Le dije a Francisco Vasquez de la página Historias de Quellón que iba a escribir sobre algunos recuerdos de mis años allá, bueno, sin más trámites, aquí va:
Debe haber sido en 1971, mi papá todavía tenía dos barracas en Castro y dos aserraderos en Quellón, pero cuando empezó a aparecer la inflación todo el negocio se empezó a deteriorar aceleradamente. una barraca ya no daba ni para pagar el arriendo del local, creo que era de un señor de apellido Goic o Goles, no recuerdo bien, que esperó todo lo que pudo hasta que finalmente no hubo más alternativa que cerrar. Otros descendientes de croatas en Castro eran los Skarmeta, buenos amigos de mi papá, creo que eran familiares del escritor. La cosa es que los negocios fueron de mal en peor y la otra barraca, que estaba a la entrada de la ciudad en el barrio de los palafitos también tuvo que cerrar.
Yo estudiaba en Ancud en esos años, unos 80 km al norte y el primer año, 1970, viajaba todos los fines de semana a Castro. Pero llegaron las vacas flacas y mis padres se tuvieron que cambiar a Quellón cerca de donde estaban los aserraderos. Yo entonces empecé a viajar solo para las vacaciones, y a veces ni eso, eran 167 Km y el camino en esos años era horrible, se cortaba por derrumbe o árboles caídos durante los temporales, en fin, el viaje era un drama.
Mi mamá nunca quiso vivir en el sur y -según me contaba- en 1959 llegó hasta Puerto Varas, donde tuvo una pelea épica con mi padre, le tiró una plancha por la cabeza y se mando a cambiar de vuelta a Santiago. Estuvieron separados 10 años hasta 1969 y cuando se pusieron en la buena nuevamente yo prácticamente no conocía a mi papá. Fue una gran sorpresa para mí porque era muy viejo y extremadamente feo, pero llegó con plata y nosotros llevábamos años de miseria así es que me cayó simpático de inmediato, pensando que por fin dejaríamos de ser pobres. Fue todo lo contrario, en un par de años perdimos todo, incluso nuestra casa en la Población Santiago, que tanto nos había costado. Mala suerte por todos lados.
Como decía, hasta 1969 mi padre era prácticamente un desconocido para mi porque lo había visto muy poco, pero después del shock inicial hicimos buenas migas de inmediato. Teníamos el carácter muy parecido, era pacífico y muy flemático, jamás lo vi perder el control, ni en las situaciones más horribles. Discutíamos de política durante horas pero jamás nos alterábamos, parecían debates de la Cámara de los Lores, cosa que desesperaba a mi mamá, que quería ver correr sangre a toda costa. Mi papá estudió en el Colegio Mackay y después en Hamburgo, así es que hablaba perfectamente inglés y alemán, se juntaba con sus amigos -como el señor Nielsen en Quellón- a conversar en inglés lo que me ponía verde de envidia, creo que entonces decidí aprender inglés a toda costa, por pura envidia.
Mi mamá era todo lo contrario; extrovertida, bromista, amiguera, buena para inventar historias y polvorita de mecha corta: se enojaba y des-enojaba con una facilidad increíble. A mucha gente le caía bien porque tenía una especie de facilidad natural para hacer amigos, también era muy bromista y a todos los que conocía les inventaba alguna historia divertida. Llegamos a Quellón primero a vivir a un hotel que estaba en la costanera, los dueños eran una familia muy simpática, yo me hice amigo del hijo que tenía una hermana lindísima, todavía me acuerdo. Igual era deprimente vivir en el hotel, allí pasé el peor año nuevo de mi vida según recuerdo, desde entonces no me convencen esa fiestas.
Luego nos cambiamos a una casa que yo recuerdo como lindísima, años después volví a Quellón y casi me muero al verrla, estaba en ruinas. Mi mamá,sociable como siempre, se hizo amiga de todos, especialmente de nuestros vecinos los Oyarzun, a través de la página de Facebook pude encontrar hace un par de semanas a Héctor, que si mal no recuerdo tenía también dos hermanas, claro que yo compartí poco porque iba solo en las vacaciones, pero recuerdo que el papá de Héctor, que trabajaba en el hospital, nos regalaba unas mistelas exquisitas que preparaban en su casa.
Esa casa en Quellón era un paraíso para mi: tenía además de mi dormitorio en el segundo piso una pajarera donde dibujaba, con vista a los paisajes más maravillosos de Chiloé en verano, con atardeceres tan lindos que llegaban a doler los ojos. El volcan Corcovado de frente, cada atardecer era un espectáculo. La casa estaba en la costanera y a pocos metros pasaban saltando las toninas (delfines), ese era otro espectáculo, igual que los buzos con escafandra que sacaban mariscos o las trampas para centollas. Comer centolla era común como comer pan, no costaba nada y a veces hasta las regalaba algún vecino que había cazado demasiadas.
