La muerte de un viajante (publicado originalmente el 25 de septiembre de 2009. En memoria de don Zvi Posner Kestemberg, que me lo recomendó hace muchos años)
Los que alguna vez vieron -o leyeron- Death of a salesman, la extraordinaria obra de Arthur Miller, sabrán por que admiro tanto a los vendedores. Recuerdo que fue mi antiguo jefe don Zvi Posner quien me recomendó el libro, cuando lo tomé quedé hipnotizado como pasa con los escritos realmente buenos y no lo pude soltar hasta terminarlo. La historia es sencilla, gira en torno a Willy Loman, un vendedor viajero y la lucha por sobrevivir de él y su familia.
Que obra de teatro más buena, hace muchos años también leí "El viajante en Beijing" escrita por el mismo Arthur Miller donde cuenta su experiencia de dirigir la presentación en China comunista, cuando venían recién saliendo de la revolución cultural. ¿Podría haber algo más inconsistente que un relato sobre el sueño americano interpretado por chinos que nacieron en el sistema comunista? Sin embargo la obra se representó y salió muy bien, lo que muestra que la capa de nuestra cultura es muy delgada y debajo de eso la gente de todas partes del mundo tiene muchas cosas en común.
Los vendedores son tipos especiales, distintos de la gente común y corriente, tienen algunas características tan distintivas que no cuesta nada reconocer a un vendedor nato. Como la personalidad del vendedor, son obsesivos y tienen una capacidad enorme para auto motivarse, convencidos que querer es poder cuando las cosas no les resultan se revuelcan y sacan más fuerza de la depresión. Vendedor bipolar: mago, actor, predicador, payaso, mitómano y estafador en potencia, todo buen vendedor tiene algo de eso.
Cuando yo era chico, en Santiago me pasaba tardes completas embelesado escuchando a los charlatanes que se ponían a vender sus pomadas en calle Puente, en lugar de estudiar me aprendía de memoria sus discursos: amigo la oportunidad toca a la puerta pocas veces en la vida, si la deja pasar ya no vuelve, yo no vengo a venderle nada ni menos busco su dinero, solo su amistad, aquí no hay trampa ni pillerías solo habilidad y un poquito de buena suerte...
Grandes vendedores los charlatanes, eran una mezcla de showman con venta puerta a puerta, cuando yo tenía unos 10 años y andábamos muy pobres, acompañaba a mi cuñado a vender puerta a puerta unos display con útiles de aseo, era muy divertido. Para la pascua vendíamos pinos que robábamos del cerro San Cristobal en una feria navideña que hacían en el Parque Forestal, años después envasábamos condimentos y después pastillas con mis primos y nos íbamos a vender los display a los colegios ¡que bien lo pasamos esos años! Sin embargo yo jamás aprendí a vender, para eso se necesita una personalidad especial es algo que viene de fábrica.
El vendedor es un optimista cada mañana, pensando que todos los días se levanta un tonto y un pesimista cada noche cuando no encuentra al tonto que le correspondía. Es un jugador de poker, seamos francos, la diferencia entre un buen vendedor y un estafador es solo de grado. Una vez lo escuché a una amiga, vendedora de primera, decía que era una delicia la sensación de haber engatusado a alguien. El vendedor sale cada día, solo contra el mundo a buscar un zorzal, y cuando lo encuentra su felicidad es completa.
He tenido amigos vendedores en todos los rangos de la escala social, desde los que ganan mucha plata hasta un viejísimo vendedor viajero que todavía recorre Chile con un enorme maletín vendiendo sus "remedios naturales", tiene historias como para escribir varios libros. Es una delicia escucharlo aunque su vida entre buses y pensiones miserables durante casi 40 años no parece muy bonita. Igual el tipo da la sensación de estar lleno de energía, chistes, historias raras, chismes. Me imagino como será cuando llega solo de vuelta a su pieza de US$ 5 por noche ¿se deprimirá? ¿o se convencerá a si mismo que es un tipo feliz y aventurero como le dice a todo el mundo? quien lo sabe. Para mi es como Willy Loman en persona, hace tiempo que no lo veo por Arica, capaz que se haya muerto solo en una pieza.
A pesar que he conocido vendedores que ganan mucha plata, jamás he visto a un vendedor nato que se haga millonario. La personalidad del vendedor tiene algo auto destructivo que lo hace exigirse más y más hasta que se revienta, los buenos vendedores son del tipo vive rápido, muere joven.
Ah como me gustaría tener algo de la personalidad del vendedor, no todo claro, pero algo: la capacidad para motivarse, la obsesión, el empuje de ese sentimiento "yo contra el mundo". Pero que diablos no está en mis genes, soy flojo y vergonzoso. Tendré que conformarme con ser un pobre y triste nomás, si para sufrir nacimos. Hasta mañana.
Mi esposa en una ocasión que nos mudamos y andábamos buscando trabajo consiguió en una de esas companías de vendedores. Recibían un curso y luego salían como en bandada, pedían permiso en edificios de oficina para ofrecer su producto al personal - que era un intangible, un plan de ahorro con licitación de cuotas - y ellos iban programados para entusiasmar a la gente. Mi esposa vendió muchos, cobró comisiones, y sin embargo antes y después no volvió a ser vendedora nunca. Es como que perdió el "software" que le habían cargado. Uls
ResponderBorrarEs impresionante eso de la venta personal Ulschmidt, a veces pasa que perosnas como tu señora, tienen "el don" de la venta (porque no todos pueden convencer con éxito) pero simplemente no les acomoda, les molesta aunque lo hagan bien.
BorrarA mi me pasa algo parecido con hablar en público y hacer clases, siempre que lo hago me va bien pero es un dolor de muelas hasta un segundo antes de avrir la boca, una sensación horrible. Por eso odio esas cosas aunque me salen naturalmente bien, o por lo menos aceptables.
Si me dedicara a eso al poco tiempo estaría lleno de úlceras. A propósito yo fui vendedor puerta a puerta, pero cuando era muy chico y me divertía ayudando a mi cuñado, en los sesentas