El puerto de Arica era indispensable para la fuerza expedicionaria chilena por dos razones: el abastecimiento logístico y la urgencia de terminar con lo que quedaba del Ejército Peruano del Sur desplegado en Arica.
Sin embargo la ciudad tenía un reducto muy bien fortificado en el Morro de Arica, un peñón de poco más de 100 metros de altura artillado con nueve cañones de alto calibre, una red de trincheras y varios anillos de minas terrestres que se accionaban eléctricamente.
El general Baquedano, a cargo de las operaciones quería evitar el combate a toda costa porque se sabía que iba a ser muy sangriento y -después de tirar algunos cañonazos a la distancia- mandó un parlamentario al coronel Bolognesi para intimarle a una rendición honorable, ya que los peruanos solo disponían de dos divisiones.
Bolognesi recibió al emisario y, después de consultar con sus oficiales, dio la repuesta que sellaría su muerte en combate así como la de muchos peruanos y chilenos "tengo deberes sagrados que cumplir y lo haré quemando hasta el último cartucho",
Baquedano dispuso que el asalto lo harían los regimientos 3º y 4º de línea, mientras que el regimiento de línea Nº1 "Buin" quedaría para la reserva. El ataque se realizaría en la madrugada siguiente y la plaza fue tomada en una carnicería que duró apenas 55 minutos. Se dice que fueron aproximadamente 1.850 defensores peruanos contra 5.500 asaltantes chilenos.
Para mala suerte del Perú, alguien se puso nervioso e hizo explotar las minas antes de tiempo, además poco antes los chilenos habían capturado al ingeniero Elmore que colocó las minas así es que tenían buena información sobre el asunto.
La pelea fue muy sangrienta para ambos bandos, los defensores peruanos perdieron 900 hombres, mientras que los chilenos alrededor de 200. Ambos comandantes murieron en combate: el coronel Bolognesi jefe de la defensa peruana y el coronel San Martín, jefe del asalto chileno. Bolognesi se quedó solo defendiendo la plaza, porque nunca le llegaron los refuerzos que pidió desesperadamente a Arequipa y murió tal como dijo: quemando su último cartucho. Entre los casi 1.000 prisioneros peruanos estaba el teniente coronel argentino Roque Sáenz Peña, que en 1910 llegaría a ser presidente de su país.
Esa es la historia de manera muy resumida, la he contado varias veces acá así es que no le daré más vueltas, fue un combate lleno de heroísmo por ambos bandos y desde ese día Arica pasó al dominio de Chile, por lo que los chilenos consideramos el 7 de junio como el cumpleaños de Arica y el día de la infantería. En Perú ese día las Fuerzas Armadas hacen el juramento a la bandera y Bolognesi es considerado uno de los dos grandes héroes del Perú junto con Miguel Grau.
En Arica tradicionalmente esta fecha se celebraba con muchas expresiones de patriotismo. Cuando yo estuve estudiando en la ciudad en 1969 una de esas tradiciones era la "caminata del 7 de junio" que consistía en repetir la marcha a pie que hicieron las tropas desde el Cerro Chuño hasta el Morro, deben ser uno 8 o 9 kilómetros por los cerros, calculados al ojo. Era una tradición muy bonita que hacían los estudiantes y muchos ariqueños viejos la recuerdan con cariño.
Durante los 17 años del Gobierno Militar, se hacía cada año para esa fecha una recreación de la batalla en la cima del Morro con trajes de época, bombas de utilería y abundante munición de ametralladoras con balas trazadoras, era un gran espectáculo, aunque supongo que no dejaba de ser peligroso. La alegoría se basaba en un guión del doctor Hernán Sudy, otra gran tradición que se perdió.
Después nos llegaría la peste del marxismo cultural, el decontructivismo de Gramsci, Lacan, Marcuse y otros que para sus fines necesitaban inyectar el resentimiento y anular todos los valores más apreciados. Una a una las tradiciones patrióticas se fueron eliminando.
Hoy mi querido pueblucho de Arica está sumido la decadencia. La inmigración masiva y descontrolada tiene a la ciudad llena de mendigos y delincuentes, que como las cucarachas, bajan de los cerros a robar, asaltar y disparar. Las balaceras que antes eran casi desconocidas se han multiplicado por 10 y hoy son cosa de costumbre.
