El desdentado

 Y bueno, como se dijo se hizo, ya les había contado que me armé de valor y este sábado a las 9 de la madrugada estaba saliendo a pie de mi casa y me fui caminando los 2.7 Km hasta la estación del Ferrocarril Tacna-Arica para embarcarme a la primera visita al dentista.

El sábado anterior había hecho el viaje de ida y vuelta en bus pero fue una experiencia horrible porque tuve dos horas de espera en cada frontera, o sea cuatro horas esperando. Un amigo por Facebook me preguntó por qué no iba en tren ¡buena idea! Pensé y me puse a averiguar cómo era la cosa.

Resulta que el pasaje había que comprarlo en día anterior así es que me lo compró la Pilar, que trabaja a dos cuadras de la estación, llevando mi carnet, le dijeron que el tren salía a las 10 pero debía estar a la 9:30 en la estación. Como yo camino a unos 6 Km/h calculé que saliendo a las 9 de la casa estaría a las 9:30 en punto, todo bien.

Pero no, todo mal. Tantos años viajando a Tacna ya debería conocer a mi gente. A las 9;30 había una larga fila esperando y esperamos, y esperamos hasta que recién a las 11, con una hora de retraso, salió el tren. 

El sistema es lo más ineficiente que he visto en mi vida, pero si hubiese conocido el truco, me habría ido a las 10;30, ahorrándome una hora haciendo fila. Será para la próxima.

Con mi buen amigo Ian Thomson hemos escrito dos artículos referentes a ese ferrocarril, uno se llama Una Propuesta para Facilitar los Traslados entre Tacna y Arica Aprovechando el Ferrocarril que las Vincula, el otro es Ferrocarril Tacna Arica ¿Una Oportunidad Desperdiciada? Bueno, una cosa es escribir artículos desde la comodidad del escritorio y otra distinta hacer los viajes.

Ian viaja muy a menudo en el ferrocarril pero yo hace años que no lo hacía y me di cuenta de varios de los problemas prácticos que habría que enfrentar para ampliar el servicio.

Después de la larga espera, una vez que el tren parte el viaje es una delicia... bueno, casi, excepto por algunos detalles que les contaré. 

Resulta que apenas salimos por el costado de la Playa Chinchorro el automotor tuvo que parar porque a un gracioso se le había ocurrido estacionarse sobre la línea del tren, me decía el boletero que es una situación muy común y ocurre en casi todos los viajes. Se tuvo que bajar a buscar al chofer irresponsable mientras el tren piteaba furiosamente, menos mal que apareció rápido.

Al entrar en el área urbana de Tacna la línea del tren pasa en algunas partes a menos de un metro de la puerta de las casas. Para prevenir accidentes un motorista de la policía va escoltando en avanzada tocando su sirena, esto no evitó que un conductor estúpido cruzara en su auto segundos antes del tren. Estuvo a punto de ser arrollado

El viaje es fabuloso y tiene un gran potencial, pero está salpicado de ineficiencias, chascarros y detalles insólitos. Si yo me dedicara al turismo creo que podría hacer muy buenos charter arrendando ese automotor, es un gran atractivo para el turismo de aventura o no convencional.

Además que el carro automotor -refaccionado hace poco- es de comienzos del Siglo XX y originalmente estaba impulsado a vapor. Ha sido muy modificado y hoy funciona con un motor de camión -no recuerdo si es Scania o Volvo- y le pusieron butacas muy cómodas, lo mejor es que no ha perdido el look de los años 20, es casi como ir en una pieza de museo.

El viaje es parejo y va a una velocidad entre 50 y 60 Km/h. El tren salta mucho, supongo porque va sobre rieles más que centenarios, pero hasta donde yo recuerdo nunca se ha descarrilado. En suma es un viaje hermoso y divertido, claro que sería mucho más rápido y agradable si se eliminaran las enormes ineficiencias de su operación.

Yo creo que el gran problema es que lo opera el propio Gobierno Regional de Tacna y como todos los servicios públicos de nuestro continente la calidad de servicio y la eficiencia son pésimas. Lo primero que debería hacerse para mejorar el servicio sería arrendarlo a una empresa privada con un buen proyecto de explotación basado en el turismo no convencional.

