Cuando era computín

Escuché un comentario sobre el sistema de Consulta Unificada de Causas del Poder Judicial, donde preguntaban por qué no todas las reparticiones del estado tienen algo similar. Bueno, esto me trajo a la memoria cuando yo estuve pitueteando en tribunales entre 1991 y 2001 más o menos, donde tuve la suerte de conocer el sistema antiguo y el inicio de la Reforma Procesal Penal, que ha traído tantas desgracias al país. 

Creo que fui testigo privilegiado, porque cuando llegué a tribunales todo se hacía a mano, con las antiguas máquinas de escribir planilleras lo que significaba una enorme carga de trabajo en los juzgados. El primer problema que me presentaron fue la confección de los informes. Todos los días había que preparar un Estado Diario, con las 15 a 20 causas que se verían al día siguiente en el tribunal. 

Una vez a la semana cada tribunal debía confeccionar el Estado de Visita de Cárcel, porque cada sábado en la mañana iba el juez a la cárcel, acompañado de un funcionario, donde se formaban todos los que tenían prisión preventiva en ese tribunal, se les pasaba lista y se escuchaban reclamos, si los había, en promedio cada tribunal de Arica creo que tenía unos 200 a 300 presos en esa situación, ignoro si eso se hará todavía.

Para fin de mes había que preparar un informe monstruoso con un resumen del estado de cada causa que veía el tribunal, este se mandaba a la Corte de Apelaciones y debía consignar el estado de los miles de causas que llevaba cada tribunal en esos años. Un tribunal promedio en Arica tenía unos 15 funcionarios en total, más o menos, dos de estos se dedicaban todo el mes a hacer este trabajo de chinos, a tiempo completo. Había que bucear en cada uno de los expedientes y trasladar su estado a una gran planilla que se escribía a máquina.

Eso fue lo primero que hice, los programas para solucionar esas tres cosas al principio fueron un poco resistidas, pero bastó que pasara un par de meses y todos los jueces querían tenerlo. Los programas permitían ingresar y modificar rápidamente la información, agregar, dar de baja, grababan todo en texto plano y el computador emitía los informes. Como era todo experimental los hice prácticamente gratis, de cualquier modo yo estaba quebrado y cesante, así es que me daba lo mismo si me pagaban o no. 

Hasta donde yo sabía, ningún otro tribunal en Chile lo hacía por esos años. Algunos estaban experimentando con Word Perfect y la planilla Quatro Pro, pero eran casi tan engorrosos como hacerlos en máquina de escribir porque esos programas eran primitivos y la capacidad de las máquinas muy limitada: ingresar, guardar e imprimir los datos con un programa era muy rápido y fácil, las primeras versiones las hice en Qbasic, luego pasé a Visual Basic.

Como dieron muy buen resultado, me fui a Santiago para convencerlos que me compraran los programas para todo Chile. Claro que tuve la mala idea de llevar los códigos fuente impresos que hacían cerca de 500 páginas, porque el asunto había crecido y tenía nuevas aplicaciones, como la emisión de cheques de pensión alimenticia y otros procesos que gastaban muchísimo tiempo.

La gente de informática en la Corporación Administrativa del Poder Judicial, los jefes en ese tiempo eran abogados que les gustaba la computación se quedaron espantados cuando vieron los cinco tomos de código y dijeron -con toda razón- que no podían colocar a nivel nacional algo tan enredado y que solo yo lo entendía, así es que me tuve que devolver a Arica con mi carretilla de código en la maleta.

Pero no me fue tan mal, porque los programas ya estaban funcionando muy bien y habían quitado montón de carga en los tribunales de Arica  así es que decidieron pagármelo. Pero no había como hacerlo porque yo no era funcionario ni nada y entonces, por casualidad, descubrí que recién habían admitido a los tribunales como admisibles a proyectos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional.

Se hizo la luz y le di el palo al gato después de muchos años de miseria. Aprendí por mi cuenta como se hacían los proyectos FNDR, que era un fondo que recién empezaba a implementarse, con la ayuda de nuestro sectorialista Fernando Tapia de Serplac, al poco tiempo ya estaba perito en eso y por fin vi la luz, se abrió para mi la puerta del tesoro, al menos por un par de años.

Se corrió la voz de mi programa y de cómo podían financiar su compra ¡yo mismo les hacía el proyecto! Así fue como me llamaron de Iquique para comprarme el paquete completo. En esos años empecé a ganar plata como loco, porque además de vender mis programas empecé a hacer proyectos de inversión de toda clase: infraestructura, equipamiento y en todos cortaba mi colita. Con esa plata me compré la mejor inversión de mi vida: la casa.

