Tres ideas sencillas de economía

1. Hay juegos que no suman cero
Como la cantidad de bienes materiales que existen no es infinita, el sentido común nos hace pensar que la economía es un juego de suma cero, donde lo que ganan unos es siempre a costa de lo que pierden otros: siempre que alguien obtiene bienes por 100 dólares hay otros que pierden esa misma cantidad porque el valor no se puede crear de la nada. Esa es la base de todas las teorías de la explotación y como suena convincente, muchos creen que los ricos prosperan a costillas del empobrecimiento de los que no son ricos.

Pero eso no es cierto y si se puede crear valor de la nada. Hay un lindo experimento que muestra como ocurre esto que ya lo he contado pero lo repetiré. Un profesor selecciona a 20 de sus alumnos:10 hombres y 10 mujeres, previamente ha comprado 20 objetos, unos 7 para hombres, otros 7 para mujeres y 6 que son para ambos sexos. los mete en cajas, los revuelve y reparte los 20 regalos al azar entre los 20 alumnos.

Les pide abrir los regalos y colocarles una valoración entre 0 y 20 dólares representando en cuanto valoran el regalo que les tocó.  Supongamos que un hombre recibió un rouge mientras que una mujer recibe una crema de afeitar, ambos valorarán muy poco sus regalos, otros recibirán justo lo que les gusta y lo valoran al máximo, otros regular. Luego de esto se suman todos los valores de los 20 alumnos y esa suma se anota, supongamos que salió 200 dólares.

Ahora el profesor les da 10 minutos para que negocien el intercambio para los que quieran hacerlo, después de esto la mayoría quedará con lo que más e gusta y con lo que más valora, nuevamente se suman todas las valoraciones y el resultado -como podrán imaginar- será mucho mayor, seguramente cercano al máximo de 400 dólares.

¿Que ha pasado? El costo total de los regalos es exactamente el mismo antes y después del experimento, mientras que su valor se puede haber duplicado, ese es el efecto del intercambio (o comercio) que crea valor a partir de la nada. Esto sería imposible si el valor de los bienes fuese objetivo, pero como es subjetivo, psicológico y solo representa cuanta satisfaccón le produce a cada consumidor, podemos decir que a) se puede crear valor de la nada, b) el valor puede ser prácticamente infinito y c) la economía no es un juego de suma cero.

Por eso muchos que ganan grandes cantidades no empobrecen al resto sino todo lo contrario, porque invierten sus excedentes y multiplican el valor creando puestos de trabajo. Eso explica que en los países donde hay mayor desigualdad son también los países donde el nivel general de vida es más próspero. Es algo que se puede ver fácilmente en el mundo real, basta comparar el nivel de vida de sociedades redistribuidoras como Cuba o la URSS con sociedades con gran desigualdad, pero donde los ricos son inmensamente más ricos mientras los pobres también son -comparativamente a las otras sociedades- mucho más ricos.

2. La explotación no es lo que se cree
El otro día vi una clase muy buena donde daban el siguiente ejemplo: Una estudiante es fea pero muy inteligente y se junta con un estudiante de muy buena apariecia pero tonto. Ella sale con un tipo mucho más bonito de lo que normalmente podría conseguir y él tiene una novia que le hace los trabajos que no es capaz de completar. ¿Quien explota a quien? 

Pongamos este otro ejemplo, mucho más común: un trabajador siente que le pagan muy poco por su trabajo -mucho menos de lo que merece- y dice que su patrón lo está explotando, pero sigue trabajando igual, aunque lo hace de mala gana ¿será verdad que lo están explotando?

Lo primero es determinar si es cierto que merece ganar más, todos tendemos a desarrollar una idea bastante exagerada de lo que valemos, el problema de la valuación no es sencillo, porque yo puedo pensar que mi trabajo vale -digamos- cien mil dólares al mes, pero ¿cómo se si vale realmente eso o es solo una idea mía?. Bueno, existe una manera bien conocida y sencilla para determinarlo: cada uno vale lo mismo que la mayor oferta que alguien le haga, ni un peso más, ni uno menos.

