Nuevamente vengo a agradecer la generosidad de quien yo se, expresada en el apoyo a este rufián del ciberespacio y su benemérita Fundación Mi Billetera. Sumado a ms ahorros, los que cuido como hueso de santo y gasto con cuentagotas me dara otro mes de tranquilidad para el futuro incierto ¡Hip, Hip Hurra! El Pulento, que me tiene buena, lo agradecerá por mi y el Divino Krishna le traerá años de bienestar y buena suerte ¡Chas gracias!.
Un día, cuando Franklin era un jovenzuelo arrebatado, un viejo pastor cuáquero, amigo suyo, lo llevó a un lugar privado y le descargo unas cuantas verdades, algo así como esto:
"Ben, eres imposible, tus opiniones son como una cachetada para quien difiere contigo. Tan es así que ya a nadie interesan tus opiniones, tus amigos cada vez la pasan mejor cuando no estas con ellos, sabes tanto que nadie te puede decir nada, tan es así que nadie va a intentarlo siquiera porque ese esfuerzo solo le produciría incomodidades y trabajos. Por tal razón es muy probable que jamás llegues a saber más de lo que ya sabes ahora, que es muy poco". Terminó diciendo el cuáquero.
Uno de los rasgos más nobles que ha tenido Benjamín Franklin es la forma, a mi juicio, como él acepto esta dolorosa lección. Tenía ya edad suficiente y bastante cordura para saber que era exacta, que si seguía como hasta entonces solo podía llegar al fracaso y a la catástrofe social.
Franklin dio pues una media vuelta y comenzó a modificar su actitud insolente, llena de prejuicios.
“Adopte la regla” – refiere Franklin en su biografía – “de eludir toda contradicción directa de los sentimientos de los demás y toda afirmación positiva de los míos, hasta me prohibí el empleo de aquellas palabras o expresiones que significan una opinión fija, como; por cierto, indudablemente, etcétera. Y adopte en lugar de ellas; creo, entiendo o imagino que una cosa es así o así me parece por el momento. Cuando una persona aseguraba algo de lo que a mi juicio era un error, yo me negaba el placer de contradecirlo abiertamente y de demostrar enseguida algún absurdo en sus palabras y al responder comentaba que en ciertos casos o circunstancias su opinión sería acertada pero que en el caso presente me parecía que había cierta diferencia”
“Pronto advertí los beneficios de este cambio de actitud” – continúa Franklin – “las conversaciones que entablaba procedían más agradablemente, la forma modesta en que exponía mis opiniones, les procuraba una recepción más pronta y con menos contradicción. Me veía menos mortificado cuando notaba que estaba en un error y conseguía más fácilmente que los otros admitieran sus errores y se sumaran a mi opinión cuando era justa”.
En el curso, dictado por los filósofos Duncan Pritchard, Ian Church y Emma Gordon, de la Universidad de Edimburgo, muestran distintas ideas que han aparecido acerca de la Humildad intelectual, mostrándola como una virtud, opuesta al vicio de la arrogancia intelectual. A mi me parece equivocado hacer a priori estos juicios de valor, ser humilde o arrogante no es bueno o malo en si mismo, pero sin duda la humildad intelectual puede significar a veces una fortaleza o ventaja, al menos en términos sociales.
La humildad intelectual no es ninguna virtud, muchos grandes intelectuales -de los mejores- han sido extremadamente arrogantes; Nietsche, Beethoven, Newton, por nombrar solo a tres, eran insoportablemente ególatras y eso no les pone ni les quita un pelo a su calidad intelectual. Más complicado es cuando alguien sin ser un genio es intelectualmente arrogante y peor todavía es cuando alguien francamente estúpido es además arrogante. Como supondrán este último caso es el más frecuente y el que más desprestigia a la arrogancia intelectual.
Dicen los profesores que la humildad intelectual es una especie de equilibrio enre la arrogancia de quien está fanáticamente convencido de sus ideas y el servilismo intelectual, que desprecia sus propias ideas y acepta todas las demás sin siquiera revisarlas.
En todo caso la arrogancia es un asunto mucho más social que intelectual, yo no he conocido a nadie que sea realmente brillante y que no tenga arrogancia intelectual de una u ota manera. Lo que pasa es que algunos la manejan bien y se las arreglan para pasar por humildes, esos son los que, a la capacidad intelectual le agregan habilidades sociales y emocionales. Supuestamente a eso deberíamos aspirar todos.
Pero hay un último detalle en esto, yo veo la humildad intelectual como una fortaleza no solo para el manejo social, sino que permite mantener la mente abierta a cambiar de opinión Los genios se pueden dar el lujo de la arrogancia cuando sus ideas se han convertido en inatacables, pero los que somos gente normal deberíamos mantenernos siempre lejos de la defensa fanática de nuestras propias ideas, principalmente por dos razones: porque nos deja la mente abierta para aprender cosas nuevas y -tal vez lo más importante- porque nos hace aprecer como "más simpáticos"
Es tu último punto el realmente importante. Yo adopté esta posición hace algunos años (bien tarde, en realidad) porque me dí cuenta que mis opiniones se estaban estancando. He podido modificar varios rasgos de carácter, lo que me tiene muy contento.
