Reuniones
El viernes uno de mis grandes y viejos amigos me mandó un mail para unirme a una reunión de trabajo por meetup, claro que vi el mail como con dos horas de atraso, cuando respondí la solicitud ya no había nadie con quien conversar. Hoy en la mañana me mandó otro mail para una reunión a las 11 AM, pero a esas horas de la madrugada, yo me encontraba acunado en brazos de mi buen amigo Morfeo, soñando que manipulaba una pistola y se me disparó sola dejando un agujero enorme en la pared, me preocupé mucho pensando si habría herido a alguien y, como pasa siempre, entonces me desperté. Fuí a revisar el mail y allí estaba la otra citación para las 11, pero ya era mediodía. Misma historia, traté de contestar y ya no había nadie.
Seguro que se debe haber irritado bastante ¿qué culpa tengo yo que detesto las malditas reuniones? Si me manda un mail explicando que es lo que quiere que haga, yo lo hago con mucho gusto, especialmente ahora que ando cesante y corto de lucas, pero la verdad es que las reuniones me irritan, especialmente porque no saco nada en limpio de ellas. Antes era peor porque tenía que ducharme, vestirme más o menos decentemente y desplazarme -caminando porque el auto lo está usando la Pilar- entonces llegaba, hablábamos puras tonteras y me devolvía furioso.
Me encanta juntarme con mis amigos, pero no para "hablar de trabajo", a mi no me gusta que me convenzan, además que soy muy fácil y digo a todo que si, después ando renegando. En mi opinión, la mejor manera de hablar de trabajo es por mail: me explican claramente lo que esperan que yo haga y cuanto me van a pagar, entonces yo leo y evalúo con calma si seré capaz de hacerlo, casi nunca discuto por lucas sino que veo si soy o no capaz de hacerlo bien, entonces contesto, las cosas quedan claramente por escrito y todos felices comemos perdices.
Yo se que hay una especie de cultura de las reuniones inútiles, recuerdo como me enfurecía tener "reuniones" cuando hacía como que trabajaba en la Municipalidad de Tacna, me encantaba ese trabajo pero una de las cosas que detestaba eran las reuniones, donde se habla durante horas para decir lo que debiera tomar cinco minutos de lectura en un mail.
Pero que diablos, las reuniones son una especie de culto, y aunque por meetup uno se evita el mal rato de tener que sacarse el pijama -o lo que sea con que uno anda en la casa- y trasladarse a otra parte, para mi siempre es un asunto poco agradable. Ahora que me acuerdo de las soporíferas e inútiles reuniones cuando también hacía como que trabajaba en la Municipalidad de Arica. Además está mi fobia social y todo eso. Al diablo con las reuniones.
Una ciudad fantasma
Así ha estado Arica este fin de semana, no vuela ni una mosca en la calle, los malditos pelmazos que tienen a cargo la dictadura sanitaria tuvieron éxito en matar la alegría que era tan típica de nuestra ciudad. Hoy recuerdo con nostalgia cuando nos íbamos a tomar una o dos tazas de té con McDonnell al Café del Mar mientras veíamos pasar el desfile interminable de ociosos de un lado al otro del paseo "another parades day!" decía McDonnell mientras saludábamos a los amigos que iban apareciendo. Consiguieron apagar -a la fuerza- la alegría, malditos miserables.
Lo peor de todo es que la mayoría de la gente está feliz con todo esto y se indignan contra "las fiestas clandestinas" o la "falta de responsabilidad" de la gente que no usa mascarilla o no se somete a los absurdos dictados de los burócratas.
La estupidez es siempre mayoritaria y esa es la mayor tragedia de todo sistema democrático, por eso inevitablemente deriva en demagogia, oclocracia y todas las porquerías que ya conocemos. Creo que fue Stuart Mill el que escribió que no existía nada más espantoso que la tiranía de las mayorías, viendo la reacción sumisa de la gente ante la manipulación y el abuso de que son objeto, no podría estar más de acuerdo en eso. La peor dictadura es la de una mayoría de idiotas.
En fin, iba a escribir de otras cosas pero salieron estos asuntos que me avinagraron la leche, que diablos, para otra vez será.
No me gustan ni las reuniones de trabajo presencial, ni por zoom, ni los mail, ni ningún tipo de mensajería con ese objeto. Para mi, lo mejor es una simple, directa y breve llamada telefónica. Dos cucharadas, a la papa y chao.
ResponderBorrarYo pienso lo mismo, laqs cosas lo más directo posible ¡pero le tengo fobia a hablar por teléfono jaja!