El trabajo -nos guste o no- sigue las leyes del mercado, incluso en los países más igualitaristas, pueden obligar a los patrones a pagar mucho nominalmente a alguien, pero en términos reales el verdadero precio del trabajo lo determina el mercado. En la vida real, pese a la multitud de leyes y reglamentos estúpidos, el trabajo es una mercancía como cualquier otra y vale exactamente lo que el empleador con quien trabajamos voluntariamente está dispuesto a pagar por él, ni un peso más ni un peso menos.

Por eso ese tipo de explotación en el trabajo no existe. Si alguien piensa que se merece mucho más de lo que le pagan solo hay una forma de saberlo: que encuentre a alguien que le ofrezca más. Si nadie lo hace entonces está recibiendo exactamente lo que se merece, ni un peso menos. Muchos "liberales" dicen que la explotación consiste en aprovecharse de la necesidad de la gente. Eso es una completa idiotez porque casi todos los que trabajan lo hacen por necesidad, así es que no hay aprovechamiento alguno. Si no está conforme que renuncie o que busque algo mejor. Ningún tercero puede determinar cuanto vale el trabajo de alguien.

3. Como se forman los precios
Y esto no es capitalismo ni nada que se parezca, porque existe desde que el ser humano empezó a hacer intercambios, es algo muy anterior a cualquier ideología o sistema económico. Si queremos intercambiar algo con otra persona ambos debemos tener una idea del valor de lo que tenemos, del valor subjetivo que le damos. Pensemos en un ejemplo simple: yo tengo un celular que no uso y mi amigo Pepe necesita un celular y piensa que el mío le podría servir. Entonce podemos negociar un intercambio: yo le paso el celular y a cambio él me pasa una suma de dinero, o sea hacemos una compraventa.

Antes de negociar cada uno tiene una idea del valor del celular, yo como vendedor trataré de obtener lo más posible y el comprador de pagar lo menos posible, es lo lógico. Idealmente yo quisiera cobrar un precio altísimo y mi amigo pagar una suma insignificante, pero ambos sabemos que eso no es realista, así es que tratamos de adivinar la valoraión que hace el otro y el vendedor le carga un poquito más así como el comprador le carga un poquito menos.

Y empezamos a regatear en lo que se llama "un precio conversable". Sin embargo, en nuestra mente ambos tenemos un límite: yo nunca aceptaría menos de 50 dólares y mi amigo nunca pagará más de 60 dólares por el bicho. Técnicamente los 50 dólares se llaman "excedente del vendedor" y los 60 son el "excedente del consumidor". Si el vendedor no puede obtener 50 o más simplemente no vende, si el comprador no puede conseguirlo por 60 o menos no compra.

Y así, regateando ofertas y contraofertas, si se acuerda un precio entre 50 y 60 se hace la compraventa, y si no se coincide en eso la transacción no se hace. Esto no es capitalismo, es vida real, así se han formado siempre los precios a menos que alguno recurra a la amenaza en cuyo caso cambia toda la figura. Ahi si que hay abuso y despojo.

Todo está encadenado
Estas tres ideas funcionan en conjunto. Las tres van un poco contra el sentido común y casi toda la gente tiene ideas equivocadas sobre esto. Piensan que la economía es un juego de suma cero donde los ricos se hacen cada vez más ricos a costa de los pobres que se hacen más y más pobres. La gente común también piensa que son explotados en su trabajo porque les pagan menos de lo que se merecen y también creen que las cosas tienen un valor objetivo "el precio justo" que puede ser calculado de alguna manera. Nada de eso es cierto.

Y la gente común, que vive con estas ideas equivocadas, son víctimas de sinverguenzas que convierten todo esto en resentimiento social, al fin encuentran algo o alguien a quien echarle la culpa de sus desgracias. Cuando alguien no entiende la realidad solo puede quejarse y con quejas no se resuelve nada. Al contrario, el resentimiento es lo que realmente perpetúa la miseria y la mediocridad.