ResponderBorrarCLaro, se supone que una de las características sociales más valiosas del ser humano, que le dan ventaja sobre los animales, es la plasticidad, la capacidad de cambiar, adaptarse, variar, etc. las hormigas y las abejas en cambio son muy rígidas, pueden sobrebivir millones de años y ser mu eficientes pero no avanzan. hace años leí un libro que comparaba a las hormigas y los hombres, decía que aunque las hormigas son muchísimo más exitosas por su permanencia, todavía se pueden encontrar especies con millones de años de antiguedad que no han cambiado. Como encotrar un pitecantropus, o como se llame, entre nosotros.
ResponderBorrarEs mucho más divertido y entretenido estar abierto al cambio, la gente que es muy rígida en sus opiniones a veces me parecen medio tontos
"Sobrebivir" jja
ResponderBorrarA propósito,acabo de estrenar la humildad intelectual, estuve a punto de meterme en una discusión sobre la guerra del Pacífico (un tema de pelmazos como pocos) y me di el gusto de retirarme caballerosamente jo-jo
Que buena columna de hoy Tomás!
ResponderBorrarNunca había escuchado acerca de la "humildad intelectual". El consejo a Ben Franklin hasta incluso me llegó a mi. Fue una forma de "Cambiar la estrategia, no la meta" bien eficiente. De no ser así ni siquiera estaría en los billetes de $100 USD.
Pero el tema de la arrogancia, al igual que muchos comportamientos "sociales" se basa mayoritariamente en como juzgamos a las personas basadas en nuestros preceptos preconcebidos o adquiridos durante nuestra vida. Para mí un poco de arrogancia nunca es malo cuando sabes que no pueden derribarte, pero tampoco caer en esa sensación de "falsa confianza" ya que en algun momento todos nos caemos, error que han cometido los zurdos (a modo de ejemplo) cuando hablan convencidos de que sus ideas traerían la felicidad, aun cuando los porfiados hechos dicen todo lo contrario.
Un ejemplo autóctono de arrogancia y genialidad reciente, en mi humilde opinion, es el Chino Rios. El wn jugaba cuando queria, ganaba cuando queria y darse el lujo de mandar a la csm a quien quería, porque era un crack! no por nada fue el primer latinoamericano en ser n°1 de la ATP hace un tiempo.
ResponderBorrarJosé, ese párrafo sale en un estupendo libro de Dale Carnegie, que es el únio guru de verdad en este cochino mundo
ResponderBorrarhttp://profesores.fi-b.unam.mx/cintia/CarnegieDale-CmoGanarAmigoseInfluirsobrelasPersonas.PDF
Lo recomiendo a ojos cerrados, es un libro excelente
Claro, todos los que tienen mucho talento tienden a ser muy arrogantes, pero nosotros -los normales- no podemos darnos esos lujos, o sea podemos pero hacemos el ridículo!!!
O sea, hubo sólo un Newton. ¡Y un Chino Ríos!
ResponderBorrarAsí creo yo, Leus. despues de ellos "no salió mas pasto".
ResponderBorrarLlega a parecer que para ser genio hay que poseer cierta arrogancia intelectual o simplemente verse por sobre el resto, lo cual bueno, tiende a ser un hecho en los intelectuales, que por algo reciben ese nombre. Se preocupan de cosas muy profundas, entienden cosas que el resto no y como son más las veces que se está con gente más superflua que con alguien del mismo nivel, eventualmente se mira al resto como a unos tarados y a uno mismo como un ser superior y esto se exacerba si nadie le ha parado el carro antes.
ResponderBorrarEs más, esta arrogancia puede verse muy claramente en el hecho de que muchos pensadores han considerado su labor como la más importante de todas. Jamás le darán ese puesto a un arquitecto o a un cocinero por ejemplo.
Es un asunto social que no tiene mayor importancia, la mayoría de nosotros, si no todos, somos arrogantes en alguna medida, pero también grandes genios fueron también extremadamente humildes, como el caso de Einstein, Ramanujan (tal vez el mayor genio matemático de la historia) y otros más.
ResponderBorrarMucha gente que sobresale es arrogante y ególara porque es la única forma que encuentran para que los tomen en cuenta, yo tengo una amiga que es artista muy exitosa en Europa y me dijo una vez que un artista sin ego jamás logra nada porque no lo toman en cuenta, es posible que en otros campos pase lo mismo.
Alguien decia que no hay almuerzos gratis, ni tampoco humildad agregaria; opino humildemente claro :-)
ResponderBorrarClaro, yo creo que a los que somos normales, que no hemos inventado las Leyes del Movimiento ni la Relatividad General, nos conviene ser humildes porque eso es diferenciador. La mayoría de los pobres diablos son arrogantes, así es que dferencia ser unpobre diablo humilde, o pretender serlo al menos.
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