El paisaje

Me quedó dando vueltas esa decisión de Benjamín Subercaseaux de irse a vivir a Tacna sus últimos años, que debe haber parecido incomprensible para los miles o tal vez millones de chilenos que sueñan con vivir en París, Londres o Nueva York, lugares repletos de actividad estimulante "donde pasan las cosas" en contraste con un pueblito dejado por la mano de Dios.

También pensaba en el comentario del doctor Renato Aguirre, que tuvo la oportunidad de vivir forrado en Inglaterra o Estados Unidos, sacando provecho de su habilidad como cirujano, pero prefirió "perderse profesionalmente, enterrándose en Arica", llevando una vida de médico de provincia que seguramente empezará a ser reconocida después de muerto, como le pasó al doctor Juan Noe y tantos otros grandes personajes de nuestra ciudad.

Tengo muchos amigos que se han ido de Arica a Santiago o a otros países, asfixiados por la chatura cultural y humana de nuestra pequeña sociedad, donde con regularidad los malos, hipócritas y mediocres son los que tienen éxito, mientras que la gente valiosa y con mérito las pasa negras y se les cierran todas las puertas, por el sistema cerrado, amistocrático y de protección familiar que manda en nuestra pequeña sociedad.

También están otros amigos que por obligación de sobrevivencia, como una larga cesantía, o por compromiso familiar, matrimonio o cosas así, se tienen que ir a otras ciudades, entonces viven añorando a nuestro pueblucho soñoliento a la orilla del mar, donde nunca pasa nada pero también donde pasaron los mejores años de su vida.

Pensaba en esa cosa rara, que es como es el paisaje, que nos hace apegarnos o repudiar un lugar, lo podría llamar "el paisaje", que está formado por cosas físicas como la geografía, el clima, la belleza física o fealdad del lugar, pero también por el paisaje humano, la estructura y las costumbres sociales y sobre todo los recuerdos -buenos o malos- que tenemos de un lugar.

Algunos, como Subercaseaux o el doctor Aguirre, tienen la suerte de haber elegido, la mayoría en cambio somos arrastrados por las circunstancias y nos bota la ola en un lugar o en otro. Cuando dejé la Isla de Chiloé, en 1974, recuerdo como pasé por el Canal de Chacao con un nudo en la garganta, convencido que nunca volvería a ser feliz en otro lugar y que tendría que volver en gloria y majestad apenas pudiera. Pero no ocurrió así, al final eché raíces en Arica y -de ser por mi- no me movería de acá ni muerto.

Tom McDonnell siempre me comenta que no existe un lugr mejor en el mundo para vivir que Arica, y así es como nos echamos sus buenos tragos comentando todas las maravillas del lugar y congratulándonos por La Suerte de Ser Ariqueños, me dice Tom que alguien que prefiera vivir en Londres, Nueva York o en Santa Mónica (California) -tres lugares donde él ha vivido varios años- tiene que estar loco, que es una suerte que todavía los gringos no descubran las maravillas de nuestra ciudad.

Algunos años atrás yo me dedicaba con entusiasmo a atraer gente de otros países y aí es como vinieron unas 15 o 20 gringos -Tom entre ellos- a vivir acá, a lo menos un año. Con el tiempo he pensado que no es tan buena idea que vengan muchos gringos para acá, e cierto que hice buenos amigos, pero no me gustaría nada que llegaran de manera masiva como ocurrió en Costa Rica, por ejemplo, no me paree una buena idea, aunque en su momento lo estuve intentando.

El paisaje se podría llamar a la mezcla de varias cosas, que nos hacen querer un lugar al punto de echar raíces en él hasta el triste día en que estiramos la pata, o aborrecerlo al punto de soñar con largarse y no volver a verlo nunca más, es algo muy rao y subjetivo. por ejemplo el fanático amor que tiene la gente de Tocopilla o Calama por esos lugares, que a mi me parecen tan feos, es difícil de explicar.

Hay otras ciudades que son físicamente bellísimas, pero su sociedad y paisaje humano no lo son tanto. Puerto Varas debe ser la ciudad más linda de Chile y una de las más lindas del mundo, al menos que yo conozca, pero la sociedad en toda es zona -entre Osorno y Puerto Montt- tengo la impresión que es la más clasista y arribista de Chile, tengo grandes amigos de allá, que son muy buenas personas, de mis tiempos de Chiloé, los quiero mucho pero de conversar un rato con ellos acerc de los asuntos sociales más simples me quedo enfermo, el increíble. Como esas mujeres muy lindas pero con la cabeza completamente vacía, igualito. Algo parecido es mi impresión de La Serena.

Conozco muy poco de Chile, es increíble que he andado por todo el mundo pero la zona centro sur, de donde era mi abuelo es Terra Incognita para mi. Nunca he puesto un pie en Valdivia, ni en Osorno, ni en Los Ángeles, aunque pinché con una chica de allá hace como mil años, lo mismo puedo decir de Rancagua. He estado un par de días en Tocopilla, Serena, Muerto Montt y en Temuco, Escribo con la seguridad que me da la ignorancia, como cuando el conde Keyserling (o como se escriba) escribió un libro acerca de Sudamérica, después de un par de semanas que pasó borracho en Argentina.

En fin, esta debe ser la entrada más desordenada y sin sentido que escribo en años, pero el maldito asunto de la revisión técnica del auto me tiene la cabeza ocupada en otras cosas, mis disculpas..