20 julio 2020

La oportunidad desperdiciada


Debe haber sido unos ocho  años atrás más o menos, cuando yo estaba en el máximo entusiasmo por la educación online y por fin me llamaron de una importante institución para que les presentara m proyecto para hacer una productora de cursos de educación a distancia usando Internet.

Yo llevaba unos dos años tomando esos cursos, había seguido unos treinta de Coursera, StanfordX, EdX y otras plataformas, pero todavía no había subido mi primer curso a Udemy. Conocía perfectamente como debían hacerse, pero me faltaban los medios para montar un estudio: cámaras, sonido, iluminación, un buen equipo para editar y todo eso. Tenía la idea pero me faltaba la plata.

Nunca antes había ido a una reunión de directorio y la sala tenía una mesa enorme, con micrófonos individuales, monitores y toda la faramalla, era un poco intimidante, pero casi todos los miembros del directorio los conocía, incluso dos de ellos eran buenos amigos y el presidente había sido mi profesor de física en la Universidad.

Eso  me tranquilizaba bastante, así es que ni siquiera me cambié los jeans y fui vestido con la ropa que uso que uso siempre, o sea fui mal vestido. Llevaba una presentación que pensé que era buena, hablé, hablé y hablé, cerrando con un video muy cortito -mala idea- pero en fin, hasta allí todos muy sonrientes.

A la hora de las preguntas mis amigos ni abrieron la boca, seguro que para no comprometerse. El vicepresidente entró en un monólogo reflexionando sobre la importancia de la tecnología y los lugares comunes de siempre, cuando de pronto su discurso dio un giro inesperado y empezó a decir que el gran problema es que para eso habría que contratar actores, porque los profesores no sabrían enfrentar una cámara, hablar ni nada de eso. Yo le aseguré que había tomado muchos cursos y nunca usaban actores sino que eran lo profesores comunes y corrientes, claro que algunos eran más aburridos, pero no pude sacarlo de eso: tenían que ser actores o toar clases de actuación.

Eso ya m dejó medio amoscado, pero faltaba lo mejor. Tomó la palabra el presidente de la junta directiva, mi recordado es profesor y me dijo que no podían tomar ninguna decisión mientras no les demostrara que la inversión rendiría más en la productora online que poniendo esa misma plata en el banco. Yo estaba medio tostado, pero esa observación si que me enfureció.

Tuve la respuesta en la punta de la lengua. Estuve a punto de decirle que el rol de ellos como junta directiva era aprobar o rechazar nuevos proyectos desde el punto de vista estratégico y la evaluación debería basarse en si el proyecto es o no conveniente de acuerdo a la misión, visión y valores institucionales en el mediano y largo plazo, al fin y al cabo de eso se trata la estrategia. Hasta donde yo sabía, en la misión no estaba eso de poner depósitos a plazo.

Estuve muy cerca de decirle que era vergonzoso que un alto directorio evaluara una propuesta estratégica con al criterio de un almacenero, le habría podido decir que yo había pasado la mitad de mi vida haciendo flujos de caja que mostraban un falso VAN positivo y que, si bien es relevante llevar la cuenta de costos e ingresos, lo fundamental es si el asunto ayuda o no a la misión institucional.

Tal vez el señor presidente, que era un profesor de física, había hecho un cursillo de proyectos y se había fascinado con la idea de comparar una inversión con un depósito a plazo, probablemente era primera vez que escuchaba de eso y quiso mostrarlo.

La cosa es que me mordí la lengua y pensé "mejor quédate callado tomasito, para qué vamos a pasar todos un mal rato y en cualquier caso, aunque los convenza, con esta tropa de idiotas no vamos a llegar a ninguna parte, tarde o temprano todo fracasará" así es que agradecí humildemente el tiempo que me habían regalado y me mandé a cambiar.

