Las expulsiones son inútiles

Cuando los políticos son incapaces de comprender los problemas que deben enfrentar y supuestamente solucionar, nos encontramos en el peor de los mundos, pues ellos son los únicos que tienen el mandato de la ley para tomar esas decisiones.

Por eso estamos en una trampa desde 1990 hasta el día de hoy: no hay una sola reforma que se haya implementado desde ese año que haya resultado exitosa. Por el contrario vemos una seguidilla de espantosos fracasos, que terminamos pagando nosotros, los giles.

Veamos: la Reforma Procesal Penal; las sucesivas reformas tributarias; las reformas y modificaciones al sistema educativo básico y medio; el sistema de concesiones para Obras Públicas; el Transantiago; el Royalty Minero; las sucesivas modificaciones a la educación superior. Esto solo por mencionar algunos de los fracasos más costosos y espantosos, errores que hemos tenido que soportar estoicamente en todos estos años. 

Cada una de estas reformas no solo ha sido un fracaso, sino que ham tenido consecuencias enormes. La Reforma Procesal Penal nos trajo la actual ley de la selva donde los criminales nos tienen cada día más acorralados. El Royalty Minero mandó al diablo el boom de inversión extranjera que nos trajo una enorme prosperidad y así, cada error tuvo consecuencias espantosas para nosotros.

Todos estos fracasos se han debido a alguna de estas dos causas: (i) la incapacidad para reconocer los problemas de fondo y diagnosticar correctamente o (ii) los intereses creados sectoriales, partidistas, mezquinos y demagógicos.

Durante el horrible segundo gobierno de Bachelet, conducido por una mujer amargada, resentida social y muy limitada intelectualmente, rodeada de un equipo de gente igual de mediocre, se produjo otra reforma de facto que ni siquiera requirió de una ley.

Fue la reforma a nuestra política migratoria, profundizada y agravada por el cobarde Sebastián Piñera. Esta reforma que abrió la puerta a la inmigración ilegal a niveles impensables en otros países del mundo nos metió en un zapato chino del que nos va a resultar extremadamente difícil salir.

Por un lado ha creado una carga enorme a nuestro gasto fiscal, obligando al estado a proveer servicios sociales de alto costo a familias que no han contribuido en nada para financiarlos. Somos nosotros, los giles, quienes pagamos la educación, salud y hasta la vivienda en muchos casos de los inmigrantes ilegales.

Pero lo peor ha sido la llegada masiva de delincuentes y pranes (presos rematados, asesinos narcos) que -gracias a nuestra desastrosa Reforma Procesal Penal- han encontrado el paraíso del delincuente acá en Chile. Estamos inundados de criminales con antededentes penales, probablemente enviados ex profeso pòr el propio Gobierno de Venezuela.

El problema es qué hacer frente a esa situación. Para el año 2020 existían más de 33.000 órdenes de expulsión pendientes a extranjeros, mayormente gente que ingresó ilegalmente con antecedentes penales en su país de origen o que cometieron delitos en nuestro país.

El problema es que la expulsión no sirve para nada y para los criminales más avezados se convierte -en la práctica- en un indulto, porque en lugar de pagar por sus delitos son sacados del país para que puedan reingresar ilegalmente de nuevo cuando se les antoje.

La opinión pública y la prensa -superficiales y básicos por partes iguales- exigen "que los expulsen a todos", sin darse cuenta que en realidad están pidiendo que los indulten a todos. 

Los políticos, igualmente tontos pero además demagogos, hacen caso e intentan expulsar a los malandras, para quedar como que están "haciendo algo" a ojos del populacho.

Sin embargo expulsar a los ilegales es una típica "solución" que no soluciona nada sino que agrava el problema. La verdadera solución sería confinarlos en "campamentos de refugiados", es decir meterlos presos como se hace en muchos países de Europa. 

Todos los que ameritan para expulsión deberían estar en confinamiento indefinido, porque lo más importante es tenerlos fuera de las calles. 

Claro que no es factible hacerlo con el millón o más de ilegales que tenemos, pero si es lógico que todos los ilegales con antecedentes penales o que hayan cometido delitos estén confinados acá en Chile, en las peores condiciones posibles pero bien guardados y con un ojo encima. 

En el Reino UInido a los ilegales los encerraron en un barco enorme. Suecia que durante muchos años fue abierta a la inmigración también está empezando a reprimir a los ilegales, lo mismo Italia. 

No todos los inmigrantes ilegales merecen ser metidos en una jaula, porque hay muchos dispuestos a trabajar y hacer una vida honrada en el país anfitrión, en ellos debiera enfocarse la ayuda. 

Ya que los tenemos acá y no hemos sido capaces de controlar el ingreso, lo lógico es tratar de separar la paja del trigo, ayudar a los mejores y castigar a los pájaros de cuenta,

Hoy en la tarde veía el ridículo que hizo el Gobierno de Chile que llevó a unos cientos de ilegales con orden de expulsión. al aeropuerto. Y cuando los estaba embarcando en un vuelo charter, la autoridad aeronáutica de Venezuela les avisó que no permitiría la entrada del avión a su espacio aéreo.

Esta es una razón más que suficiente para romper las relaciones diplomáticas, Se trata de un gobierno hostil, arruinado, corrupto con el que no nos sirve nada mantener relaciones, que se vayan al diablo. 

Pero no, el Gobierno Chileno cobarde hace el ridículo e insiste en hacer gestiones diplomáticas inútiles ante un orangutan que nos toma el pelo como quiere.

Yo creo que así como están las cosas hay que olvidarse de las expulsiones, pero aquellos que se la merezcan deben permanecer encerrados dentro del país, en las peores condiciones. 

En el país pero fuera de las calles. Esto mientras aparece alguien con una solución realista y práctica para hacer algo útil con estos criminales extranjeros. Lo que sea, menos expulsiones.