40 años en Arica

Ayer se cumplieron exactamente 40 años de mi llegada a Arica, en el mes de febrero de 1974, así es que para celebrar esta importante fecha nos juntamos donde Don Floro a comer una parrillada con mis viejos amigos de la universidad Tito Torres, el Profesor Viera y Cheché García, que mejor manera de celebrar que comiendo y tomando. Pero la cosa no podía quedar allí así es que grabé mi discurso de los 40 años despotricando como corresponde contra mis queridos amigos y conciudadanos, los ariqueños llorones. Lo grabé ayer aprovechando que quería probar el lente Vivitar de 28 mm, creo que es mucho mejor que los lentes electrónicos para grabar las clases, lástima que recién me vengo a dar cuenta.

Llegamos a Arica en calidad de refugiados, yo había pasado un año en 1969, cuando mi papá todavía era solvente, pero esta vez llegamos después de la quiebra deastrosa, sin un centavo en el bolsillo a vivir en al casa de mi hermana y mi cuñado.

Yo venía lleno de ilusiones y grandes expectativas, había postulado a Ingeniería Electrónica en la Universidad Técnica Federico Santa María en Valparaíso, que en esos años tenía la mejor escuela de ingeniería de Chile, admitían solo a puntajes nacionales. Y por supuesto no quedé seleccionado, saqué 668 puntos en la parte matemática y 770 en la verbal de la Prueba de Aptitud Académica, bastante lejos de lo que necesitaba (a lo menos 800 puntos). Eran otros tiempos, con ese puntaje tal vez hoy podría estudiar física nuclear, pero en fin. Fue mi primera desilusión y la primera vez que me di cuenta que no era tan inteligente como yo pensaba, fue un buen golpe.

Y allí estaba con mi primera gran desilusión y sin tener idea que diablos podría hacer. Me dediqué a caminar, tenía enormes problemas en esos años y caminando se me olvidaban un poco. En una de esas caminatas pasé por el frente de Inacap conde decía "Técnico Electrónico, Técnico Mecánico, Matrículas Abiertas", entré a preguntar (ese fue uno de los primeros, de una sucesión de golpes de suerte en mi vida) y la secretaria, era una chica muy simpática que me dijo que estudiar no costaba ni un peso, la carrera daba un título de la Universidad Técnica Federico Santa María y era patrocinada por el Reino de Bélgica: todo gratis, incluído desayuno y colación a media tarde.

Que maravilla fue esa, los profesores de clase mundial, mejores que la mayoría de mis profesores que después tuve en la universidad: Benigno Cerviño, Galleguillos, el conde Ernesto Riquelme, en fin , un lujo de profesores, aprendí muchísimo de ellos. Estudiábamos 8 horas cronológicas de lunes a viernes, el sistema de evaluación de la Santa María era brutal, nota mínima 60% con curva de rendimiento. Que suerte tuve de haber estudiado allí, donde empecé a interesarme por las matemáticas gracias a Galleguillos y la electrónica gracias a Cerviño, recuerdo esos años y a mis compañeros de entonces con gran cariño.

Arica en 1974 era más o menos lo mismo que Arica en 2014, era el final del boom industrial y yo alcancé a trabajar en la industria IRT-Ilesco donde armábamos los televisores Antú, grandes recuerdos también de mis compañeras de trabajo de esos años.

De allí mi vida se fue construyendo en base a casualidades, mi destino lógico era ser pobre como rata, sobrevivir reparando televisores y arrendando una pieza, ignorante y pobre como cualquiera de la clase media baja. Pero el destino dijo otra cosa, una serie de casualidades e impulsos me llevaron a estudiar ingeniería, conocer el mundo y a vivir emparejado. No tengo ni una duda que de no haber conocido a la Pilar me habría muerto felizmente solo, nunca se me ha pasado por la cabeza que exista en el mundo otra persona con la que yo podría vivir.

Cuarenta años, me ha ido bien y mal, a los ojos de la mayoría soy un fracasado, flojo. inútil y bueno para nada. Pero no saben de donde vengo, podría haber sido mucho peor. En fin, parece que se me pasó un poco la mano con el vino hoy "in vino veritas", hasta mañana.