Todo perdido menos el honor, una historia maravillosa

Voy a copiar textual, de libro "Recuerdos del pasado" de don Vicente Pérez Rosales una historia que encontré maravillosa y creo que los que han leído mis entradas sobre las presidencias de Bulnes y Pedro Montt la entenderán. La historia ocurre después que Pérez Rosales vuelve a Chile luego de la gran aventura de su vida en California durante la fiebre del oro. Volvió completamente arruinado y sintiéndose el tipo más fracasado del mundo, pero al mal tiempo trataba de poner buena cara, así es como él lo relata:

 "Yo todo lo había perdido, menos el honor, más con el honor no podía mandar (a comprar) al mercado. Encontrábame una mañana meditando sobre este tema (...), cuando entraron buscándome en la caballeriza dos conocidos personajes, de cuyo nombre no hai para que acordarse, los cuales entablaron conmigo el siguiente diálogo

-Aquí tiene usted, señor don José, al californés dedicado a mirar caballos

-Para servirles a ustedes, señores: efectivamente, miraba estos caballos

-Son hermosos, pero es raro que un hombre como usted se ocupe de esto

-¿I de qué otra cosa me habría de ocupar ahora? California, como ustedes saben, me dejó mirando, y miro

¡Siempre alegre! ¿I no sería mejor que se ocupase en cosa que le reportara provecho, sin emplear más capital que el que usted posee?...en algo así como... escribir para el público por ejemplo?

-¿Escribir para el público? ¿Yo volver a las andadas?

-Usted, y no se ría

-¿Y quien daría medio real por mis garabatos?

-Nosotros, dijeron los dos a un tiempo

¿Ustedes? Mostrad como

-Pagando a usted en mui buena plata lo que escribiere en el sentido de nuestras indicaciones

-Pues, si es así, adelante con la cruz, con tal que los asuntos sobre los que deberán versar los escritos me sean algo familiares, y las indicaciones de ustedes conformes con las de mi conciencia

Reparé que la primera parte de mi respuesta los satisfizo tanto como pareció contrariarlos la segunda, i esto comenzó a darme mala espina. Dieron una vuelta examinando la caballeriza, dijéronse unas palabras a media voz, i volviendo a anudar el hilo de nuestra singular conversación, prosiguió mi interlocutor la conversación en estos términos:

-Escribir contra los malos gobiernos es un deber que más halaga que empaña la conciencia, i nosotros pretendemos que escriba contra el gobierno i no otra cosa

-¡Están ustedes dados a Barrabas! Si hace un siglo que no sé lo que es gobierno, ni si son moros o cristianos los que gobiernan hoy en día, ni lo que hacen, ni lo que han hecho, ni lo que han dejado de hacer ¡Medrado sería el charlatán que con tales antecedentes escribiese... no comprendo

-Señor don Vicente, repuso  interrumpiéndome el segundo tentador, que era bajo de cuerpo, regordote i de satisfecha i redonda cara, usted es pipiolo; usted solo dejó de combatir en defensa de su partido, cuando creyó asegurada su existencia con el casamiento del héroe de Yungay con la hija del padre de los pipiolos. Usted, como nosotros, ha sido engañado. El peluconismo i el Estanco nos roen, i ni esperanzas hai que, reformada la Constitución atentatoria del año de 1833, devuelva al país lo que nunca debió quitar, la del año 28... ¿Me esplico?

-Como que voi comprendiendo.

-Magnífico, i basta por ahora. Hoi tenemos junta a las dos de la tarde; voi a anunciar que podemos contar con usted, i esta noche a las siete, para no despertar sospechas, esperaremos a usted con otros amigos en el óvalo de la Alameda.

Llegó la noche i con ella al sitio designado el nuevo Adán político que no atinaba aun de qué manera podría hincar el diente a una manzana por tantos años olvidada, i un cuarto de hora despues, rodeado de serpientes tentadoras, se le vió que departía amigablemente con ellas, mui repantigado sobre un ancho sofá de aquel paseo.