Muchas cosas deliciosas que hacían de Arica un paraíso en la tierra -una vez las describí en La Suerte de Ser Ariqueños- ya no existen. Tuvimos un alcalde extraordinario por más de una década: don Manuel Castillo Ibaceta, que haría palidecer al carrusel de ladrones, incompetentes, oportunistas y pobres diablos que han desfilado ostentando ese título en los años que siguieron.
Perdimos la Isla del Alacrán; perdimos el Cuchi-Cuchi; perdimos la comunidad de las playas; perdimos el Paseo 21 de Mayo con la tradición del café; perdimos los chiringuitos de Playa Las Machas y también la tradición de acampar en la playa el verano. Pero sobre todo perdimos el privilegio de ser la ciudad más tranquila, agradable y segura de Chile.
Hemos perdido demasiado, todo gracias a los señores políticos, que en 1990 nos engatusaron, agarraron las llaves de la bóveda y el poder de taparnos con leyes abusivas y prohibiciones solo para beneficiarse ellos mismos, sus amigos y familia.
Solo nos queda el buen clima, es lo único que estos hijos de la gran perra todavía no han podido quitarnos. Disculpen la grosería, pero no encuentro mejor manera de expresar mi aprecio hacia esos pobres diablos. Arica, Siempre Arica. Mayor es mi Lealtad. Lo que hemos perdido hoy lo vamos a recuperar mañana, paciencia.
Excelentes palabras para tan insigne ciudad, comparto la gloria del triunfo y la derrota por parte de la plaga extranjera apoderándose de nuestras mesetas y cerros sin control. Soy penquista pero mi corazón es enteramente Ariqueño, soy de la generación del 62 y cante el himno nacional el día lunes y después el himno de Arica lleno de patriotismo, una época donde el respeto era una parte muy importante de la integridad del hombre, viva Chile viva Arica hasta morir.
ResponderBorrarAsí es Anónimo. Esto no es un asunto de plata más o plata menos, sino de la calidad que tuvo esta ciudad como un lugar perfecto donde vivir -con o sin plata- cosa que se perdió, y cada una de las desgracias que nos han pasado tienen el nombre y apellido de algún señor político. Cada una de las cosas que hemos perdido. Nos robaron la calidad de vida y eso es lo peor que se puede hacer a la gente.
ResponderBorrarVi un documental sobre el asalto a Monte Cassino, durante la IIWW, donde todos los bandos se batieron admirablemente y terminaba con la vista a una placa dejada en el campo en honor a las fuerzas polacas que participaron en la batalla;
ResponderBorraraqui yacen,
(tantos) soldados de (tal unidad) de las fuerzas polacas,
aqui dejaron
su alma a Dios,
su cuerpo a la tierra italiana,
su corazón a Polonia
Esos lugares deben ser preservados en honor a todos los que hicieron su esfuerzo y sacrificio, pienso yo.
Hay gente que le molesta el patriotismo, ridiculizan a los que dieron todo por defender a su país y tratan de borrar todo eso como si nunca hubiese pasado. Otros por el contrario son chauvinistas y usan la historia como un partido de futbol, para proyectar sus propias frustraciones sobre los demás. A mi no me gusta ninguna de esas posturas, yo creo que los que se sacrificaron por las generaciones futuras merecen por lo menos nuestro respeto.
ResponderBorrarHay motivos políticos para minimizar estos hechos, abandonar o descuidar los monumentos y todo eso, se trata de destruir tradiciones y valores para reemplazarlos por otros, tratan de destruir las ideas de patria, familia, libertad. En realidad no proponen nada a cambio, aparte de odio y resentimiento, para mi no gracias.
Don Tomas encuentro mucha razón en sus palabras y veo con poca fe podamos recuperar eso que caracterizaba a nuestra ciudad, menos con las autoridades que tenemos actualmente
ResponderBorrarSaludos
P.T.A
Arica, la “moza morena”, es “Arica, la bella, con río sin agua y monte sin leña” y también una altiva estrella solitaria, como la que brilla en nuestra bandera, lejana del resto de Chile y es, al mismo tiempo, hermana de Tacna, la peruana, que mira con ojos nostálgicos a la “estrellita del sur”.
ResponderBorrarQué triste conocer la franca opinión del estado actual que nos hace Tomás de la recordada Arica.
Es triste pero igual lo vamos a revertir Gustavo. Hemos salido de otras peores
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