Hoy en la mañana me estaba duchando -no se rían, a veces me ducho- y sin previo aviso se me cortó el agua caliente, de un momento a otro entendí perfectamente ese dicho "me cayó como un balde de agua fría". A veces pasa, cerré la llave y la volví a abrir y salió fría nuevamente, al segundo intento salió el agua caliente como siempre y respiré aliviado porque el universo volvía a tomar su curso normal.
Me quedé pensando como me estaba haciendo dependiente del agua tibia después que pasé tantos años fantaseando con ese lujo exquisito. De hecho a mediados de los sesenta, cuando llegamos a la Población Santiago, no teníamos ni agua ni electricidad y así estuvimos por todo el primer año, alumbrados por velas y una lámpara de parafina, y había que traer agua con un balde, de una llave que había en cada esquina.
La verdad es que no recuerdo que hayamos sufrido mucho por eso, al contrario, fueron años felices y aventureros en que no le veíamos nada de raro. El segundo año llegó la luz y el agua, empezaron a construir las casas y volvimos a acostumbrarnos a tener llaves con agua corriente, lo que al principio nos pareció un pequeño lujo.
En esos años íbamos todos los meses con mi mamá a Viña del Mar a cobrar una plata y recuerdo que una vez pasamos la noche en la casa de mis tíos, que para mi era un palacio, y lo que más me impresionó fue que en los baños tenían tina, y de las llaves salía agua caliente. Aunque parezca raro el agua caliente no era común en las casas de los años sesenta y solo la gente de clase media alta hacia arriba la tenía. En mi imaginación yo pensaba que lo único que se necesitaba para vivir feliz era tener un baño con tina y agua caliente.
Esa idea me quedó dando vuelta durante muchos años, yo estaba perfectamente acostumbrado a ducharme con agua fría en invierno o verano y no fue sino hasta el año 2000 más o menos, cuando la Pilar se vino a la casa que instalamos un cálifont y se hizo normal ducharnos con agua caliente. Después de unos años ya ni me acordaba como era bañarse con agua fría. Hasta hoy en la mañana, claro.
Pero no fue sino hasta octubre de 2016 que me sentí lo suficientemente pudiente como para instalar una tina que era la culminación de mis sueños de lujo y bienestar, ahora s que tenía todo para ser feliz, claro que todavía no sabía que ser feliz es un poco más complicado de lo que pensaba.
Como yo soy muy tacaño, trato de usar lo menos posible la tina, que me parece un malgasto de agua y gas, pero a veces pienso que me merezco un pequeño gustito y me encierro un par de horas sumergido en agua tan caliente que apenas la aguanto. Trato de no hacerlo seguido, porque para que un lujo se disfrute, debe ser muy escaso. Si se convierte en costumbre, como me pasó con el agua caliente, lo perdemos para siempre y la satisfacción se transforma en necesidad. Fue tanta la alegría que me causó instalar la maldita tina que hasta publiqué una entrada compartiendo ese magno evento.
Compadezco a los que nacieron en una casa con baño, agua caliente, tina y están acostumbrados a bañarse todos los días con el cálifont encendido tal como ahora me acostumbré yo, no saben lo que se han perdido con la sensación de los primeros baños calientes de tina después de haber soñado muchoa años con eso.
Debe ser muy deprimente ser ateo. Yo no soy nada religioso y creo que es extremadamente improbable que realmente exista algo parecido a Dios, pero tengo una sólida fe del carbonero. Rezo todos los días y regateo milagros a cambio de portarme bien.
La verdad es que muy pocas veces he recibido algún milagro. Tal vez tenga algo que ver con que nunca me he portado realmente bien y ni siquiera lo he tratado para ser francos, Pero rezar todos los días tiene dos grandes ventajas prácticas, sean cuales sean nuestras creencias religiosas.
La primera es que podemos pedir ayuda al azar cuando tenemos problemas, rezar para pedir un favor es como comprar un boleto de lotería, puede que casi nunca, o nunca ganemos pero nos dejará la conciencia tranquila de que al menos hicimos algo en cosas en que casi no podemos hacer nada para influir. Hay un dicho muy bueno sobre esto "ningún ratón es ateo cuando está entre las mandíbulas del gato".
La otra ventaja es que nos da la oportunidad de hacer algo muy necesario: agradecer por todo lo que nos ha dado la suerte. Yo hago un listado detallado de todo lo bueno que tengo para agradecerle al Pulento, Krishna, Buda o quien corresponda por la extraordinaria buena suerte que he tenido, y siempre lo primero que agradezco es tener agua: las cosas más obvias, que uno da por supuesto y siempre olvida son las más importantes.
Tener agua, tener buena salud, tener casa, familia y todo el largo etcétera. La lista es larga y después de repasarla, yo al menos me siento contento y dispuesto a salir a patear el cochino trasero de quien se me ponga por delante. Vayan pasando de a uno malditos que aquí los espero.
Carlomagno, emperador, re-fundador de Europa Occidental, cuando iba a defecar seguro lo hacía más incómodo - un agujero en el suelo en palacio, una letrina comunitaria en campaña - de lo que cualquier proletario de nuestros días cumpliendo las mismas funciones.
ResponderBorrarEstamos rodeados de comodidades no imaginadas en los siglos precedentes.
Ahora, donde vivo, se va plagando de termotanques solar-eléctricos. No creo que sean negocio, pero los agricultores los compran como para instalarlos en el campo, descuentan el IVA y el impuesto a la renta y, por supuesto, no lo instalan en su granja sino en su casa en el pueblo. Uls
Rezar, oir musica,(un asmr por ejemplo), meditar, masaje, tai chi, baño caliente etc sin duda aportan al bienestar, claro no hay que dejar al pensamiento critico entrometerse.
ResponderBorrarCuriosamente "dar gracias" esta de moda en las tecnicas de producir bienestar; si mal no recuerdo hay hasta papers.
Ulschmidt esas ideas para escabullir impuestos son las que me gustan, tengo entendido que acá también existen esos absurdos subsidios ¡averiguaré ipso-facto!
ResponderBorrarEs verdad que Carlomagno cagaba en un hoyo, tal como lo hice yo durante algún tiempo, me alegra saber que tuvimos algo en común jaja. Claro, hoy un indigente que vie en la calle tiene un nivel de vida incomparablemente mejor que un noble de años atrás.
Wilson, creo que contar lo bueno que tenemos es indispensable porque se nos olvida con una facilidad increíble: no apreciamos tener buena salud hasta que nos enfermamos y un millón de etc. Creo que debe ayudar bastante a combatir el malestar que, al fin y al cabo, está entre las dos orejas solamente.
Ahí sí que no, yo con agua helada no me baño ni amarrado. Es apostasía. Como dijo la iñora ¡Paso!
BorrarMáximo, cuando uno se acostumbra al agua caliente está frito: se transforma en una necesidad. Sin embargo uno puede bañarse todo el año con agua fría, al menos en Arica no hay problema y donde hace frío también. En Chiloé y en Santiago siempre usé agua helada hasta donde yo recuerdo y no me morí por eso, era lo más normal.
ResponderBorrarEs cierto: El mejor lugar para sacar reflexiones no es ir a la montaña, la playa o viajar a un pais extranjero, es el baño. Es donde no tenemos que demostrarle a alguien y el lugar más privado. Si subdividimos ese mundo se puede encontrar los mejores que son:
ResponderBorrar- La ducha
- El trono
- Frente al espejo
y tambien cuando uno hace aseo o lava el auto.