Poco tiempo después, la Fundación para el desarrollo de la Universidad de Tarapacá necesitaba dr unos cursos online para alumnos que estaban en otra ciudad y yo les ofrecí hacerlos por el costo de los equipos que necesitaba para montar mi mini estudio: una buena cámara, tableta para dibujar, buen micrófono y grabadora profesional y otros pitos y flautas. Me adelantaron el pago, compré los equipos, hicimos los cursos y yo quedé con mi mini estudio: todos felices.

Ahora que los confinamientos pillaron por sorpresa a todo el sistema educativo, se han visto obligados a improvisar con herramientas de aficionado, pasando los mismos -pobres- contenidos que hacían en las clases presenciales y usando plataformas inadecuadas. Todo sea por cumplir, aunque la calidad de la clases que ya era mala, ahora ande por los suelos. Total, eso ya parece que a nadie le importa. 

La total falta de visión. Si hubiese existido en esos años un directorio capaz hoy serían famosos, un ejemplo en la región y estarían vendiendo como pan caliente contenidos empaquetados, probados y perfeccionados durante años. El verdadero negocio es la producción, tomar como insumo a los profesores, enseñarles a crear contenidos de calidad, producirles, distribuirlos y venderlos. Todos hablan de "las nuevas tecnologías" y de lo inevitables que son, pero al parecer nadie se da cuenta que es lo que realmente hay que hacer, aparte de hablar.

De todo esta experiencia y viendo como se han desarrollado las cosas he sacado algunas conclusiones, como lo importante que es para las empresas e instituciones pensar estratégicamente, evaluando siempre con un ojo puesto en el futuro. Me podían decir que los directores esa vez pensaron estratégicamente, porque hoy están todos bien forrados en plata, o sea su gestión les sirvió para sus fines personales aunque la institución sea hoy una porquería.

Bueno, ese es el clásico problema de agencia, si sus decisiones fueron buenas para ellos y malas para la institución lo que significa que nunca debieron estar allí, tal como Bachelet o Sebastián Piñera nunca debieron ser presidentes de Chile y otros pajarracos nunca debieron haber sido elegidos para los cargos que ocupan. Es como poner a un ladrón como contralor de las finanzas y pensar que se desempeñó ben porque hizo un gran desfalco, lo importante es la misión institucional, y si esta no funciona son los dirigentes los que deben mandarse a cambiar.

6 comentarios:

  1. El mismo JMS...19 julio, 2020 21:10

    ME ha tocado conocer la experiencia de una casa de estudios que lleva más de 10 años de experiencia online... Y aunque en algún momento fueron promotores tecnológicos, hoy están en proceso de recular, intentando hacer similar las clases online con las clases presenciales.
    ¿la razón? aparentemente, de esa forma convencen mejor a la CNA (o como se llame ahora) de que ameritan estar acreditados y de esa forma, hay opción de CAE y/o gratuidad más adelante...
    Pero de que han retrocedido, lo han hecho y no se dan ni cuenta...

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  2. Exactamente lo mismo por estos lados. Incluso una vez me trataron de convencer que "lo nuevo" era filmar las clases y transmitirlas en vivo, tal como están haciendo con Zoom ahora ¡eso es una aberración! Yo estoy 99% seguro que la mayor parte de los alumnos dejan la clase corriendo, cortan el volumen y se ponen a hacer otra cosa más interesante.

    La calidad académica y pedagógica de esas clases es HORRIBLE, pero le acomoda mucho a los profesores, acostumbrados a chamullar durante una hora con sus chistes malos y relleno intrascendente, están acondicionados para hacer eso, lo han hecho por toda su vida. Y a la institución le encanta porque les facilita obtener las lucas de la acreditación. Es un perfecto círculo vicioso

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  3. Estimado Tomás,

    Te puedo contar mi experiencia como "profe" en línea para cursos de ciencias, durante este semestre.

