Un verdadero filósofo

Otro día ocupado por las canillas del mono, pero falta poco, yo creo que mañana o pasado volveré a la normalidad y tendrán al ocioso de siempre sentado en su sillón favorito, con los pies arriba del escritorio publicando cabezas de pescado durante todo el día. Ya lo verán.

Un comentario de Fabiola sobre el teletrabajo me hace notar cuanto tiempo se pierde inutilmente buscando cosas que perfectamente se podrían hacer desde la casa. En un futuro no muy lejano creo que yo estaré ganando mis morlacos en pijamas cómodamente estirado desde la casa ¡es increíble la cantidad de cosas que se podrán hacer desde la casa cuando los servicios de Internet se generalizen! Creo que ese es el paso que viene, cada vez menos cosas que hacer personalmente, cada vez que me doy vueltas haciendo algún trámite más o menos inútil en estos días pienso ¡pero si esto se podría hacer por Internet!.

No se necesitaría mucho: primero que todos estén conectados durante todo el día y accesibles via mensajería instantánea o voice IP, me imagino los nombres de cada ariqueño asociados a una IP que da acceso instantáneo ¿para qué ir a conversar o hacer un trámite si puedo hacerlo desde la casa? con todos conectados y un buen sistema de autentificación lo veo perfectamente factible.

En fin, esto de andar dando vueltas todo el día me tiene mareado y empiezo a pensar locuras. Lo de Sergio también es interesante en la comparación entre software y arquitectura, lo que a mi más me alucina es la parte humana y la necesidad de "adivinar el pensamiento del otro" que hay en estas y otras actividades.

Hoy me fuí a cortar el pelo finalmente, como no estaba la peluquera de siempre entré a otro lado y la niña me pregunta "¿como lo quiere?", como siempre le dije "corte como quiera nomás, con confianza" y se quedó entera descolocada esperando más instrucciones, "pero ¿corto, mediano, adelante como le gusta?" me decía perpleja por miedo a meter la pata, "como le parezca mejor nomás pues, confío en usted". La puse frente a un problema de diseño y me cortó perfecto, aunque con tan poco pelo no creo que haya sido mucha gracia. A todo esto recordé los sabios conceptos de mi amigo el Matute que aseguraba que todas, todas las peluqueras son buenas en la cama, sin excepción. Cada vez que me corto el pelo me acuerdo de eso, dentro de todas sus rarezas, el Matute era un verdadero filósofo.

En fin, mejor me retiro por hoy, será, mis amigos, hasta mañana, si el Pulento no dispone otra cosa.