"Perdí mi apariencia en la universidad. Cuando llegué allá, a los dieciocho mi pelo era grueso, brillante y suave y caía sobre mi frente generosamente. Mis mejillas cortaban la sombra y mi piel era suave, casi sin pelos en la cara. Era bastante proporcionado, un metro ochenta y ochenta y dos kilos, nunca muy musculoso pero siempre en forma. Me veía bien con ropa, y hasta me veía bastante bien sin ella.
En dos años había ganado quince kilos y mi pelo se empezó a caer. Tuve que comprar ropa "L" y luego "XL" y comencé a usar cuellos tipo beatle pensando ingenuamente que eso escondería mi doble (triple?) papada. Empecé a peinarme para atrás tratando de afrontar la recesión, pero eso solo acentuaba cuan regordeta mi cara (que una vez fue angular) se había colocado.
Hasta que perdí mi apariencia, nunca me había dado cuenta hasta que punto ésta alimentaba a mi personalidad: no se trata de que yo me considerara particularmente buenmozo, es decir, no era un troll, pero había desarrollado una quieta confianza basada en mi pinta. Ahora, sin embargo me había convertido en un fiero autocrítico, rápido para considerar cualquier chiste sobre gordos o pelados como un insulto personalmente dirigido hacia mi persona..
En los años que siguieron volví a perder peso, a comprarme ropa normal y a controlar mi glotonería. Pero nunca volvió a ser lo mismo, aún si alguien me tiraba un cumplido, yo jamás volví a creerlo.
Entonces, el verano pasado, cuando encaraba mi cumpleaños número treinta, decidí que había llegado la hora de recobrar mi apariencia. Sin importar lo que pensaran mis amigos o colegas por dejarme arrastrar por la vanidad -tal vez el peor pecado que un hombre pueda cometer- me hice el propósito de hacer lo que fuera necesario para volver a verme como antes. A cualquier costo y de una sola vez".
Esto lo encontré revisando mi Diccionario de Vanidades ¿A quién no le ha pasado? El viejazo nos llega a todos, a unos antes que a otros pero pasado cierta edad llega el momento en que nos miramos al espejo y vemos a un viejito decadente tratando de mantener la sonrisa, pero desagradablemente sorprendido por lo que está viendo. A mi me pasó a el shock los 50 y me impresionó tanto que me saqué la foto comparativa que subí a la triste historia de mi vida y es la que encabeza esta entrada. Bueno, cuando cumplí 46 años ya algo intuía de lo que vendría.
El envejecimiento y la pérdida de la apariencia, junto con la muerte, son las dos cosas que inevitablemente tenemos que enfrentar todos los que no nos morimos cuando jóvenes.. Y ni siquiera se trata de buena apariencia como dice Hardy, yo siempre tuve un aspecto "estándar" sin nada que llamara la atención, mi cara se podía confundir con otros cientos. Pero empezar a tener rasgos distintivos a cierta edad como la caída de los dientes, la cara suelta como un globo desinflado, ojeras pelada y todo eso son cosas a las que sería mejor que nos acostumbráramos poco a poco.
Pero no ocurre así, como rara vez le prestamos atención al espejo -al menos en mi caso- nos damos cuenta del viejazo a golpes. Eso me pasó con los videos que hice hace un par de días, ya sabía que estaba poniendo ruinoso pero no me imaginé que tanto, en fin, es bueno dejarlo documentado.
Y me puse a ver por qué envejecemos, cosa tan natural e inevitable como la muerte pero me entró la curiosidad por conocer el mecanismo. Resulta que es un proceso parecido a cuando los fierros se oxidan. Miro mi CRX que cada día está más comido por el óxido y me acuerdo cuando era uno de los autos más bonitos que andaba por Arica, en sus años de gloria todos me preguntaban en cuanto lo vendía
Pero volviendo al mecanismo del viejazo,, el asunto se produce por la oxidación de las células producida por los radicales libres. Los átomos que componen nuestro cuerpo normalmente tienen dos electrones por órbita en su estado estable. Sin embargo en su órbita más exterior (si pensamos en la metáfora de átomo como un sistema planetario) los electrones están menos sujetos al núcleo, y por diversas razones, el átomo puede perder uno de esos electrones y quedar inestable.
Estos átomos -o más bien las moléculas que se forman de ellos- se llaman "radicales libres" y son sumamente reactivas, es decir producen cambios en las células, normalmente para mal, porque dañan el ADN de los núcleos y terminan destruyéndolas tal como el óxido se come a la la lata, de hecho este proceso se llama "oxidación".
Los radicales libres y la oxidación que producen son un proceso natural que ocurre desde que nacemos, lo que pasa es que con los años el efecto se acumula, tal como los fierros expuestos al aire libre durante mucho tiempo están mucho más corroídos que los que llevan poco a la intemperie.
Claro que este no es el único mecanismo que nos daña el ADN de las células, que se empiezan a reproducir con defectos y nos hace enfermar y envejecer, hay muchos más causas como el stress, las radiaciones ionizantes naturales, rayos X, muchas cosas que comemos, etc. El envejecimiento, las enfermedades y la muerte son necesarias así es que tenemos que acostumbrarnos nomas.
Mientras tanto, yo pensé combatir mi cara de guante con los divertidos ejercicios de este japonés. Pero mejor que no, porque eso si que sería hacer el ridículo, al menos me divertí mucho mirándolo. En fin, como siempre digo, para morir nacimos, ahora tendría que agregar "también para convertirnos en viejos Q". Miren esto nomas
Japo estafador, solo recupere 8 años. :-)
ResponderBorrarYo a la primera vuelta de lengua quedé descarretillado jaja!!
ResponderBorrarAcompañé a mi madre a operarse de cataratas y cuando volvió se puso frente al espejo y dijo: "cuantas arrugas tengo!". Morajela: La Naturaleza te va deteriorando todo, incluído los medios de percepción del deterioro. Uls
ResponderBorrarjaja entonces tendré que esperar a quedarme medio ciego, así no me preocuparé de lo viejo que me veo. Buen punto Ulschmidt. Preocuparse por la apariencia es una tontera, pero igual molesta un poco darse cuenta de la decadencia
ResponderBorraryo era bien feo, solo cambia el tipo de fealdad. XD
ResponderBorrarSer especialmente feo desde chico es una ventaja que se va agrandando con el tiempo. Desarrolla mejor la personalidad que tener una apariencia que no llama la atención o una apariencia bonita que con el tiempo va decayendo. Especialmente en las mujeres, por eso "la suerte de la fea la linda la desea"
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