Ociosas reflexiones sobre dejar de ser pobre
Hace muchos años atrás, cuando yo era un jovenzuelo que soñaba con forrarme en plata, descubrí que existen solo tres maneras de hacerse rico: una es apostar en alguna clase de lotería, otra ganar más y la tercera gastar menos. Es muy simple entender que esas son las únicas formas en que se puede acumular capital, que es el verdadero camino a la riqueza. Claro que es muy fácil decirlo y entenderlo, pero bastante complicado de poner en práctica, eso lo fui aprendiendo con los años.
Porque si quieres ganar más normalmente tienes que gastar más -invertir le llaman- ejemplo típico es el vendedor, que gasta mucho en ropa y un estilo de vida fastuoso pensando que con eso puede aumentar sus ventas. Para ganar más hay que invertir y si inviertes no ahorras. Lo malo es que las inversiones son apuestas donde siempre puedes perder, aunque hagas todo de la manera "correcta". El camino de ahorrar tampoco tiene ningún sentido si ganas poco, no hay nada más absurdo que pedirle a un pobre que ahorre.
Después de mucho darle vueltas al asunto, cuando era yo muy pobre, descubrí que si ganaba diez pesos no ganaba nada ahorrando un peso y que tampoco era factible que mis ingresos aumentaran porque apenas tenía para comer y mal vestirme. La mayoría de los pobres cuando se dan cuenta de eso llegan hasta ahí nomas, se convierten en resentidos sociales echando la culpa a los malvados egoistas, gastanto lo que ganan en lo que sea y haciendo cualquier trabajo miserable para sobrevivir: ese es el famoso círculo vicioso de la pobreza.
Pero a mi no me iba a pasar, mal que mal mi padre y mi abuelo en el pàsado fueron millonarios y -aunque yo nunca llegara a serlo- me aterrorizaba la idea de tener que trabajar en alguna ocupación miserable, solo por la obligación de sobrevivir. Entonces me acordé que había una tercera forma de romper el círculo de la miseria: apostando.
Existen varias maneras de apostar y también distintos grados. Algunas de las apuestas más grandes son también las más sencillas, por ejemplo comprar un boleto de lotería es una de las apuestas más grandes que se pueden hacer, porque te puedes hacer millonario con una inversión insignificante y cero esfuerzo. El problema -todo lo relacionado con la riqueza tiene problemas- es que la posibilidad de ganar también es infinitesimal. Mi suegro durante toda su vida persiguió un mismo número del Lotto y se murió sin haber ganado nunca un peso. Yo bromeaba diciendo que si algún día ganaba el premio iba a comprar la casa y nos iba a botar a todos.
En esos años yo hice una apuesta menos ambiciosa que el Lotto, pero mucho más arriesgada y difícil. Así fue como sin un peso en el bolsillo, el año 1978 entré a estudiar a la universidad, justo cuando estaba dejando de ser gratis. Mi idea era que con un título de ingeniero de ejecución electrónico dejaría de ser el pobre diablo que hasta entonces había sido.
Los riesgos eran enormes. Para vivir sin riesgo podría haberme quedado reparando televisores o hacer algo parecido. Esto habría sido una excelente decisión si reparar teles me gustara, pero pronto descubrí que habría odiado ese trabajo especialmente porque no tenía las aptitudes. Con los años me he encontrado con compañeros que hicieron su desarrollo profesional como técnicos electrónicos con una carrera perfecta, a la mayoría les fue mejor que a mi, pero diablos, la cosa era que a ellos le gustaba ese trabajo y a mi no.
Entré a estudiar con todas las probabilidades en contra y yo que soy pesimista tenía la pesadilla permanente que cuando me faltara muy poco para terminar me iban a echar, como le pasó a tantos compañeros, porque hasta los ochenta las universidades todavía eran muy exigentes. Apenas tenía para comer y ahora debía pagar una matrícula a comienzos del año, además de endeudarme con el arancel (todavía, a los 62 años lo sigo pagando) ¿a qué clase de loco se le ocurre hacer algo así? A mi. Lo más probable era que no durase más de dos años en la universidad, después, perderlo todo.
Entonces apareció el minuto de suerte, el rayo inesperado cuando un amigo me consiguió un trabajo en Zona Franca de Iquique como vendedor comisionista y con eso cambió toda mi vida. El trabajo al principio era miserable pero fui escalando muy rápido y en un par de años me estaba embarcando en un viaje de vuelta al mundo, cuando no hace mucho no tenía ni para comer. Y así siguió la cosa, cada vez mejor.
Si yo fuese un poco más estúpido (soy medio tonto pero no tanto) estaría muy orgulloso de lo que he conseguido, por haber cambiado mi vida, aunque no soy millonaio ni mucho menos, y podría atribuír esto a mis "buenas decisiones". Mentira, fue todo cuestión de suerte, a mi me llegó por casualidad un salvavidas justo cuando me estaba ahogando y eso cambió todo.