    Del lado de quien da la clase es verdaderamente un agrado. Si tienes tiempo de editar tus videos, puedes hacer unos cuantos de 20 o 30 minutos y enviarles los links a los alumnos, o hacer clases presenciales algo resumidas, si es que andas escaso de tiempo. Se enseñan más contenidos y no tienes que aguantar las interrupciones de los típicos estudiantes que se creen "chistosos" y te hacen perder tanto tiempo.

    Ahora, por el lado de los estudiantes, lo detestaron. En general, los alumnos que pueden sentarse durante una hora a estudiar, viendo unos cuantos videos cortos, son los mismos a los cuales tú puedes recomendarles el capítulo de un libro y confiar que asimilaron los contenidos por sí mismos, es decir no más de 1/3 del total.

    Que la educación sea online implica que buena parte de la responsabilidad de atender a la clase (que en gran medida es presión social) recae sobre un estudiante que en la mayor parte de los casos carece de autocontrol, con la excepción de ese 1/3.

    Ahora la experiencia que te cuento es con estudiantes de primer y segundo año de universidad. Yo creo que dónde la modalidad en línea puede brillar es en la educación vespertina. Son gente más madura y están haciendo un gran esfuerzo por estudiar en una carrera. Ellos se verían muy beneficiados de tener clases en línea por las tardes durante la semana, después del trabajo y una sesión presencial el sábado por la mañana, para resolver dudas o repasar los contenidos más ásperos del programa. La institución que ofreciera esa modalidad se ahorraría un montón en infraestructura y podría ofrecer carreras igual de prestigiosas a una fracción del costo de otra que operara en forma tradicional.

    Saludos.

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  4. Que buen comentario Carlos, es una suerte tener a alguien con experiencia en este asunto, llo que cuentas pasa igual en as clases presencales, hace unos 5 o 6 años atrás yo hacía clases presenciales de pregrado a alumnos de 1 año diurnos y también a alumnos de último año vespertinos, la diferencia era notable, como yo sabía que los de 1º solo iban a hacer acto de presencia y tratarían de aprobar con el mínimo esfuerzo, en la primera clase les daba una arenga.

    Partía preguntándoles cuanto creían que les estaba costando la carrera y con un simple cálculo les sacaba cuanto estaban pagando por cada hora que iban a clases (era como 25 lucas en ess años), luego les preguntaba sisi se daban cuenta que estaban comprando algo ¿qué estaban comprando? "un título" me decían, claro que no, tontos, lo que están comprando son las tonteras que yo les digo en esta lase, si quieren un título vayan a tacna Centro y por 120 lucas se compran uno.

    Ahi empezaban a abrir la boca. Entonces les decía "cada vez que vienen acá son 2 horas de clase, o sea salen con 50 lucas menos, que se usan para pagar mis espléndidos honorarios y pagarle al ejército de funionarios, desde el rector al portero, que vivimos con la plata de ustedes". si en la clase no apredieron nada, nos regalaron 50 lucas. A mi me da lo mismo si aprenden o no, eso debería importarles a ustedes que están pagando". Era bastante efectiva la arenga, al menos por un tiempo, después se les olvidaba y había que machacársela.

    A los alumnos vespertinos les hice el mismo tony, pero esos se lo tomaron en serio. A mitad del curso, cuando la cosa se puso un oco complicada, unas alumnas se me amotinaron, iciendo que ellas estaban pagando no entendían lo que yo decía!! O sea me salóo el tiro por la culata, me oblgaron A MI a esforzarme más jaja.

    Recién estaa comentando conmigo en Fcebook un estudiante de ese tiempo (era de 1º y egresó este año) y se acordaba de la arenga

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  5. Siglos antes... años 80s, fuí alumno de TELEDUC.... una maravilla !!!!

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  6. jaja, si era divertido el Teleduc, pero aprendías poco y nada. Esas clases eran diseñadas por actores, con criterio de teatro, muy divertidas pero intrascendentes, del tipo "¿las matemáticas? ¡Pero si son muy fáciles!" jaaja

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