Pronto quede enterado de. las pretensiones de la junta directiva. Para nada se trajo a colacion aquello de derechos conculcados, ni de leyes o doncellas violadas, ni mucho menos de tocar el bombo de los principios, pues, mas que los principios, en jeneral aéreos, los fines egoístas se buscaban. 

Tratábase de fundar un diario alacrán, cuya picada debía ser mortal; la tinta con que se escribiese, petróleo; i la palabra, fuego. Era su propósito no dejar títere con cabeza en el Gobierno, i su consigna, el oponerse a todo. Hubo momento en que creí que fuesen curtidores, por el empeño que manifestaban de sacar a todos el cuero, i, a fe que no pagaban a vil precio la tarea, puesto que honrándome con el cargo de desollador, me ofrecieron 30 onzas de oro por el fruto de mi tarea mensual. 

jQüé desencanto!...... Solo con lo que me estaba pasando, i sin responderles, mientras buscaba a gran prisa en el diccionario de mi memoria alguna de aquellas interjecciones españolas de grande efecto, para lanzárselas a la cara, ellos interpretando por aquiescencia mi silencio, ya hablaban de lanzar a todos los vientos del cornpás, una de aquelios prospectos de ordenanza que siempre encubren, bajo plumas de cándidas palomas, zapos i culebras; cuando en vez de aquel si tan presupuesto, se encontraron con una cebolla de las de Rio Claro!"

Que gran historia, pero no termina aquí. Después de ser tentado por los pipiolos y pandilleros, y tras mandarlos a la mierda a pesar de sus enormes apuros financieros, recibió un mensaje del ministro del interior, don Antonio Varas que le ofreció hacerse cargo de traer alemanes para colonizar el sur de Chile, lo que fue la gran obra de su vida, Pérez Rosales lo cuenta así:.

"Dos días después de esta estrepitosa ruptura de negociaciones, i cuándo menos lo esperaba, fui llamado a la presencia del señor Varas, Ministro entonces de lo Interior, i sin que hasta ahora haya podido darme cuenta del por qué del favor que se me dispensaba, puesto que solo conocía a Varas de nombre i solo por el lado de afuera la casa de gobierno, a los catorce días de mi entrevista con el Ministro, provisto del titulo de Ajente de Colonización, navegaba yo en demanda de Valdivia, para dirijir, a nombre del Gobierno, los trabajos coloniales en aquella lejana provincia, donde por instantes se esperaban espediciónes de emigrados alemanes".

¿Cómo supo Varas de Péres Rosales, que a esas alturas estaba bastante desacreditado y era motivo de burla por haber perdido todo en California? ¿Qué lo llevó a llamarlo? Esa es la parte más bonita de la historia.

Resulta que muchos años atrás, cuando Pérez Rosales administraba un campo en la zona central, llegó un tipo muy pobre pero de educadas maneras para ofrecerle en venta un par de bueyes por las que los aprovechadores le habían ofrecido una miseria, este caballero le dijo que ya que iba a perder plata prefería vendérselos a alguien decente. Esto impresionó tan bien a Pérez Rosales que le compró los bueyes a muy buen precio y le dio un par de regalos, con lo que el vendedor se fue muy agradecido.

Resulta que este pobre caballero resultó ser don Matías Cousiño, que por esa época lo tildaban de loco porque estaba completamente arruinado.

Don Matías llegó a ser uno de los hombres más ricos de Chile y fue quien recomendó a Pérez Rosales y lo ayudó en innumerables oportunidades desde entonces. Cuando se encontraron tiempo después, Pérez Rosales ya era Intendente de Concepción, y Cousiño corrió a abrazar con lágrimas en los ojos a quien lo había ayudado cuando todos se burlaban y quedó muy feliz de haber podido pagar el favor- 

Díganme si no es una historia maravillosa. Y es cien por ciento real.

P.D. Los que leyeron esta entrada al comienzo notarán que mi memoria me traicionó una vez más y confundí a Matías Cousiño con José Tomás UIrmeneta, don Alzheimer no perdona...