22 noviembre 2006

De enfermedades y guadañas

Hace 5 o 6 años atrás a mi querida suegra le encontraron un cáncer, linfoma no-Hodkings muy letal, lo suficientemente avanzado como para ir pensando en el funeral y todas esas cosas. Yo lo busqué en Internet y como creo en las estadísticas me puse a construir la escala en mi casa porque habría sido muy chusco tener que bajar el cajón con poleas.

Nunca me ha gustado la compasión, creo que es inútil y desde chico aprendí a tomar con calma la desgracia ajena (bastante tenemos con las propias), pero no puedo negar que el asunto me tuvo amargado por algún tiempo. Para colmo una tía muy querida había muerto un mes antes de leucemia -el cáncer es la enfermedad favorita en la familia de la Pilar- así es que no quedaba otra alternativa que la quimioterapia. A los pocos días mi suegra estaba en la sección oncología del hospital Juan Noé, justo en la misma pieza donde había muerto su cuñada pocas semanas atrás y aunque tratábamos de bromear sobre el asunto, a nadie le hacía maldita gracia.

Yo que nunca me he enfermado y le tengo alergia a los médicos, fui por primera vez en mi vida a un hospital justo donde estaba un montón de gente moribunda. Fue un año muy curioso porque recién cerca de los 50 años vine a conocer el ambiente de las sondas, enfermeras, gente agonizante e inyecciones, a las que les tengo terror. Hasta entonces me había mantenido saludablemente alejado de todo eso, ni siquiera estuve cerca cuando murieron mis padres y de un día para otro me encuentro en la antesala de la muerte, donde la vieja de la guadaña pasaba cada día a buscar un nuevo cliente.

Conocer el hospital fue un mundo nuevo para mi, menos chocante de lo que había imaginado, lleno de gente esperando morirse, algunos tranquilos,otros aterrorizados. En la Unidad de Cuidados Intensivos justo estaban en esa misma época dos de mis mejores amigos hoy QEPD: el Pepe Drago y el Corcho. El Pepe salió al poco tiempo para morir dos años después, al Corcho lo mandaron a morir a su casa pero como era porfiado estuvo agonizando durante todo un año. Fue una gran experiencia para mi que siempre le había hecho el quite a las ideas de la enfermedad y de la muerte.

Finalmente mi suegra perdió todo el pelo, tuvo enormes molestias y luego el cancer le desapareció, no se bien si por la quimioterapia o por la tranquilidad con que tomó el asunto, le volvió a crecer más pelo que nunca y al año siguiente estábamos viajando a la Virgen de Las Peñas por un maldito camino de muchas horas a pie entre los cerros.

Cuando el Pepe salió del hospital, tuvo de un corto período en que vió la luz y juró no tomar más, pero luego lo pensó mejor y al poco tiempo estábamos de nuevo en la Isla chupando como si nada hubiera pasado. Conversamos mucho sobre su experiencia de la enfermedad (hipertensión grave) y lo que había sido estar en tratamiento intensivo, entubado durante casi un mes.

A diferencia de mi suegra, el Pepe tenía bastante miedo a morirse, la idea de que se le iba a apagar la luz lo aterrorizaba, aunque nunca tanto como para dejar las viejas malas costumbres. Me contaba de lo asombrosamente bien que lo habían atendido, en sala común de hospital público, si llamaba veinte veces en la noche, veinte veces iban a verlo, nunca con una mala cara. Se supone que enfermeras y médicos se endurecen al ver muertos todos los días, pero siempre los vió preocupados, como si tuvieran una obligación personal de que se mejorara. Lo mismo contaba mi suegra.

