Durante un montón de años yo "sufrí" de insomnio, me costaba muchísimo quedarme dormido, además estaba convencido de esa tontera que todo ser humano debe dormir como mínimo 8 horas diarias para no dañarse la salud. Entonces me iba a la cama pensando que esta vez si que dormiría las malditas 8 horas y me quedaba despierto toda la noche pensando como diablos lo podría hacer para quedarme dormido.
Yo nunca me he preocupado demasiado por la salud, pero llegó un momento en que la cosa realmente empezó a molestarme. En verdad no es que me quedara despierto toda la noche porque dormía de manera intermitente, sin darme cuenta, pero igual me daba la impresión que no había podido pegar un ojo y esa sensación me hacía andar cansado y soñoliento todo el día.
Los desórdenes de sueño deben ser una de las formas más benignas que toma la mente para convertirse en nuestro enemigo. Primero se lo atribuí a que no me podía quedar dormido acompañado, tenía que dormir solo. Por muchos años compartí pieza en pensión, durmiendo en camarotes como los milicos y me di cuenta que las pocas veces que tenía la oportunidad de pasar la noche con una chica, después de hacer el delicioso no había forma de dormir, al contrario de lo que contaban la mayoría de mis amigos, no me daba sueño el asunto, para nada. Llegué a pensar que en otra encarnación tal vez me habían apuñalado en el sueño, pero cuando al fin pude vivir solo tampoco podía quedarme dormido.
Como a mi me gusta darle vuelta a las cosas y buscar soluciones a asuntos complicados, pensé que lo mejor sería dedicarme -mientras estuviera desvelado- a pensar en como solucionar el maldito problema que ya estaba empezando a irritarme después de tantos años. Así fue como seguí desvelándome, pero al menos tenía la tranquilidad que estaba aprovechando mi tiempo en buscar una solución, eso me subió un poco el ánimo.
Entonces, entre tantas vueltas y revueltas en la cama, se me ocurrió que tal vez no fuera tan cierto eso que la falta de sueño perjudicaba la salud. Pensándolo bien había pasado años sin dormir y nunca había tenido alguna enfermedad que me obligara a ir a un médico.
Así fue como se me ocurrió la idea de no ir a acostarme en la noche o por lo menos no tratar de dormir sino que aprovechar de hacer cualquier cosa útil en lugar de las discusiones imaginarias o andar pensando tonteras, que era lo que me mantenía desvelado. Pensé que si no me podía quedar dormido lo mejor sería no dormir en absoluto.
En ese tiempo estaba estudiando en segundo año de la universidad y terminando el ciclo de ciencias básicas, que es lo peor -en el sentido de dificultad- de la carrera de ingeniería: electromagnetismo, cálculo vectorial y cosas que eran especialmente difíciles para mi con mi nula capacidad de concentración. Ya me había dado cuenta que mi pésima memori se convertía en fotográfica cuando leía algo y mejor si lo escribía
Entonces me dediqué a pedir libros y revistas en la biblioteca y en la noche me dedicaba a copiar lo que me parecía interesante, Recuerdo la maravilla cuando leí sobre el Principio de Mínima Acción, en las Feybnann Lectures on Phisics, pese a que estaba lejor de entender todo, el asunto me voló la cabeza y me dediqué a hacer un resumen escrito a mano que conservo hasta hoy, hoy lo escanee y se puede leer aquí. Una maravilla.
¡Ya no necesitaba dormir! Al contrario, me puse a resumir otras cosas que encontré en la biblioteca y me interesaban y al poco tiempo mi problema ya no era el insomnio, sino tratar de mantenerme despierto. Porque hacer resúmenes es muy distinto de divagar, uno no duerme a ratitos sin darse cuenta. Desde entonces hasta el día de hoy ¡chao insomnio! Nunca más he tenido ese desagradable problema.
Bueno, todo este aburrido cuento es para ilustrar que -al contrario de lo que creemos- nosotros no somos nuestra mente, la mente es otro muy parecido a nosotros, tanto que a veces la confundimos, pero hay ocasiones en que la mente muestra su independencia y se vuelve contra uno mismo.
El caso del insomnio es tal vez el ejemplo más suave de cuando la mente se vuelve en contra de uno. Si yo fuera mi mente entonces podría simplemente ordenarle a hacer lo que yo quiera, por ejemplo ordenarle dormir y listo, me quedo dormido.
Creo que esa dicotomía entre uno y su mente es interesante de tener en cuenta, hay varios motivos -seguramente evolutivos- que hacen imposible que controlemos nuestra mente, si alguien logra eso habrá descubierto la felicidad eterna y el fin del sufrimiento pero estamos muy, muy lejos de eso, Borges fantaseaba mucho con esa idea de "yo y el otro" que es super interesante.
Todo el sufrimiento y lo que llamamos "enfermedades mentales" viene de esa imposibilidad que tenemos de controlar nuestros pensamientos. No me imagino un sufrimiento más grande que el de alguien que vive en guerra con sus pensamientos como es el caso de los adictos, esquizofrenicos, los depresivos, bipolares y todos los que tienen problemas graves de ese tipo.
Cuando el conflicto es leve, como el caso del insomnio, muchas veces se puede superar, pero eso nos hace creer -por ejemplo- que alguien con depresión sufre de eso porque es tonto, débil de carácter o le falta fuerza de voluntad, lo mismo la gente que tiene cualquiera de los otros problemas. Claro, eso lo pensamos cuando nunca hemos experimentado el asunto, cuando uno está sano ni se imagina lo que es estar enfermo.
Las personas que tienen estos problemas donde su propia mente se les vuelve en contra, por su propio bien, no deberían hacer nada que los tenga sometidos a stress o que les acarree grandes responsabilidades. Lamentablemente muchos políticos tienen la ambición que les hace meterse donde no deberían estar, está lleno de ejemplos de esto partiendo por nuestro primer merluzo. Y no es el único caso, hay muchos más, iguales o peores.
Hubo un tiempo que anduve con insomnio, pero después de tres semanas de práctica laboral se me pasó. Lo que sí me cuesta es levantarme y es porque ahora no tengo algo externo que me demande levantarme temprano.
ResponderBorrarSi te cuesta levantarte la solución es obvia y está en tu mano ¡NO TE LEVANTES! jaja
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