Las filtraciones

Ahora que le tocó a una diputada comunista, todos hablan, se escandalizan y hacen gárgaras contra las filtraciones, es decir información que debería ser secreta sobre investigaciones en curso, pero que la Fiscalía, la policía o los abogados de las partes entregan secretamente a la prensa, para que se hagan públicas y ayuden a sus intereses.

Yo llevo más de 20 años despotricando inutilmente contra esa práctica abominable, inmoral, ilegal que puede hacer mucho daño a personas inocentes, porque su efecto son esos juicios populares, en los medios y las redes sociales.

El fiscal nacional Valencia dice que es un problema estructural y que se debe modificar la ley. En parte tiene razón, pero no toda la razón, porque se hace el tonto con el hecho evidente que son los propios fiscales y policías la fuente de la mayoría de estos delitos.

Es decir le está pasando la pelota a otros, sugiriendo que los fiscales y sus equipos siempre custodian la reserva de información. Sabemos que no es así y en inumerables casos ha resultado que los fiscales actúan como delincuentes comunes.

Yo creo que esto de las filtraciones apareció como una forma de presionar y ayudar al avance de las causas apoyándose en estos juicios populares. 

Es una práctica que apareció en los años 2000 con el corrupto de Ricardo Lagos y la ANI, que se ha consolidado al punto que hasta hoy ningún presidente, juez ni menos fiscales han podido o querido parar.

Porque muchas veces les sirven para objetivos políticos. Recuerdo las filtraciones en el caso Spiniak, caso Huracán, caso Soquimich, Caval, Penta, Catrillanca,  en fin, es una lista interminable. Llevan décadas cometiendo estos delitos y nadie los para.

¿Pero cómo podríamos pararlos? ¿Quien vigila a los vigilantes? Si la Fiscalía tiene el monopolio de la persecución penal, con amplísimos poderes y autonomía -poderes dados por los imbéciles que diseñaro la Reforma Procesal Penal- cuando un fiscal actúa como delincuente es casi imposible controlarlo, menos perseguirlo.

Especialmente si el Fiscal General es un delincuente, como ocurrió en el caso del ex fiscal nacional Jorge Abbot. El asunto parece un zapato chino por lo complicado y circular. La solución parece imposible.

Sin embargo existe una solición es muy sencilla y al alcance de la mano, los perjudicados deberían recurrir contra los cómplices del delito, es decir contra los medios de prensa que se prestan para publicar estas filtraciones.

Estos medios son tan delincuentes como los policías y fiscales que filtran, cometen el delito de revelación de secreto en calidad de cómplices ¿por qué diablos nadie los toca?

La razón es simple, están protegidos por enormes organizaciones dedicadas a la extorsión política, como la Open Society Foundation y cientos de otras ONG que reparten cientos de millones de dólares para fundar y financiar medios de prensa.

En Chile hay dos de esos que -extráñamente- consiguen todas las "primicias" y filtraciones, son Ciperchile y el grupo La Tercera. 

Estos, escudados en pretextos chantas como "el interés público", "la libertad de expresión" y otros embustes por el estilo se las arreglan para ocultar a sus fuentes.

Pero resulta que estas fuentes son delincuentes y publicar lo que les mandan los hace cómplices de un delito. Ni la libertad de expresión ni nada por el estilo puede protegerlos del encubrimiento de delitos.

Por eso, bastaría que el gobierno y el Poder Judicial se pongan los pantalones y hagan responsables a los medios de prensa que usan actividades criminales para injuriar, difamar y hacer operaciones políticas.

¿Por qué no han hecho en décadas algo que es tan obvio y necesario? Yo les voy a contar la razón, que también es muy sencilla.

Resulta que las filtraciones y los juicios populares que se arman a partir de ellas son herramientas poderosas en manos de cualquier gobierno o grupo político. Permiten asesinatos de imagen y las injusticias más grandes con total impunidad.

Es un lanzamisiles para los políticos y obviamente no les hace maldita gracia terminar con todas estas prácticas escandalosas pero muy efectivas. Por eso se hacen los tontos.

Y se produce la situación hipócrita donde políticos y la manganada de idiotas que van en sus rebaños festinan con la violación de secreto o bien se escandalizan según si la filtración les conviene o no.  

Por eso casi no tenemos políticos ni militantes, sino palurdos, hinchas de barra brava que solo les interesa ganarse un estúpido punto, tal como Maradona cuando se enorgullecía de haber metido un gol con la mano.

Ese es -más o menos- el problema de las filtraciones y esa es su fácil solución. Creo que nos estamos acercando a que empiecen a perseguir a los medios que se hagan cómplices de estos delitos y a cualquiera que divulgue asuntos que son secretos, porque se ha creado una situación que ya está perjudicando a todos por parejo.