Gracias a mi buen amigo de tantos años, el que yo sé, la Benemérita Fundación Mi Billetera, sigue engrosando sus arcas lo que me permite saciar mi sed, pagar el Internet y uno que otro vicio, más o menos inofensivo ¡Chas gracias, chas gracias!
Esta entrada significa mucho para mí y tiene dos partes. En la primera cuento mi historia de cuando estudié en Inacap en el modo sentimentaloide barato con que acostumbro a contar is recuerdos más queridos. La segunda parte llamada "Un nuevo Inacap" creo que ha sido siempre mi sueño, estoy convencido que la educación popular es todo lo que necesitamos para resolver el enorme problema de derroche e inutilidad de la fábrica de cesantes que es hoy nuestra educación. Creo que todos los años voy a volver a publicar este refrito, insistiré hasta que algún pez gordo lo lea y se convenza de sacar adelante mi sueño de un Instituto Tecnológico Nacional. En fin, menos cháchara, aquí va la entrada:
Ese Inacap de antes (publicada originalmente el 15 de febrero de 2018)
Sigamos con historias personales que tal vez no interesen a nadie. En el año 1974 experimenté el primero de mis grandes fracasos cuando me enteré que no había quedado aceptado en Ingeniería Civil Electrónica de la Universidad Técnica Federico Santa María. No se que tenía en la cabeza en esos años pero me creía un auténtico genio, estaba convencido de eso y pensaba que, pese a haber estudiado en liceo público mediocre y ser más flojo que un oso panda, en el momento de la prueba de admisión mi cerebro se iba a iluminar y sacaría un puntaje extraordinario, que me sobraría para entrar a la universidad por la puerta ancha.
Abreviando la historia no pasó nada de eso y, aunque saqué un puntaje decente, estaba muy lejos de los necesario para entrar a la universidad más exigente y selectiva de Chile, como era entonces la Santa María.
La cosa es que pasé unos días en estado de shock, sin entender muy bien que había pasado y para despejarme me dio por caminar. Tenía enormes problemas familiares y económicos, estaba recién de vuelta en Arica después de cuatro años alucinantes en la Isla de Chiloé y se me ocurrió salir a caminar todo el día. No tenía amigos ni conocía a nadie así es que caminar horas y horas no era un mal panorama, además me ayudaba a no pensar ni deprimirme. Siempre ue veo a alguien caminando solo por la calle, medio errabundo, me acuerdo de esos años.
En una de esas iba por la Avenida Argentina y pasé frente a Inacap, donde había un cartel que decía "Carreras Técnicas en convenio con Universidad Santa María, inscribirse aquí", yo era enfermo de tímido pero el anzuelo de la universidad que me gustaba resultó irresistible, entré y después de las preguntas llegué donde una secretaria -menuda y simpática, es como si la estuviera viendo ahora- y le pregunté de que se trataba la cosa.
En pocos minutos me enteré que yo cumplía con todos los requisitos, los estudios eran completamente gratis y a tiempo completo: 8 horas cronológicas cada día, en jornada de mañana y tarde, convenio con la universidad que daba el título de "técnico universitario" y con el Reino de Bélgica que nos financiaba el desayuno y la once (café de la tarde). Lo más importante, todo era absolutamente gratis, pagaba Su Majestad, la reina de Bélgica.
Los que dicen que la suerte no existe y es algo que se hace uno no saben donde están parados. Eso fue como si todo el universo se hubiese reordenado para solucionar mis problemas. Le dije a la secretaria "no inscriba a nadie más hasta que yo vuelva" y me fui corriendo a la casa a buscar mis papeles, los recogí y volví corriendo a Inacap, unos 5 kilometros por lo menos. La secretaria que se moría de la risa dijo que nunca había visto a alguien tan entusiasmado y me pronosticó "te va a ir muy bien", eso también lo recuerdo.
