Domingo de invierno: defensa de Pablo Neruda

Hace unos días terminó el nefasto mes de julio, cargado de malos ratos y sinsabores productos de mi manía de querer ayudar y hacer favores a todo el mundo, todavía recibo coletazos  de ese mes marcado por el cambio de casa de mi buen amigo McDonnell y varias otras cosas que me tuvieron desagradablemente ocupado. Espero volver a mi estado natural de ocio lo antes posible y me voy a dedicar por un tiempo a la vida de ermitaño que tanto me gusta.

Agosto será mi mes antisocial y partí ayer mandando al diablo la invitación al lanzamiento del libro El Último Mallku, Paisaje Cultural de Tacora, editado por la Fundación Altiplano y el Gobierno Regional de Arica y Parinacota, donde aparezco -de manera algo injusta o exagerada- entre los autores. La verdad es que solo contribuí con la redacción de un par de entrevistas que había hecho hace tiempo a don Fausto Flores y a don Luis Aguirre Guerra, dos antiguos trabajadores de la ex Azufrera Tacora y del Ferrocarril Arica-La Paz respectivamente. El libro se puede ver  en este link.

Me cuenta mi buen amigo Ian Thomson -que si fue y es otro de los autores- que el lanzamiento estuvo excelente, fueron las autoridades de gobierno, toda la gente de la Fundación Altiplano y gente de Tacora,  como mi amigo Adanto Nina, a quien me habría gustado saludar, pero que diablos, no tenía maldita gana de ir a ceremonias. Mi humor no era de los mejores así es que preferí mantenerme lejos del mundanal ruido, siguiendo el consejo de Fray Luis de Leon.

¡Qué descansada vida

la del que huye del mundanal ruïdo,

y sigue la escondida

senda, por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido;

En fin, pasé todo el día como un magnate, igual que Hugh Hefner, en pijama y tomando el poquito de Wild Turkey que me quedaba para espantar los pensamientos negativos, claro que me faltaron las conejitas. No se puede tener todo en la vida, pero con estar deliciosamente ocioso todo el día me basta y me sobra.

El clima, como he contado otras veces, influye mucho en mi estado de ánimo. Cuando no sale el sol la malhumorina me inunda el cerebro y empiezo a entrar en pensamientos negativos, pero los combato apenas aparecen. En cuanto empiezo a imaginar una conversación desagradable o algún pensamiento lúgubre, pienso ¡Alto esto no puede pasar! Entonces enseguida cambio la dirección a algún pensamiento agradable, por ejemplo a una sonata de Beethoven que me se de memoria. Bah, mentira, en realidad pienso en Sonia Braga cuando era una garotinha. Eso me arregla el ánimo en diez segundos.

Este domingo no tengo muchas ganas de poner nada de política, ni de matemáticas o tonteras por el estilo que a veces me da por escribir, pero hay un tema que tengo dejado de lado hace años y debo escribirlo

En defensa de Pablo Neruda
Que "violó" a una empleada en Rangun, que abandonó a su hija con hidrocefalia ¿a quien diablos le importa eso? ¡Es su vida personal, nadie tiene derecho a meterse en esas cosas! La obra de Neruda es gigantesca, parte de la mejor literatura que se ha escrito en lengua castellana. Es un gigante, no solo un buen escritor, es como fueron Kafka, Dostoievsky o Flaubert, ningún otro escritor chileno, ni poeta latinoamericano le llegó siquiera a los talones, fue innovador y sonoro, hasta el que no sabe nada de poesía puede apreciar los versos de "Alturas de Macchu Picchu" en la versión de Los Jaivas, Ese es Neruda para dummies, cualquiera lo puede apreciar

Del aire al aire, como una red vacía, 
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo, 
en el advenimiento del otoño la moneda extendida 
de las hojas, y entre la primavera y las espigas, 
lo que el más grande amor, como dentro de un guante 
que cae, nos entrega como una larga luna.

Ese es el comienzo, no está musicalizado, pero si esta otra

Entonces en la escala de la tierra he subido 
entre la atroz maraña de las selvas perdidas 
hasta ti, Macchu Picchu. 
Alta ciudad de piedras escalares, 
por fin morada del que lo terrestre 
no escondió en las dormidas vestiduras. 
En ti, como dos líneas paralelas, 
la cuna del relámpago y del hombre 
se mecían en un viento de espinas. 

Madre de piedra, espuma de los cóndores. 
Alto arrecife de la aurora humana. 
Pala perdida en la primera arena. 

Ésta fue la morada, éste es el sitio: 
aquí los anchos granos del maíz ascendieron 
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

"Alturas de Macchu Picchu" es una obra grandiosa, y ni siquiera es de las mejores, leer a Pablo Neruda es ir de maravilla en maravilla. Siento pena por los pobres que no pueden disfrutarlo, eso si que es ser pobre, debe ser como estar ciego o no tener el sentido de olfato. ¿A quien le importa que van Gogh fuese un orate agresivo, Truman Capote un homosexual insidioso o que Nietsche estuviera más loco que una cabra? La vida personal del artista es algo que solo interesa a los chismosos, a los mediocres, tal como los seguidores de la farándula en los matinales, gente sin vida, incapaces de apreciar el talento y la grandeza del arte. Malditos enanos. En fin, para que seguir con Neruda, no terminaría nunca. Los dejo con "No me pregunten", un poema que chequeo cada vez que ando con los monos, como ahora:

Tengo el corazón pesado
con tantas cosas que conozco,
es como si llevara piedras
desmesuradas en un saco,
o la lluvia hubiera caído,
sin descansar, en mi memoria.

No me pregunten por aquello.
No sé de lo que están hablando.
No supe yo lo que pasó.

Los otros tampoco sabían
y así anduve de niebla en niebla
pensando que nada pasaba,
buscando frutas en las calles,
pensamientos en las praderas
y el resultado es el siguiente:
que todos tenían razón
y yo dormía mientras tanto.
Por eso agreguen a mi pecho
no sólo piedras sino sombra,
no sólo sombra sino sangre.

Así son las cosas, muchacho,
y así también no son las cosas,
porque, a pesar de todo, vivo,
y mi salud es excelente,
me crecen el alma y las uñas,
ando por las peluquerías,
voy y vengo de las fronteras,
reclamo y marco posiciones,
pero si quieren saber más
se confunden mis derroteros
y si oyen ladrar la tristeza
cerca de mi casa, es mentira:
el tiempo claro es el amor,
el tiempo perdido es el llanto.

Así, pues, de lo que recuerdo
y de lo que no tengo memoria,
de lo que sé y de lo que supe,
de lo que perdí en el camino
entre tantas cosas perdidas,
de los muertos que no me oyeron
y que tal vez quisieron verme,
mejor no me pregunten nada:
toquen aquí, sobre el chaleco,
y verán cómo me palpita
un saco de piedras oscuras.