Breves de Arica

Hace un par de días se murió Rolando Lopehandia, el último cambista de Arica. Nuestra ciudad, fronteriza con el Perú, siempre tenía cambistas en distintos lugares: la esquina del Paseo 21 de Mayo con Colón; en 21 de Mayo cerca del Paseo Bolognesi; en Colón con San Martín, etc. eran las calles donde siempre se podría encontrar a alguien cambiando dólares, soles peruanos o pesos bolivianos.

Ahora quedaba solo Rolando, "más crespo que nunca" le decían, porque tenía el pelo tieso y abundante igual como "Comegato". 

Era en cierto sentido una institución en la ciudad, pero el negocio del cambio de dólares en la calle fue desapareciendo, seguramente con el aumento de los delitos violentos en lugares donde antes eran impensables.

Como las tajadas de un salami -poco a poco- nuestra ciudad ha ido perdiendo cosas y se ha ido precarizando. Nunca pensé que la Isla del Alacrán algún día sería cerrada al libre tránsito, y que ya no podríamos salir a "dar una vuelta" y tomar tranquilos una cerveza o dos en el auto conversando con los amigos. Ni en mis peores pesadillas imaginé algo así.

Tampoco imaginé que se iba a terminar la tradición de tomarse un café en el Paseo 21 de Mayo o simplemente salir a dar una vuelta por allí. Era como el living de Arica donde uno se encontraba con los amigos. Muchos grupos se juntaron durante años, todos los días, en alguno de los cafés en la calle, conversando y mirando pasar la gente.

Era algo que encantaba a mi amigo McDonnell, que decía que en Arica todos los días eran "parade´s day", me invitaba a ver el desfile y con unos grandes jarros de cerveza nos pasábamos la mañana conversando y saludando amigos en esa época feliz. 

Todo se arruinó con la histeria del Covid y la llegada masiva de los inmigrantes "It`s fucking Caracas!" decía McDonnell furioso, ya nunca más fue divertido ir a tomar un café en el centro.

La desaparición de los cambistas también tiene que ver con la desaparición del turismo. Chile fue uno de los países donde se implementaron las políticas más histéricas y absurdas durante el Covid y eso solo sirvió para arruinar la inmunidad natural de las personas y matar a la industria del turismo. 

Muy pocos se dan cuenta que la virulencia con que atacan hoy los virus de la gripe se debe en buena parte a un par de años de confinamiento estricto, que en lugar de protegernos destruyeron nuestras defensas naturales. Así y todo corren a vacunarse los muy idiotas, como si aislarse y vacunarse los fuera a proteger de algo.

Arica era colorido, cosmopolita y alegre. En el centro se veían turistas todo el año y en el Paseo Bolognesi había un montón de minúsculas "agencias de turismo" que ofrecían tours a la precordillera, Lago Chungara y el Altiplano. Todo eso también desapareció y hoy la ciudad es marrón, el color de la caca y la suciedad. 

Ahora casi los únicos extranjeros que vemos son colombianos o venezolanos. Algunos de tan mal aspecto que asusta mirarlos, sentados en la calle, en las puertas de las "barberías" donde se cortan el pelo entre ellos mismos y parece que funcionan 24x7 como puntos de distribución y venta de drogas.

Se han tomado todos los barrios del centro: el barrio Primavera donde están las ferias, las calles Maipú, Baquedano, Ohiggins, Sotomayor. Para donde uno vaya se tropieza con un caribeño, la mayoría deben ser buena gente y trabajadores pero yo he tenido pésima experiencia personal con varios.

Tan malos son para trabajar que ahora "peruano" de ha convertido en una especie de denominación de origen "busco maestro peruano" se ve por todos lados, esa parece ser la mejor propaganda  

Años atrás, para el verano Arica se llenaba de turistas bolivianos que venían a pasar las fiestas de navidad y año nuevo y arendaban casas por semanas o meses porque se venían familias completas. 

Ese era un gran negocio en la ciudad pero se terminó hace tiempo, seguramente porque la carretera internacional 11-CH es cada día más peligrosa con el alto tráfico de camiones. Hoy es "la carretera de la muerte" donde ocurren tragedias a cada rato.

Mi amigo Chuck que vivió un años en Arica y soñaba con volver a vivir acá cuando se jubilara en Estados Unidos, cambió completamente de opinión cuando vio la reacción del gobierno y los medios durante el Covid. Dijo que ni muerto vuelve a Chile, hace poco se jubiló y me contaba que se va a vivir en Montevideo, tal como yo mismo le sugerí. Le encuentro toda la razón, Arica ya no es la de antes.

Y si se trata de buscar culpables solo tenemos que conseguir un espejo, porque la culpa la tenemos nosotros mismos, los ariqueños.

Porque con nuestro voto elegimos incapaces, tontos, demagogos, sinverguenzas, traficantes y deconstruidos. El "potismo" está a cargo en la ciudad: los potistas deconstruidos, obsesionados con el poto tal como observó certeramente el orate de Ariel Zúñiga- Los niños y los locos son los que tienen las mejores intuiciones.

Y muchos de mis idiotas conciudadanos están felices con que hayan cerrado la Isla, con que acosen a la gente para que se vacune y aplaudíeron las cuarentenas. Tracalada de giles, yo quiero mucho a Arica, pero la Arica de los ochentas, antes que empezaran a proliferar los huemules. ¿La Arica actual? Ahi nomás.

Por eso me revienta la política local compuesta por huemules y ladrones. Me interesa un comino la ciudad como está ahora con sus potistas deconstruidos, que se vayan al diablo, yo me quedo con los recuerdos de la ciudad perfecta que alguna vez fuimos.