No quiero alargarme en recuerdos inútiles y sentimentalismo barato, solo recordar algunas cosas notables que tenía Inacap en esos años. Por ejemplo en la primera clase el jefe de la carrera, Ernesto Riquelme, nos dijo que eso no era un colegio, que no tenía profesores sino "instructores", que el trato era igualitario y todos se trataban de "tu" pero que la más mínima falta de respeto significaría expulsión inmediata (con el tiempo pudimos comprobar que eso era cierto).
Las clases eran larguísimas. En la mañana eran los ramos teóricos. Entre las 10 y 10:30 nos servían un desayuno principesco en el casino y vuelta a clases hasta las 12:30. Íbamos a almorzar a la casa y volvíamos a las 14:30 si mal no recuerdo a talleres, hasta las 19:00. El casino tenía la particularidad que vendía cerveza, así es que podíamos refrescar la garganta al terminar las clases. En hora de clases no se podía por el problema de quedarse dormido y en los talleres podía ser peligroso. Además de los talleres de electricidad, electrónica, propagación, etc, tuvimos un semestre de soldadura y hojalatería, otro de mecánica de banco, y otro de torno y fresa.
Además de una sólida preparación en matemáticas y cuestiones teóricas, que me ayudaron montones después, en la universidad, salimos con muchos conocimientos prácticos que a casi todos nos sirvieron. Pienso por ejemplo en mi compañero Pato Salinas, que además de buen electrónico se apasionó con la soldadura y hojalatería, hoy es un escultor de gran éxito, de los mejores que tenemos en Chile y así muchos otros casos. También yo aprendí que con una simple lima y mucha paciencia, se podía transformar un pedazo de fierro amorfo en un cubo perfecto y reluciente, due mi primer trabajo de mecánica de banco y me impresionó mucho, nunca había imaginado que el hierro se puede manejar como si fuera plasticina con las herramientas adecuadas.
Inacap en esos años era propiedad de la Corporación de Fomento de la Producción. Es tal vez lo único valioso que ha hecho ese organismo en toda su historia. Fundado en 1966 para capacitar a los trabajadores, en especial trabajadores de la naciente industria de sustitución de exportaciones de esos años. La clave de su éxito en esos años fueron los convenios de cooperación que estableció con los gobiernos de Francia, Dinamarca, Inglaterra, Italia, Bélgica y Suiza, así como su convenio con la Universidad Técnica Federico Santa María, que en esos años tenía una fuerte vocación social y aprovechó de expandir la acción de su Escuela de Técnicos José Miguel Carrera, mediante este convenio con Inacap.
Siendo una institución que quiero tanto, porque cambió mi vida y me rescató en mi peor momento, donde aprendí mucho y conocí a mis mejores amigos durante dos maravillosos años, debo decir que jamás tuve interés por enseñar allí, y el desinterés parece ser mutuo, porque nunca me invitaron a hacer clases. Inacap hoy es otra cosa, ni la sombra de lo que era cuando yo estudié, hoy está a cargo de una asociación gremial de empresarios y debo reconocer que es eficiente: forma excelentes técnicos mecánicos y cocineros, en verdad ha ayudado a prestigiar enormemente esos y otras especialidades, pero no es lo mismo que antes, ni la sombra.
Es explicable, el país cambió y junto con él la demanda laboral. Sobre todo a partir de 1990 cambiaron las regulaciones en la educación terciaria. Inacap durante muchos años dijo que no le interesaba convertirse en universidad, pero a partir de 1990 si no se adaptaba a las nuevas regulaciones hechas a la medida por políticos la cosa era adaptarse o morir. Hoy Inacap es una universidad privada más, un instituto más y no se diferencia gran cosa dentro de nuestro mediocrizado ecosistema de educación superior, es uno más, tal vez un poquito mejor, pero básicamente lo mismo que todos.
Un nuevo Inacap
Hoy Chile necesita de manera urgente un nuevo Inacap, que tenga el alma del que existía a mediados de los años setenta y que se perdió para no volver en los noventas. De Inacap actual no se puede rescatar nada, ya no puede transformarse porque es un buen negocio y está cómodo en su nicho, tiene que surgir otra organización con el viejo espíritu.
