad Popular El Mercurio encabezó la oposición contra Allende y Edwards se convirtió en el demonio de la izquierda chilena, razón por la que tuvo que arrancar a Estados Unidos en 1970, volviendo en 1975, después del golpe.

Mal empresario
Don Agustín no heredó las dotes empresariales de sus ancestros, al volver a Chile las empresas familiares estaban en el suelo y se le ocurrió una inversión gigantesca en base a plata prestada para convertir al diario -su hijo favorito- en el más moderno de Sudamérica. Cambió las tradicionales oficinas en el centro a un modernisimo edificio con top equipamiento tecnológico y aumentó significativamente la cadena de diarios regionales, de allí nació La Estrella de Arica y muchos otros diarios de provincia. Le fue bastante mal, la empresa estuvo al borde de la quiebra y de no ser por los salvavidas que le mandaron muchos agradecidos por la oposición al gobierno de Allende, el diario hubiese desaparecido.

Ya no fueron más de las 10 familias
De allí en adelante El Mercurio mantuvo bastante prestigio -que tiene hasta hoy- pero perdió muchísima plata, la familia Edwards dejó de pertenecer a los grandes millonarios que habían sido por más de un siglo, aunque mantuvieron su posición social gracias a los muchos buenos contactos de don Agustín, en Chile y -en particular- en los Estados Unidos. Edwards fue siempre un prominente miembro del Club de Las Americas de Nelson Rockefeller y hasta su muerte fue considerado como una de las personalidades más serias e influyentes en América Latina. Con los gobiernos Americanos en cambio tuvo una suerte dispar, desde la estrecha alianza con Nixon en su pelea contra Allende (cuyo apoyo económico mantuvo vivo al diario en esos momentos muy difíciles), hasta la frialdad con otros presidentes que lo consideraban un reaccionario.

Aggiornamiento
Durante los gobiernos de la Concertación, Edwards se agiorrnó completamente con la centro izquierda, muy alineado con la idea de la "tercera vía" que sostenía Rockefeller y casi todo el establishment político americano, dejó ir a su columnista estrella, don Hermógenes Pérez de Arce por considerar que podía dañar su entendimiento tácito con la Concertación y lo reemplazó por Carlos Peña, el agnostico, tal vez masón e infatuado rector de la Universidad Diego Portales. Don Agustín cometió muchos grandes errores en su vida, uno de ellos fue este desplazamiento de su línea editorial

Otro error tremendo y de funestas consecuencias para el país  fue cuando terroristas secuestraron a su hijo Cristian Edwards del Río y tuvo que pagar un millonario rescate. Esto dejó a don Agustín muy choqueado y lo llevó a crear la Fundación Paz Ciudadana, en asociación con Sergio Bitar, que fue el semillero intelectual preparando el camino a muchas leyes estúpidas. Finalmente terminó patrocinando mamarrachos como la Reforma Procesal Penal, la Academia Judicial y otros negociados cuyas consecuencias estamos pagando todos los días.

Los tres grandes errores
Creo que esos fueron sus tres grandes errores, de menor a mayor: la imprudente renovación de El Mercurio, el aggiornamiento con la Concertación y la fundación Paz Ciudadana. Pocos errores pero enormes. En su defensa se podría decir que los dos últimos probablemente fueron por instrucciones directas de Rockefeller y el establishment político americano del que Edwards siempre fue hombre de confianza.

Agustín Edwards fue un hombre bueno y correcto, sigió la tradición familiar de la filantropía, mientras pudo costearla. Le compró el cuento chino de País Digital a Fernando Flores, dió plata para la editorial Aguilar-El Mercurio, Se preocupó por la preservación de la flora y el fomento de las tradiciones huasas, era profundaamente patriota. En fin, casi a los 90 años don Agustín, que gustaba andar con su chupalla de huaso en el fundo de Graneros, pasó a mejor vida como dicen los siúticos, yo creo que fue un evento muy importante que está marcando un punto de inflexión en nuestra historia ¿para donde? No tengo idea, si tuviese bola de cristal estaría apostando en la bolsa de valores en lugar de escribir estas tonteras.