Habilidades sociales: (publicado originalmente el 11 de marzo de 2006)
Aunque con el correr de los años he desarrollado algunas habilidades sociales, especialmente cuando estoy con unos tragos en el cuerpo, todavía me quedan muchas taras de los años en que sufrí de una timidez enfermiza. Estos problemas me afectan en las cosas más pequeñas e increíbles. Por ejemplo tengo fobia a llamar por teléfono y evito hacer llamadas tanto como me sea posible. Antes de hacer una llamada (incluso las más insulsas como pedir alguna información o cosas por el estilo) ensayo cuidadosamente lo que voy a decir, no una, sino muchas veces, pienso en lo que me van a responder y lo que yo tengo que replicar para cada respuesta. Llamar por teléfono es para mi tan agradable como ponerme una dolorosa inyección.
También le tengo un miedo irracional a las secretarias, a comprarme ropa, para que decir el baile o ir a cualquier fiesta donde no estén mis amigos. Si el día que me muera al enjuiciarme salgo para el infierno, don Satanás no me mandará a la parrilla, porque me encanta el calor, sino a una fiesta llena de arrogantes y desconocidos figurones, entonces, despreciado no me quedará otra que meterme debajo de la mesa a ladrar, aullar y robarle los zapatos a las señoras. Esa es mi visión del infierno.
Pero con los años he vencido algunos traumas. Me gusta hablar en público, pese a mi voz nasal y chillona, no tengo problemas en pararme frente a un grupo y decir cuantas estupideces se me ocurran. También le perdí el miedo a la peluquería gracias a mi amigo Matute (que era un convencido que todas las peluqueras son promiscuas) y me entretengo mucho conversando con ellas mientras me cortan el pelo. De hecho, ir a la peluquería ahora me divierte. Gracias a Internet también he perdido el recelo a conocer gente nueva o hacer nuevas amistades.
Me encantan las personas tímidas, los distraídos, la gente insegura, siempre he pensado que solo los idiotas tienen certezas y seguridad en si mismos, nadie que tenga un gramo de cerebro puede estar seguro de nada, lo malo es que siendo uno mismo tímido no tiene muchas oportunidades de conocer a otra gente igual, pasamos por caminos paralelos.
Bueno, todas estas "profundas reflexiones" son el fruto de la resaca que tengo de los cinco martinis que me tomé anoche, un buen consejo, jamás vayan a tomar un trago a la barra del Hotel El Paso, el barman es uno de los peores que he conocido en mi vida. Al ladito, en el Casino de Arica los tragos son mucho mejores, y más baratos.
También le tengo un miedo irracional a las secretarias, a comprarme ropa, para que decir el baile o ir a cualquier fiesta donde no estén mis amigos. Si el día que me muera al enjuiciarme salgo para el infierno, don Satanás no me mandará a la parrilla, porque me encanta el calor, sino a una fiesta llena de arrogantes y desconocidos figurones, entonces, despreciado no me quedará otra que meterme debajo de la mesa a ladrar, aullar y robarle los zapatos a las señoras. Esa es mi visión del infierno.
Pero con los años he vencido algunos traumas. Me gusta hablar en público, pese a mi voz nasal y chillona, no tengo problemas en pararme frente a un grupo y decir cuantas estupideces se me ocurran. También le perdí el miedo a la peluquería gracias a mi amigo Matute (que era un convencido que todas las peluqueras son promiscuas) y me entretengo mucho conversando con ellas mientras me cortan el pelo. De hecho, ir a la peluquería ahora me divierte. Gracias a Internet también he perdido el recelo a conocer gente nueva o hacer nuevas amistades.
Me encantan las personas tímidas, los distraídos, la gente insegura, siempre he pensado que solo los idiotas tienen certezas y seguridad en si mismos, nadie que tenga un gramo de cerebro puede estar seguro de nada, lo malo es que siendo uno mismo tímido no tiene muchas oportunidades de conocer a otra gente igual, pasamos por caminos paralelos.
Bueno, todas estas "profundas reflexiones" son el fruto de la resaca que tengo de los cinco martinis que me tomé anoche, un buen consejo, jamás vayan a tomar un trago a la barra del Hotel El Paso, el barman es uno de los peores que he conocido en mi vida. Al ladito, en el Casino de Arica los tragos son mucho mejores, y más baratos.
Coincido con lo del telefono, detestable, y peor de lo peor el celular.
ResponderBorrarNada como un limpio y decente email.
Yo el celular nunca lo contesto, excepto a mis tres parientes directos y un par de amigos que se que solo me llaman en caso de emergencia o algo importante.
ResponderBorrarAl resto de mis amigos los quiero mucho pero JAMÁS les contesto el teléfono. Me carga, especialmente los que tienen la detestable costumbre de "conversar" cuando se están tomando un trago.
Lo mismo con los chats, igual política. Si alguien quiere conversar conmigo que me mande un mail, JAMÁS un chat y menos llamarme por teléfono
Lo que son los gustos.
BorrarYo ni siquiera tengo redes sociales. Ni siquiera watsapp.
Todo por teléfono. Hablado y clarito.
Tengo mail, claro, porque en los tiempos actuales es imposible no tenerlo. Pero hasta ahí llego.
Teléfono. Tu me dices, te contesto, queda claro y listo. Dos cucharadas y a la papa. Y siempre contesto el teléfono. Sea quien sea. Si es llamado de venta o algo, lo bloqueo y ya.
jaja de gustibus no hay nada escritibus dice el latinibus. A mi me enfurece que me llamen o que me pongan "hola" en un chat. Lo considero una agresión, un casus belli jajaja
ResponderBorrar