Tal como la inversión extranjera es el único camino que para el desarrollo, porque en Chile no tenemos los recursos ni la cultura para hacer grandes emprendimientos, un nuevo Inacap debe venir desde afuera. Ninguna institución de educación popular hecha por chilenos puede resultar, no tenemos la gente ni la cultura. Los alemanes tienen buena experiencia en educación técnica, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos tienen tal vez los mejores institutos de educación técnica del mundo y la única manera factible es buscar alianzas como lo fue la Fundación Chile en sus inicios. Tal como el antiguo Inacap que buscó alianzas con gobiernos europeos en su momento.
En lugar de la actual locura de ofrecer educación universitaria gratis y universal, que está creando generaciones de cesantes, vagos, inútiles y resentidos, todos con lindos diplomas, lo único gratis debería ser la educación técnica de primera calidad, con no más de dos años y sin posibilidad de repetir, al que le va mal, para afuera definitivamente. Así era Inacap antes.
Esto es algo que Piñera si podría implementar y sus defectos de carácter e ideológicos no lo estorbarían. Creo que Piñera podría implementar un Instituto Tecnológico Nacional de primera calidad, gratuito, con carreras de solo dos años orientadas a formación específica pero también formación general para el trabajo, con muchas horas, con sedes en todo Chile y completamente gratis, pero sin posibilidad de repetir ramos, el que reprueba un ramo pierde la carrera. Los regalos deben estar sujetos a una fuerte exigencia académica.
Debería formar técnicos no muy especializados, capaces de desempeñar muchos trabajos y con más habilidades que conocimientos, estamos en una era donde el conocimiento vale cada día menos y las habilidades cada día más. Me imagino un técnico con un primer año de formación generalista y el segundo año de especialización en algo específico, con capacidades para seguir aprendiendo por si mismo de manera continua.
Un instituto de este tipo no pondría pruebas mi exámenes, el instituto no debería evaluar sino poner metas que deben cumplirse. Por ejemplo un técnico que se especializa en redes debiera certificarse en una determinada cantidad de exámenes Cisco, un técnico en Software obtener certificaciones de Microsoft, etc. Todas las evaluaciones debieran ser externas al Instituto para evitar los incentivos perversos de ser profesores, empresarios y evaluadores a la vez. Las certificaciones obtenidas deberían ser los verdaderas credenciales.
En fin, soñar no cuesta nada. Me imagino un convenio con el Colegio para Capacitación Profesional de Suboficiales (CEMPE) de la Fuerza Aérea de Estados Unidos por ejemplo, o cualquiera de los cientos de prestigiosas y prácticas escuelas de técnicos de clase mundial que tienen las Fuerzas Armadas de ese país. Me imagino a las mayores empresas del mundo: Google, Microsoft, Wall Mart, enviando programas de capacitación técnica para enseñar en el instituto y tomando los exámenes para certificar a los estudiantes. Me imagino un primer año con cursos de economía, estrategia, liderazgo y ventas, entre otros temas, certificados por las universidades de Coursera o EdX.
Bueno, como dije, soñar no cuesta nada. Esto tampoco costaría demasiado si se cortara la llave de derroche en el actual sistema universitario y las universidades volviesen a ser exigentes y elitistas como deben ser. Me imagino que algún día se terminara haciendo algo parecido y el que lo haga va a salvar el país y se cubrirá de gloria. No tengo ni una duda de eso.
Es un lindo sueño. Otra cosa que debe descongestionar la eduación online es el conflicto trabajo-estudio y eses esquema en que nos formamos antes: primeros años para estudiar, luego al mundo del trabajo. Con lo que cambian las tecnologías, ningún experto de hace 20 años puede seguir sin aprenderse nuevas cosas. Y la educación online soluciona muchos problemas del que no puede desplazarse ni dejar de trabajar para seguir formándose. Uls
ResponderBorrarSi Ulschmidt, yo ceo que es muy necesario un cambio raical en la educación técnica: menos años, más horas de instrucción y contenidos ligados directamente al mundo del trabajo.
