Las consecuencias de correr los cercos

“Personalmente veo que acreditarlo es muy difícil (…) si no se acredita se rechazó y no hay nada más”, fueron parte de las palabras de la juez laboral, Violeta Díaz Silva.

Bastó eso para que la demandante, una administradora de empresas de entonces 22 años, se saliera de sus casillas y comenzara a subir el tono en contra de la magistrado, reprochándole que los documentos y pruebas rendidas evidenciaban claramente que se le adeudaba dinero.

Palabras van y palabras vienen, la querellante -una tal "Denisse"- empezó a tratar de "tu" a la jueza, cuando esta le reprochó la falta de respeto dijo "“Si… te estoy hablando, te estoy teniendo respeto. No te estoy gritando, no te estoy tratando mal (…) usted no es una reina, no la puedo tratar de usted”. La jueza anuncia que se va a retirara hasta que se calmen las cosas y la otra fulana retruca “Oh, la vieja de mierda… ahora sí te falté el respeto (...) ya chao, vieja de mierda”

Cosas como esta no son raras en los tribunales, incluso se veían en el sistema antiguo cuando llegaba alguien a declarar algo borracho, bajo el efecto de las drogas o simplemente se trataba de algún tonto inflado de egolatría que quería exhibirse. 

Lo raro en este caso fue la reacción extremadamente pasiva de la jueza, que permitió que el asunto escalara hasta ese punto. En los años 90 yo pituteaba en tribunales y me tocó ver varias veces declaraciones por el estilo, la reacción de los jueces era inmediata y automática: ordenar al personal de gendarmería que arrestara al agresor por desacato y maltrato de palabra a la autoridad. Bastaba una tarde encerrado en el calabozo de tribunales, con los malandras para que se le bajaran los  humos hasta al más insolente.

Generalmente no pasaba más que eso, algún idiota podía insultar al juez o a algún funcionario y simplemente lo encerraban un rato para que pensara que la "vieja de mierda" como se habían atrevido a llamar, tenía la facultad de enjuiciarla por un delito que podía mandarla a la jaula entre 541 días y 5 años y 1 día si se le daba la gana. Claro que nunca vi que alguien fuera condenado por eso, pero unas horas de encierro bastaban para que los comportamientos estúpidos como ese fueran extremadamente raros.

Lo que ha ido pasando, creo yo, es que se ha establecido la "normalidad de lo anormal", donde fenómenos humanos como florcita motuda, la jiles y tantos otros en el parlamento, pero también en otros campos como el gobierno, muchos jueces y fiscales, los medios de comunicación, etc. han ido llegando como efecto de un sistema que está en descomposición, a cargos que antes se conocían de "alta responsabilidad". Y si vemos todos los días a un mamarracho en el congreso que es aplaudido, temido y de cierta manera torcida "exitoso" ¿Qué queda para el resto de las personas? Los anormales se convierten en modelos.

Si un travesti es elevado por los medios a una especie de santo laico, obviamente que algunos niños y pobres diablos que no ven otra forma de destacarse se quieran convertir en travestis, el mensaje es que ese es el camino si te quieres destacar. Muchos flaites y pandilleros también tendrán su propio altar de héroes y le rendirán culto a la insolencia y la falta de respeto por las formas y la buena educación, es lógico.

¿Cómo llegamos a normalizar a los anormales, con todos los inconvenientes que esto trae? No es nada extraordinario, pasa de tiempo en tiempo, cada vez que un sistema social y político empieza a descomponerse. Recuerden que Caligula se casó con su hermana, tuvo un hijo con ella y nombró cónsul a su caballo Incitatus. Son procesos que crecen hasta que se interrumpen, muchas veces de manera violenta. Y todo vuelve  a comenzar de nuevo.

Estas dinámicas donde los anormales toman el control se realimenta y crecen gracias al miedo y desconcierto que provocan a las personas normales, como el caso de la jueza que no se atrevió a denunciar el desacato ante el Ministerio Público, seguramente para no hacerse problemas. Porque estos procesos de descomposición no aparecen de la nada.

Son cosas que ocurren en ambos sentidos. La fulana insolente que le dice "vieja de mierda" a la jueza, lo hace porque siente la seguridad de poder decirlo impunemente, es la sensación generalizada que ya no existen límites, son cosas que vienen de lo más alto. 

En Chile esto empezó cuando Bachelet llegó al gobierno determinada a "correr los cercos" y hacer aceptable lo que antes era inaceptable. Al poco tiempo de esa política una mocosa le tiró un jarro de agua en la cara a la ministra de educación, y otro estúpido escupió a la propia Bachelet en la cara, acá en Arica. No les pasó absolutamente nada. Así es como se va creando la sensación de impunidad.

También autoridades mediocres tienen comportamientos vergonzosos que erosionan el respeto por las formas, por ejemplo cuando una jueza se comporta como niña chica burlándose de un abogado, muestra que no está capacitada para dirigir una audiencia y no puede seguir en su puesto, pero nada le pasa. Así es como el clima de respeto en las audiencias se va erosionando y cualquier día alguien en pleno procedimiento agarra a trompazos a otro y al final no pasará nada.

Yo pituteaba en tribunales en los años noventa y recuerdo que todos los jueces que conocí -algunos son hoy supremos- eran perfectamente capaces de conducir una audiencia manteniendo el clima de orden y respeto, algunos mejor que otros, pero nadie hacía el ridículo como lo hacen hoy muchos pobres diablos que ofician de jueces sin merecerlo no estar capacitados para eso.

Recuerdo que una vez le pregunté a don Jorge Quiñones Garat, que fue el mejor juez que ha pasado por Arica, como lo hacía para que lo trataran con tanta deferencia incluso los criminales más agresivos, me dijo "mire Tomás, lo que pasa es que yo a todos los trato de usted, y con todo el respeto sea quien sea, entonces respeto produce respeto". Y era cierto, resultaba asombroso verlo tomar una declaración y aunque condenara a alguien nunca vi que saliera furioso o fuera de sus casillas.

¡Como hace falta esa clase de gente! Y no es que no existan, hay muchos buenos jueces y hasta algunos buenos fiscales, sin embargo están acorralados por los locos y locas de patio, los jueces adictos a la droga, los resentidos y enfermos de la cabeza. Esa es la consecuencia de haber empezado a correr los cercos, una vez que empiezan es muy difícil parar.