Recuerdo dos historias divertidas de esos años. Un sábado estaba en el Primer Juzgado, donde me dejaban leer los expedientes sin molestarme, cuando el juez me pregunta "Tomás ¿quiere conocer la cárcel? Acompáñeme a la visita", y claro que fui encantado, tenía mucha curiosidad, Y el próximo fin de semana lo mismo, yo no era empleado del tribunal ni nada así es que la cosa me empezó a oler mal. Averigüé con los muchachos del tribunal y me contaron ¡en la visita anterior un reo le había pegado al juez y lo había amenazado, así es que nadie se atrevía a acompañarlo! De entonces busqué una excusa y no fui más.

Leer expedientes era mi entretención favorita, muchos eran apasionantes como novelas y llegué a manejar bien la jerga de los escritos legales. También me nombraron perito judicial entre 1991 y 1996 (creo) hacía las pericias en computación y como intérprete de inglés, por allí me caían unas lucas. Después empecé a hacer capacitaciones junto con mi ayudante de eso años, Marlene, que me cobraba un ojo de la cara, así es que también sacaba sus lucas por ahí.

Un día el juez del Primer Juzgado iba caminando por el centro y se cruzó con un tipo que un año antes lo había sentenciado a 10 años de cárcel, alarmado, avisó a la policía y empezaron las averiguaciones. Resultó que las sentencias en esos años se escribían en papel común y corriente, así es que el encargado de estadísticas en la cárcel simplemente cambió la hoja con la condena y se la cambió a 541 días. Entonces se me ocurrió el proyecto de "sentencias seguras" que vendí sin problemas en Arica e Iquique, donde las sentencias se emitían en un papel especial y con un código de barras, que referenciaba al archivo del tribunal donde se guardaban todas las condenas.

Durante décadas en todo el resto de Chile se siguieron emitiendo sentencias en papel común y corriente, creo que no hace muchos años se avisparon e implementaron un sistema parecido al mío ¡quien sabe cuantas veces habrán hecho la jugarreta esa de cambiar la hoja! El que sabe, sabe.

Los tribunales eran un mundo de historias y cosas insólitas. Por ejemplo antes eran muy pocos, sobrecargados y con una dotación de personal ridículamente baja, lo único positivo de la reforma fue aumentar el número de tribunales. Bueno, ante esa situación, existía una extraña figura: los "meritantes"

Un meritante era alguien que trabajaba en el tribunal sin recibir sueldo ni ningún tipo de reconocimiento o beneficio, teóricamente eran como aprendices, haciendo méritos para cuando surgiera una vacante. Pero muchos meritantes pasaban años y años sin sueldo ¿Cómo diablos lo hacían?. Él secreto era sencillo e ingenioso, porque los mandaban al archivo, encargados de coser los expedientes, archivar y desarchivar las causas.

Entonces, cuando alguien necesitaba un desarchivo, a menos que tuviese un amigo con llegada al meritante y le pasara plata, podían pasar años antes que el maldito expediente se llegara a desarchivar. Ni que decir que era un excelente trabajo, nadie los presionaba como a los actuarios, no tenían ninguna responsabilidad por no ser funcionarios y se la pasaban todo el día flojeando, claro que cuando les llegaba un "buen" desarchivo, se zambullían de cabeza a buscarlo. Era un sistema muy ingenioso, que supongo habrá desaparecido junto con la costura de los expedientes.

La gente ignorante piensa que fue la Reforma lo que termino con los largos desarchivos y los expedientes cosidos a mano. Nada de eso, fue la computación, que reemplazó los papeles físicos por archivos en línea. 

El sistema de Consulta Unificada de Causas es excelente. Yo lo conocí cuando recién lo implementaron y tuve que reconocer que era mucho mejor que el mío, porque tenía contempladas las consultas desde el diseño original. Es centralizado en Santiago y si mal no recuerdo la empresa que lo implementó se llamaba Orden S.A. o algo así, un nombre muy adecuado. La cosa es que me quitaron el negocio, después la gente de Ricardo Lagos corrompió el sistema de proyectos FNDR así es que también quedé fuera de ese negocio. Nada bueno dura para siempre-

Todavía tengo mi antigua web El Programador Casual, claro que la última vez que la actualicé fue en el 2001, hace la friolera de 10 años, nada menos. En fin, todo tiempo pasado fue... anterior.