ResponderBorrarYo eliminaría las matemáticas, o tal vez dejaría un curso muy suprficial e introductorio de matemáticas aplicadas, me parece absurdo que un técnico pierda horas y meses estudiando álgebra, trigonometría y todo eso que, además de ser inútil, ya lo ha visto en la secundaria.
Haría 8 horas cronológicas de estudio diarias, 4 de teoría en la mañana, 4 de talleres en la tarde.
Un primer año generalista, que prepare al tipo para el mundo del trabajo: finanzas personales y de negocios, liderazgo, relaciones humanas, redacción y oratoria, cosas así para que el tipo sté bien equipado para conseguir trabajos y spa manejar la plata.
Un segundo año de especialidad, creo que no hay conocimiento técnico que no se pueda aprender en un año completo. Total unas 1.500 horas cronológicas por carrera, sin proyecto final, tesis de grado ni nada de eso, pero si una práctica de inmersión en empresa.
La formación online por supuesto, apoyando todas las asignaturas. M faltan los puros millones para lanzarme con el Instituto Tecnológico Nacional!
me gustó la columna de hoy, bien interesante, a pesar de lo corta que fue.
ResponderBorrarSobre el tema de la educación online, más ahora con esto de la pandemia, comentaba con algunos amigos sobre el modelo Coursera que bien podría aplicarse a las clases de educacion básica y media. Videos del curso, foros de debate (esto es solo para 3ro y 4to medio, eso si) y un cuestionario con 3 intentos para responder. solo así se pasaría la materia aparte que incentivaría a los profesores a generar contenido, a usar la creatividad y entregarlo a sus alumnos.
Jose, la Kahn academy tiene prácticamente todos los contenidos de educación primaria y secundaria, en español. Hoy es totalmente innecsario mandar a alguien al colegio en Chile, con que siga los cursos adecuados de Kahn y de exámenes libres está listo https://es.khanacademy.org/
ResponderBorrarNo es mala la idea. así incluso nos ahorrariamos en profesores! pero para no dejarlos sin pega, que adopten tu modelo tambien. Será entretenido verlos en otra faceta que no sea una sala de clases!
ResponderBorrarMuchas escuels primarias y secundarias en USA trabajan con Khan Academy en lo que llaman "flipped classes" o sea clases al revés. Los alumnos estudian en casa con los videos y van a la escuela a hacer las tareas y a resolver las dudas, todo lo contrario del modelo actual.
ResponderBorrarEl problema es que hay muchos profesores que no son capaces de resolver un problema de lo que ello mismos enseñan si no han visto la solución antes!
"Además de los talleres de electricidad, electrónica, propagación, etc, tuvimos un semestre de soldadura y hojalatería, otro de mecánica de banco, y otro de torno y fresa." me habría encandado haber tenido esos cursos y otros más como carpintería, gasfitería, etc. mucho más útiles que la mayoría de lo que hice.
ResponderBorrarA mi ya se me olvidó casi todo pero lo que se puede hacer es fascinante. Con una lima. un pedazo de fierro viejo y mucha pacienia, se pueden hacer piezas como si cortáramos mantequilla. Con una plncha de metal y un martillo de goma se pueden hacer ollas, sartenes y copas de esas que dan como premio en las competencias deportivas. Con torno se pueden hacer todas las piezas de un ajedrez en fierro. Con un cautín y alambre de cobre se puede hacer una réplica de la Torre Eiffel o la maqueta de una citroneta (hice ambas, impresionantes). Con un soplete de oxi-acetileno se puede cortar el fierro como mantequilla y con una soldadora Mig-Tig o de arco común s pueden hacer montones de estructuras, es extraordinario todo lo que se puede hacer con las manos y paciencia, cosa que uno jamás se habría imaginado. Me faltó el curso de fundición eso si, ese si que debe ser maravilloso.
ResponderBorrarExcelente Nota Amigo !!!
ResponderBorrarSaluti
Saluti, saluti Walter, y un fuerte abrazo a la distancia amigo!
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