También terminó mal, acusado constitucionalmente por la pandilla, después de su segundo período se prohibió la reelección inmediata y llegó Federico Errazuriz a la presidencia, quien inauguró la serie de gobiernos liberales que duraría hasta José Manuel Balmaceda, suicidado tras la guerra civil de 1891.
Todos esos años la cuestión religiosa siguió escalando, con violencia desde ambas partes. Un cura desatinado en Concepción quiso prohibir el entierro del coronel Zañartu, héroe de la independencia y hombre de mucha influencia, por el hecho de "vivir amancebado" sin arrepentirse después de abandonar a su familia. Esas cosas en que los curas no tienen nada que meterse, pero uno desatinado lo hizo y causó una gran conmoción, que fue el primer paso para que la Iglesia perdiera el monopolio de la administración de los cementerios.
Cosas aparentemente insignificantes desembocaban en batallas campales que terminaban destruyendo carreras políticas y dejaban fuera a los mejores mientras los más inescrupulosos usaban estas peleas para escalar, ese fue el caso de Domingo Santa María, que fue uno de los mayores sinverguenzas que han llegado a la presidencia.
Las víctimas más notables de estas guerras de ultramontanos conservadores contra pipiolos y pandilleros fueron precisamente los más razonables y capaces, que no estaban en ninguno de los dos extremos y -tal como Portales- consideraban que la Iglesia y los conservadores eran indispensables para poder gobernar el país en orden, pero había que tenerles la rienda corta, porque a la primera se desbocaban y resultaban ser mucho peores que los propios pipiolos. Portales tenía esto muy claro y le escribió a su amigo Garfias:
" huevones y putas son los que joden al gobierno y son ellos los que ponen piedras al buen camino de éste. Nadie quiere vivir sin el apoyo del elefante blanco del gobierno y cuando los hijos de puta no son satisfechos en sus caprichos, los pipiolos son unos dignos caballeros al lado de estos cojudos".
Se refería a los conservadores ultramontanos, Portales tuvo la maña de dominarlos pero después de muerto nadie más pudo y -liberados de la rienda- crearon innumerables problemas. Al final terminaron en decadencia por su propia estupidez e intransigencia, el gobierno de Pérez fue el último gobierno conservador, el sucesor sería el liberal Errazuriz.
Con su poder en decadencia, la Iglesia y los conservadores emprendieron una causa justa: la libertad de enseñanza, donde tuvieron algunos avances porque era algo que el país necesitaba con urgencia. Chile no es un país imaginativo, somos más bien copiones y como buen copión, solemos ser más papistas que el Papa. Desde que se inició la república se copió la idea francesa de la "educación laica" monopolizada por el estado.
Pero ni siquiera en Francia el monopolio fue tan escandaloso, el Instituto Nacional tenía el gran negocio de acreditar cada proceso de exámenes de todas las escuelas, privadas y estatales del país. Esto desembocó en un proceso de corrupción a gran escala, peor incluso al que hay actualmente con la acreditación de las carreras universitarias.
Obviamente los profesores del Instituto Nacional no daban abasto para supervisar cada examen así es que al poco tiempo el asunto se convirtió en simple venta de acreditaciones, si un alumno era incapaz o medio tonto y el papá tenía plata, contrataba a uno de los profesores examinadores como "pasante" para que "preparara" a su hijo, lo que le aseguraba que iba a ser aprobado.
Como ven, los actuales profesores fiscales mediocres, corruptos y apitutados son eslabones de una larga cadena, que comenzó junto con el nacimiento de nuestra vida republicana. Hasta hoy siguen igualitos.
El presidente Federico Errázuriz nombró ministro de educación a Abdón Cifuentes, el más brillante de los conservadores, que dio la pelea a brazo partido por desarmar este monopolio, permitiendo que los colegios pudieran tomar exámenes por si mismos. Esto le costó una pelea a muerte con el rector del Instituto Nacional, don Diego Barros Arana.
Ya en esos años el Instituto Nacional era foco de agitadores, las revueltas de los estudiantes obligaron a cerrar el año sin terminarlo, finalmente Cifuentes tuvo que renunciar y aunque aparentemente los liberales ganaron la batalla terminaron perdiendo la guerra, porque la libertad de enseñanza y el fin del monopolio estatal quedó a firme en Chile hasta el día de hoy.
Cuando Allende trato de instaurar la Escuela Nacional Unificada, para devolver el monopolio al estado, la reacción del país fue tan furiosa que esa fue una de las pocas cosas que no se atrevió a implementar y se vio obligado a tirar para Colina. Eso es algo que le debemos agradecer hasta el día de hoy a la Iglesia y a don Abdón Cifuentes, un conservador muy decente, que no tenía nada de cojudo ni huevón como decía Portales.
Muy buena pildorita de historia Tomàs, ideal para publicarla y restregarles en la cara a los payasos del Instituto Nacional...
ResponderBorrarMarcelo
No ofenda a los Payasos.....
ResponderBorrarJorge
Anónimo. así es. tienen una larga historia como reducto de lo peor, aunque como en todas partes, hay de todo.
ResponderBorrarJorge jaja
La Libertad de enseñanza, otro hito que no se menciona mucho y que poco se agradece. Ahora esa libertad es atacada bajo la etiqueta resentida de la discriminacion.
ResponderBorrarSiempre ha sido atacada por los igualitaristas, ellos sueñan con una enseñanza adoctrinadora y al servicio de sus propios intereses
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