ResponderBorrarJa!!! Mañas compartidas, detesto los zooms, webinares y semejantes. Incluso los podcast o youtube discurseados apenas les tengo paciencia si el tema es muy interesante y no hay opciones de leer eso mismo. Mail: clarito, obliga a ser preciso, y no se mete a interferir en lo que estoy haciendo, como el odioso wsp.
ResponderBorrarProbablemente se trata de velocidad, el habla son de menos de 200 palabras por minuto, y en una exposicion baja bastante mas, pero se puede leer sin esforzarse a 500 o 600 palabras.
Un truco , por ejemplo si escucho al chascon Villegas o alguien que me interese, es jugar a juntar tres en linea mientras chacharean :-)
Claro, parece que la gente se divide entre los que prefieren la comunicación verbal y detestan la escrita y viceversa. El problema de las conversaciones es que se puede hablar horas y horas sin decir nada de importancia, cuando algo se escribe en cambio debe tener algún sentido o hilo conductor. Uno nota esto cuando se transcriben las conversaciones, mucho uhm, ah, este y cosas por el estilo, lleno de muletillas, clichés.
ResponderBorrarPrefiero lo escrito, al menos para cuestiones de trabajo. Las conversaciones de curado son impagables eso si, un grande piacere.
Aquì tambièn se viene "la segunda ola" pero la tolerancia social para les restricciones se ha perdido. Hay barbijos, distancia, "burbujas" pero sin interrumpir gravemente actividades. Los polìticos percibieron el fastidio social y ya no insisten con medidas duras. Resultado? Hace un año con 100 contagios diarios estabamos encerradísimos en casa, en un país básicamente sano, donde costaba mucho encontrar un contagiado. Ahora con 10000 contagios diarios y el virus en casi toda localidad, andamos, con restricciones pero andamos. Hay clases, etc...
ResponderBorrarLas medidas son acorde al humor público y la cobardía política, con ciencia o método tienen poco que ver. Uls
Exactamente Ulschmdt, la ciencia e incluso el sentido común más básico no tienen pito que tocar en todo esto, todo se reduce a un asunto de ventajas y costos políticos.
ResponderBorrarEn todo el mundo la epidemia se desarrolla más o menos igual, tanto en la estricta California como en la liberal Miami, Texas o Suecia da exactamente lo mismo, además que los "contagiados diarios" es una cifra que no quiere decir nada, porque una proporción enorme de contagiados no presenta síntomas así es que un 2aumento de contagios" solo muestra que se están haciendo más test que antes, nada más
yendo al tema de la comunicaciòn, el teléfono como dice Jorquera es bueno porque es entre dos. Un sólo tema, dos voces y dos orejas. Mínima cantidad necesaria para lograr una comunicación. Expeditivo. Yo me acuso de usar mucho el mail, que difiere el contacto humano y lo prefiero. Todo queda documentado ahí , además, en la cadena de mails. Pero el teléfono a veces hay que agarrarlo para terminar de forzar respuestas y definiciones.
ResponderBorrarDe las reuniones de trabajo digo lo mismo, no me gustaron. Quizás nunca estuve en una "cultura empresarial" que supiera usarlas. Uls
Lo que dices sobre "forzar respuestas rápidas" es muy cierto, el teléfono tiene esa dudosa "cualidad" que obliga a responder de inmediato y sin pensarlo mucho, para mi, que soy un tipo débil de carácter, ese es un inconveniente ENORME, siempre ha resultado muy inconfortable para mi hablar por teléfono, porque tres de cada cuatro veces me cagan y me comprometen a cosas que no me convienen ni quiero hacer o que tengo que aceptar o rechazar casi sin pensarlo. En el mail en cambio estoy en mi salsa, porque me da tiempo para pensar y buscar una buena excusa para mandar al diablo sin que suene feo.
ResponderBorrarOtra cosa muy desagradable que me pasa cuando hablo por teléfono o por chat es que me impaciento cuando se empieza a hablar de manera circular sobre lo mismo, me entran ganas de cortar la comunicación pero como soy considerado no lo hago y me banco el rato de escuchar o leer puras tonteras, eso me enferma
Finalmente me desespera el hecho que el teléfono y el chat en menor medida exigen atención inmediata ¿por qué diablos voy a contestar si no quiero hacerlo? Entonces por política jamás contesto las llamadas telefónicas, excepto si me llama la Pilar, que se que me llamará solo en caso de incendio, atropello o cosas por el estilo