Teníamos un patio enorme con una especie de mini-selva, donde los vecinos mandaban a pastar sus animales, habían manzanos y otros árboles frutales. Una vez se nos ocurrió con mi mamá plantar papas, plantamos un saco y cosechamos como diez ¡no sabíamos que hacer con tanta papa! En ese tiempo éramos amigos de varios de los de la comunidad huiliche de Chadmo, donde teníamos un aserradero, recuerdo a los Pairo, Raín y por supuesto al cacique Huenteo (o Guenteo) que invitó un par de veces a mi mamá a su casa.
Ellos trabajaban ocasionalmente con mi padre y cuando la situación política se puso tensa vino lo inevitable, los huiliches se tomaron el aserradero y nos quedamos en la ruina. Ni siquiera un crédito Corfo, que consiguió mi papá con la ayuda de Santana, que para el golpe del 11 de septiembre se fue a entregar y -según la versión de mi mamá- los carabineros creyeron que venía un ataque y lo mataron ahí mismo. Mi papá incluso se inscribió en el Partido Comunista -siendo momio recalcitrante- pocas semanas antes del golpe, después le hacíamos bromas con lo de "el último upeliento", su historia fue igualita.
Allí se terminó nuestra aventura en Quellón, nos vinimos a Arica donde vivía mi hermana, algunos años después mi papá se murió en la total pobreza. Pero yo nunca h4 dejado de llevar a Chiloé adinde vaya, siempre llevo un pedazo de Ancud, de Castro y de Quellón, que por alguna parte tengo sumergido, de cuando en cuando me aparece el chilote. Así fue como me dio el otro día por buscar algo de Quellón y me encuentro con la página Historias de Quellón, donde volvieron los recuerdos de esos años maravillosos.
NULLA DIES SINE LINEA. Filosofía barata, historias, historietas, moralejas, chamullos, relatos absurdos, la vida de un vago, cosas de Arica, literatura, música, pornografía, política, física, cocina regional, minas, copete y cosas por el estilo. The awesome, absurd and often bored adventures of our Man of Mystery in Arica, from the trenches, in the Northern Front. Sacar a mil, sacar a mil. Streams of brilliance often spring from boredom. "Be yourself, but bigger"
el señor nielsen será el de puerto montt? yo vengo siendo descendiente directo del caballero, tenía gran cantidad de propiedades entre puerto montt y calbuco, y sospecho que se inscribió a tiempo con los comunistas y no le expropiaron ni un milímetro. y sucedió lo de siempre, una rama de la familia se quedó con lo valioso y todo el resto a comer papa y grasa por el resto de chile. por supuesto quedé en el lado de la papa.
ResponderBorrary ayer recibimos la noticia del día, el guatón dávalos tuvo lucro cesante por 3300 millones por culpa de un payaso de canal 13. demanda a su financista.
Hermosas las historias... Una infancia dura pero bonita como las de cualquiera de nosotros que vivió hasta 1999, después aparecen los millenials de mierda.
ResponderBorrarUn buen retrato de un mundo qu ese fue, cuando peke uno vivia todo el dia en la calle, entraba a las casas de los vecinos del barrio, era amigo de todo el mundo. Hoy apenas dejamos que los niños miren a la calle.
ResponderBorrarAnónimo, tal vez un descendiente, el señor Nielsen que yo recuerdo ya era viejo en esos años, debe estar muerto hace mucho, creo que era familia de balleneros llegados por esos lados, o genente de la fábrica de alcohol, no recuerdo bien, me parece que ya estaba jubilado. Lo que recuerdo es que en su casa había un piano, cosa insólita para el aislado Quellón en esos años. De repente sería tu bisabuelo o algo así, por los años.
ResponderBorrarJosé, Wilson, lo pasé muy re bien en esos años ya era adolescente, tenía entre 16 y 18 años. claro, la vida era muy diferente cuando yo era niño en Recoleta, vida de barrio, juntarnos en la calle todos los días, otro mundo
Muy bueno recordar un lugar recordando la propia vida allí - es que no debe ser de otro modo, pero ya sabe, está ese estilo literario falso del tipo " ... recuerdo los bellos atardeceres mirando hacia el sudeste.. bla.. bla" donde el relator intenta describir el lugar sin involucrarse personalmente. Esto es más efectivo.
ResponderBorrarEso de los paisajes es lo más raro de to0do Ulschmidt, las primeras veces yo me quedaba alucinado mirando la puesto de sol (que en verano ocurre como a las 10 de la noche allá) pero después de un tiempo ya ni me llamaba la atención.
ResponderBorrarEs lo mismo que con mi casa, que tiene una vista preciosa que domina toda la ciudad, todos los que vienen me dicen "¡que bonita vista!" pero a estas alturas ya no me doy ni cuent. Debe ser lo mismo que cuando uno se casa con una mujer muy bonita, después hasta le empieza a ver defectos jaja
yo calculo que tatarabuelo debe ser el caballero de quellón, eso de las ballenas suena interesante, voy a investigar si alguien sabe algo, y con ancestros vikingos nunca he pescado ni una mísera sardina
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