Pensándolo hoy, creo que lo que se necesita para salir del círculo de la miseria, o de hacer un trabajo despreciable para sobrevivir, que es prácticamente lo mismo, es una combinación de las tres cosas. Primero que todo hay que apostar y si perdemos seguir apostando. Luego hay que ganar más y cuando estamos ganando siempre hay que ahorrar algo, metódicamente porque lo que llega por suerte se va por mala suerte. Esa es -creo yo- la receta para salir del círculo de la miseria. El éxito o fracaso lo determina la suerte así es que si nos va mal tenemos que seguir apostando y si nos va bien ser humildes y agradecidos de la suerte que tuvimos.
Lo primero es apostar, en una apuesta puedes ganar o perder, pero las ganancias y pérdidas rara vez son absolutas, por ejemplo yo aposté por universidad para forrarme en plata, pero los tiempos cambiaron, hasta obtuve un postgrado pero hoy levantas una piedra y aparecen diez MBA, con el agravante que estudiar ahora en incomparáblemente más fácil que antes así es que el diploma que antes era una especie de certificado de inteligencia, hoy no significa nada. En cierto modo fui víctima del progreso.
Mi buen amigo Aldo tiene casi mi misma edad y empezó igual de pobre que yo. Hoy es millonario y vive bien contento de lo que ha logrado. Por el camino del comercio él consiguió lo que yo lo no hice por el camino de la universidad, ojo con eso.
Pero cuando las cosas no se dan como lo ambicionábamos, no es mala idea ajustar los objetivos. Yo después de tantos años de estudio y tantos años cesante bien podría haberme convertido en un resentido, viendo lo que otros han conseguido. Nunca se me ha pasado esa idea por la cabeza, al contrario, con el tiempo he ido cambiando mis prioridades y mis ambiciones, de acuerdo a como cambia la suerte.
Cuando uno llega a la edad en que demasiados amigos están en el cementerio, es un buen momento para pensar si estamos contentos o no con lo que hicimos y que diablos nos convendría seguir haciendo en adelante, mal que mal cualquier día -espero que de la manera más inesperada- voy a amanecer tieso, helado y todo lo que haya "logrado" no va a valer nada.
Creo que cuando tenía cuarenta y tantos se me iluminó la ampolleta y tuve una idea muy buena: pensé que ya había conseguido suficientes cosas para alimentar a mi inflado ego y pasara lo que pasara, ya no iba a morir como un pobre diablo, al menos ya era un "don" nadie, así es que de entonces en adelante ya no tuve ni una sola ambición, más que conservarme relativamente libre de enfermedades molestas. Desde ese momento dejé de preocuparme y me convertí en el vago que soy ahora.
Estudio mucho porque me gusta y me entretiene, me da lo mismo si sirve o no sirve para nada, es mi chifladura. Me interesa la política pero solo para especular y pasar el tiempo, no como una profesión ni mucho menos. Claro que me encantaría recibir un sueldo de siete cifras todos los meses sin hacer nada, como muchos políticos que conozco, pero ¿me encantaría? Tal vez, no sabría decirlo hasta que lo pruebe. Para eliminar esas tentaciones trato de quedar mal con todo el mundo porque hay que tener en cuenta ese dicho de "no existe maricón arrepentido". prefiero abstenerme antes que probar ciertas cosas.
Tomás, hay que definir qué es "ser rico". Para mucha gente, la riqueza es sobre todo tener una gran familia y muchas amistades. Para otros, el no tener que trabajar y puede ser debido a que, o bien no necesita mucho dinero o bien ha ganado muchísimo...no sé, la riqueza tiene muchas vertientes a mi modo de ver. Yo creo que soy pobre en todas las vertientes, jeje.
ResponderBorrarAh claro,la riqueza espiritual y todo eso. En esta entrada me refiero específicamente a la riqueza monetaria, al stock, acumulación de activos más que flujo.
ResponderBorrarLas otras riquezas son las importantes desde luego, partiemdo por la mayor tiqueza -y la menos apreciada- que es tener buena alud, esa es la verdadera riqueza, las demás son challa
Sí...si hay algo que no se puede comprar con dinero (al menos de momento), eso es la buena salud :). Estoy de acuerdo.
ResponderBorrarBuen artículo Tomás. Hace poco descubrí este blog. Felicitaciones!
ResponderBorrarHola Sebastian, un gusto conocerte y bienvenido al Club de Ociosos, donde todos los días conversamos acerca de las múltiples tonteras que se me ocurren "NULLA DIES SINE LINEA" ¡no te pierdas!
ResponderBorrar