Tiempos dificiles,

Cuando la cosa se pone mal las desgracias vienen en serie. Creo que ya les conté que el auto no pasó la revisión técnica, rechazado por emisiones, entonces comenzó mi peregrinaje por los mecánicos. En realidad en Arica conozco solo dos talleres que tienen la maquina para medir las emisiones y con uno estoy peleado. Como ven, mis alternativas no son muchas.

En una revisión rápida el mecánico -venezolano- no encontró que diablos podría ser, así es que me dijo que se lo trajera de nuevo, pero temprano para revisarlo con calma. Y aquí estoy, a las 7:30 de la madrugada esperando que aparezca. Diablos.

El año pasado fue la misma cosa, otro mecánico empezó a probar "por descarte" cambiando piezas, lo que me costo una maldita fortuna. Rediablos, al final la falla la encontré yo, era: una manguerita que valía menos de un dolar. Rediablos.

Claro que esta vez no tengo donde caerme muerto, así es que cambiar piezas ya no es opción.Como las cosas malas nunca vienen solas, ayer, cuando iba a traer el auto, se me perdió la billetera. Requete diablos, como si no tuviese suficientes problemas. Entonces empece a pensar en todo el lío para volver a sacar carnet de identidad, licencia de conducir y lo demás.

Anoche, mientras me entretenía en esas alegres reflexiones y trataba, inútilmente, de dormir, me di cuenta que me estaba portando como un idiota, porque seguramente al otro día iba a encontrar la maldita billetera, que fue lo que efectivamente ocurrió.

Nos preocupamos por nada, las cosas pasan o no, independientemente de cuanto nos preocupemos, eso lo aprendí cuando me iban a rematar la casa, claro que a veces se me olvida. La verdad es que siempre se me olvida.

Y bueno, mientras el mecánico se quebraba su cabeza buscando la falla, yo, para arreglar la mía, me fui donde el peluquero. Don Luis hizo lo que pudo, hay que reconocer que es el mejor peluquero de Arica pero no puede hacer milagros tampoco. Ahora ando con mi mejor aspecto de huevo duro, si señores, con ustedes, el maldito huevo duro.

Todo mal, encontré en Internet la última novela de uno de mis escritores favoritos, el gran Truman Capote, el libro se llama "Plegarias respondidas" (Answered prayers) y para mi maldita mala suerte es el primer libro realmente malo de Capote que he leído en mi vida. Que desilusión más grande, nunca había leído algo malo de él, parece que escribió el libro sin ganas y se le nota cada uno de los trucos, si se hubiese muerto antes de escribir eso se habría ido a lo grande.

Luego me llama el mecánico, vuelta al taller, conclusión: no tiene idea que diablos podria ser, me dice que le cambie el catalítico por si acaso. Arg. El plazo fatal para presentarlo a la segunda revisión vence el 22, parece que tendré que pasar a la clandestinidad, una vez más.

Bueno, nada interesante que contarles aparte que están pasando puras cosas malas, una tras otra. Para distraerme paso muchas horas dedicado a mi nuevo hobby de buscar parientes perdidos. Hasta ahora he encontrado a 10 presidentes de Chile y 3 gobernadores coloniales en mi familia, a la familia Edwards, los de "El Mercurio" y descubrí un parentesco bastante cercano con doña Juana Ross Edwards, una de nuestras más grandes filántropas. En fin, poco a poco los voy agregando en el Blog de genealogía de mi familia que está cada día más completo.

Y aprovecho de leer las historias de los personajes, uno de ellos es Benjamin Subercaseaux Zañartu, mi primo 6º que tiene una historia interesante, Benjamin fue escritor y diplomático, escribió un libro que a mi siempre me gustó, llamado "Chile o una loca geografía". Leo en Wikipedia algo que le va a gustar a mis amigos tacneños:

"Sus últimos años los pasó en el extranjero: en 1965 fue nombrado cónsul vitalicio, y él eligió París con el fin dedesempeñar una cátedra en la Escuela de Antropología de 1966 a 1967​ después fue con el mismo cargo a Grecia, Mendoza y finalmente, se trasladó a Tacna (Perú), donde falleció.​

Subercaseaux explicó su última elección así: "Quise morir en el corazón de mi patria; pero sentí allá una tremenda desolación. Creo que Tacna es mejor para vivir así, como yo estoy: con un pie en la tumba. Aquí me quedaré y aquí deseo morir". Según la carta que dejó al cónsul general de Chile en Tacna, Humberto Álvarez, debía ser cremado y las cenizas depositadas en una pequeña caja la que sería guardada al interior de la cabeza de bronce esculpida por Marta Colvin; no quería que se colocara su nombre en ella y pedía que solo llevara la inscripción: "Il n'y a pas d'autre mort que l'oubli" (No existe otra muerte que el olvido). Este epitafio lo explicó con estas palabras: "Los simples se creen inmortales. Así está el mundo. No son pocos los que estiman ser eternos porque maúllan una canción o aplican una cachetada espantosa. Pero ¿cuántos de ellos quedarán olvidados en vida? Otros, a breve plazo de su muerte. En verdad, morimos cuando dejan de recordarnos".​

La Nación, en un artículo publicado con motivo del centenario de su nacimiento, señalaba: "Era un autor polémico, desmistificador y provocador. Le interesaba ser más un científico, antropólogo, sicólogo, y geógrafo que un creador de ficciones" [...] "Era un hombre alto, vital, de voz tonante y apostura aristocrática. Tenía prestigio de buen orador y ocupaba las tribunas para decir sus verdades aunque molestaran a sus auditores. Defendía los derechos de las minorías".​

Curiosamente don Benjamin prefirió irse a vivir a Tacna, antes que disfrutar de su consulado vitalicio en París, Grecia o cualquier otro lugar del mundo. Le encuentro toda la razón, entre París y Tacna, en esta última ciudad se vive mucho mejor y si alguna vez soy desterrado de Arica -por ladrón o lo que sea- creo queme iría a vivir a Tacna igual como mi pariente, de tiempo en tiempo iría a la frontera con un catalejo a hacer zapping al Morro. Inteligente don Benja y suertudo, tuvo mucha más suerte que yo al menos.