El profesor Giaconi

Murió ayer de un infarto, yo no lo sabía con seguridad así es que preferí esperar antes de publicar esta nota, ahora lo tengo confirmado. Mi profesor y amigo Sergio Giaconi Mozo -como se dice en estos casos. "pasó a mejor vida". He dicho muchas veces antes que a mi no me entristecen las muertes, veo como lo más normal que cualquiera que yo haya conocido pase del mundo de los vivos al de los recuerdos y la nostalgia, ya son tantos los amigos muertos que perdí la cuenta y si me entristecieran pasaría la vida llorando, no es lo mío.

Un poco de historia. En 1966, la Universidad del Norte de Antofagasta -que tenía intención de abrir una sede en Arica desde fines de los años 50- abre las matrículas para la primera generación de ingeniería comercial. la UCN era de los curas jesuitas y venía de la Universidad Católica de Valparaíso, que tenía en esos años una de las mejores departamentos de economía y negocios de Chile, era natural que pensaran en colocar desde el comienzo la carrera, entonces novedosa, de ingeniería comercial.

El vicerector de sede era el cura Ricardo Claps y así llegaron los primeros profesores. De la Pontificia Universidad Catolica llegó Sergio Giaconni y de la Universidad de Concepción llegaron Pablo Jimenez y Ángel Henriquez, todos jóvenes con poco tiempo de titulados, que después hicieron gran parte de su vida en Arica. Además de enseñar, don Pablo trabajó en la armaduría electrónica IRT como gerente de finanzas, don Ángel fue gerente en la Junta de Adelanto y el profesor Giaconi se dedicó principalmente a enseñar.

Con el paso de los años don Pablo y don Ángel se dedicaron más a enseñar y se jubilaron en la Universidad de Tarapacá, mientras que don Sergio se dedicó a la empresa, viajando por el mundo en diferentes trabajos, hasta que volvió finalmente a Arica donde terminó sus días. Los tres jóvenes profesores que llegaron en 1966 terminaron convertidos en ilustres ariqueños netos, la ciudad les debe mucho y son el reflejo de cuando Arica era grande, pujante y llena de entusiasmo: ellos formaron al Silicon Valley Chileno.

Volvamos a don Sergio Giaconni Mozo, que protagoniza la entrada de hoy. Lo conocí no hace muchos años, el 2010 cuando hice el MBA fue mi profesor de negocios internacionales, con una pinta impecable, era la imagen de la antigua academia, yo siempre lo traté de "profesor", porque era la figura del antiguo académico que se para en un podio a dictar sus conferencias, tenía una experiencia enorme en el curso que dictaba, que era Negocios Internacionales y le entusiasmaban mucho las ideas originales o novedosas.

En esos años yo tenía un proyecto de traer extranjeros a vivir a Arica que presenté como trabajo de fin de curso, ahí me tomó buena, creo que es el único curso en mi vida que he aprobado con puros 100%. Después dejé de verlo, salvo una vez que nos reunimos con Ian Thomson no recuerdo para qué, pero seguimos la amistad por Internet, porque su abuelo era de la misma isla de mi familia paterna, la Isla Vis en Croacia, cuando viajó para allá me tuvo al día con sus aventuras. Después siempre intercambiábamos ideas sobre los problemas y el futuro de Arica.

El profesor Giaconi era muy sencillo y cordial, un vez conversando sobre sus aventuras por el mundo me contó que él había sacado su postgrado ya viejo en la Universidad de Barcelona, más por satisfacción y curiosidad personal que por motivos profesionales -"este es de los nuestros"- pensé yo cuando me lo comentó. Podía haber sido mucha cosas, pero definitivamente no era un funcionario.

Igual era muy bien cotizado como profesor, trabajó muchos años en la Universidad del Norte, en la U de Tarapacá y en la U de Talca, pero toda su vida tuvo aventuras empresariales. Jamás se jubiló, murió trabajando, a los 79 años, su última empresa era una consultora junto con un socio

Tenía un entusiasmo por nuestra ciudad que hoy solo se ve en los ariqueños antiguos, fue gerente de la Corporación para el desarrollo de Arica y Parinacota por muchos años, estuvo involucrado en el restaurante Maracuya (el mejor de Arica), en el Colegio San Marcos y varios otros negocios y organizaciones.

Era como Dorian Grey, se vestía muy bien y parecía cincuentón hasta bien pasados los 70, no era de esos que dicen como yo "la pinta es lo de menos", cuidadoso, mantuvo hasta sus últimos días una apariencia impecable. Es de las pocas personas que he conocido que el trabajo no logró envejecer, seguramente porque disfrutaba trabajando, para él debe haber sido una especie de diversión.

En fin, seguramente sus ex alumnos y colegas que quedan estarán en su funeral, despidiendo a un gran profesor que tuvo la suerte de envejecer sin conocer la decadencia. Un ariqueño neto menos, para allá vamos todos ya nomas me va a tocar a mí.