Esa es la conclusión que saqué de este viaje y capaz que escriba un tercer artículo sobre eso porque es un tema que me apasiona.

En fin, llegué a Tacna a la Estación-Museo, que está en pleno centro -otra gran ventaja- así es que me pude ir caminando al dentista con lo que me ahorré un sol (26 centavos de dólar) que cuesta la combi. Iba armado de valor así es que me atendieron enseguida.

Empezamos con la limpieza. Tenía toneladas de sarro así es que fue un proceso largo y muy incómodo. Casi quedo descarretillado de tanto tiempo con la boca abierta.

Después de eso y sin mucho trámite pasamos a las extracciones de dos raíces, que es el proceso que me daba más miedo.

Yo sabía que las inyecciones prácticamente no duelen pero eso no evita que les tenga fobia, para nada. La última vez que fui al dentista había sido hace como 25 años atrás y fue una experiencia medio chocante. 

La anestesia me dejaba la mitad de la cara muerta como palo, me pusieron la inyección y tuve que esperar unos minutos a que hiciera efecto y me duró bastante después que terminó toda la maldita cosa. Para colmo cuando se me pasó el efecto el agujero me empezó a doler.

Esta vez fue totalmente diferente. La aguja parecía ser mucho más fina y realmente no sentí que estuviera anestesiado, no sentí la mandíbula dormida ni nada de eso. Además el dentista no esperó casi nada y empezó a tirar las raíces con un alicate.

Para mi asombro aunque no sentía anestesiada la cara tampoco sentía dolor de los tirones. Excepto de la segunda raíz que estaba muy larga y si sentí que me tiraba el nervio con ese puntazo eléctrico tan característico, le avisé con la mano, me puso un par de pinchazos adicionales y listo: raíces afuera.

No tengo claro si fue una anestesia más moderna -medipaina sin vasoconstrictor, según recomendación de Marcelo- o si simplemente este dentista me puso una dosis más baja para tantear mi sensibilidad al dolor. La verdad es que no soy demasiado sensible al dolor así es que resultó muy bien para mi esta anestesia suave. En ningún momento sentí que tuviese la boca anestesiada.

En fin, la próxima extracción es la difícil y si que me puede doler, pero ya estoy avisado, no le temo a nada excepto a las alturas, las agujas y a las mujeres. Es más, parece que la fobia a las agujas en la boca la estoy controlando un poco. 

Venga esa extracción, pero en dos semanas más eso si. Me lo quiero tomar con calma porque ahí si que voy a saber lo que es sufrir. Bah, no pregunto cuantos son sino que pasen de a uno.

Los grandes agujeros que quedaron cicatrizaron muy bien y casi enseguida así es que probablemente no tengo hemofilia pese a que mi sangre es celeste y muchas generaciones de mis antepasados son casados entre primos hermanos. En fin. algo bueno después de todo.

Para la vuelta decidí darme un pequeño lujo y me volví en taxi colectivo, que es el transporte más caro de todos: entre Arica y Tacna el bus cuesta poco más de 4 dólares, en tren cuesta 5.6 dólares y en taxi colectivo casi 7 dólares.

Pero en taxi es otra cosa, en un abrir y cerrar de ojos estamos en el destino, la pasada por la aduana es mucho más rápida, en fin, creo que para cosas como ir al dentista, donde necesito maximizar mi tiempo, vale la pena gastar un poco más. 

Mi próximo viaje será ida y vuelta en taxi colectivo, además los autos ahora son nuevos y más amplios, a mi me tocó un Ford Victoria, muy cómodo, pero también vi Impalas, un Cadillac y varios Ford Taurus. Nada mal.

Y esa fue mi aventura, espero que la próxima ida al dentista resulte tan expedita y poco dolorosa como esta y si no, mala suerte nomás. Yo nunca he sido de los que dejan las cosas a medias y todo lo que empiezo lo termino, sea como sea.

Ah y también hice este pequeño videito, para que se hagan una idea como es el viaje en el tren del chiqui chiqui cha, que alegra el triste corazón.