Yo que todavía le tengo alergia a los médicos -espero poder morirme sin su ayuda, pero quien diablos lo sabe- he tenido que reconsiderar la opinión que me merecen, especialmente los médicos y auxiliares de urgencia. Me ha tocado un par de veces ver gente en la posta chillando porque no los atienden primero, patos malos insultando y atacando al personal, mujeres encopetadas amenazando con prepotencia, pero nunca he sabido de una actuación inhumana en un ambiente en el que yo mismo me convertiría en bestia a los pocos días. ¡Si todos tenemos que morir! ¿que importa si es hoy o el año que viene?. No me imagino un trabajo más frustrante que pelear contra la muerte.

Y para terminar una nota chusca.Yo siempre evitaba a los enfermos más que nada por superstición, me imaginaba que después podrían venir a penarme. El caso es que estuve con mi gran amigo el Corcho pocos momentos antes de su muerte, estuvimos bromeando y parece que presintió mi miedo porque lo último que me dijo fue "Tomás tu hai sido buen amigo, así es que cuando me muera no te voy a venir a penar". Justamente, jamás me han penado y espero que no se les ocurra hacerlo.

8 comentarios:

  1. me cag.. como dicen en punta arenas , creo en dios padre y el relog biologico,estamos sintonisados los seres humanos , hace tres mese que me toca visitar urgencia , no por mi ,por las enfermedades a mi alrededor, ya me trato de tu a tu con los auxiliares( los medicos son mas volatiles que el benceno), claro que cambiaronlos muchachos y muchachas despues del parito ultimo, tienen mas ganas de atender, y si la galla hace y dice de todo.y hace tres años me enfermed de todo, deudas etc fue el año maldito 2003.
    me cag... refor

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  2. Biografia de Esperanza Aguirre, escrito por Virginia Drake

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  3. Mi vieja murió a los 53 años de uno de los más letales cánceres; la Leucemia-linfoma de Células T del adulto; se apagó en dos meses y medio, y porque se hizo la quimio.
    El tema de la muerte tiene el dulzor de la cebolla.
    Puede inclusive ser hermosa la muerte cuando las despedidas son plenas y oportunas.
    Detesto a las viejas chillonas que farandulizan los sepelios y sus antesalas; como detesto a los deudos con cara de deudos que son los más sentidos acongojados cuando en vida no se acordaron ni para los choques de los difuntos, que hoy son pasto de los aspavientos.
    Las penas son personales, e incluso hay quienes las lloran bailando cuenca arriba del catafalco.
    En mi caso tengo un seguro tan jugoso que valgo más muerto que vivo (me obligo así a portarme bien, o si no...), de este modo, si me hago pebre, podré en la última milésima de segundo irme tranquilo sin la desesperación de que mi esposa e hijos se van a recagar con las necesidades. De este modo estaré seguro que ella me llorará solamente por la pérdida y no por el futuro próximo, lleno de deudas y renuncios de supervivencia. Y ya le tengo dicho que, de ocurrir "lo peor" como dicen en Condorito, el luto sea cortito, casi un trámite y no renuncie por mi culpa a una de las cosas más maravillosas ( si no la más) de la vida que es el sexo a todo dar y a mata caballo, y, como dicen en la "Contru", que me lleve en Una.
    EL MUERTO QUE LARGO Y BIEN VIVIÓI AL HOYO, EL VIVO QUE MUCHO LE QUEDA POR VIVIR AL BOLLO y lo demás es aspavientos.
    Chao.-

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  4. Refor, el mundo de los hospitales está lleno de historias, en provincia es mejor porque nos topamos con los auxiliares y médicos a cada rato, en el supermercado o en el café del centro, ahí uno aprovecha de preguntarle "la firme", además es más barato porque el hospital público es lo mejor que hay.

    Sergio, toda la razón "el muerto al hoyo y el vivo al bollo" es una gran verdad. Yo no tengo un peso de seguro ni nada así es que cuando me muera voy a heredar puros problemas, que me importa, los problemas son para los vivos, al muerto se le terminan todos los problrmas.

    En "Adios alas armas" (creo) hay una buena historia de una discusión en un hospital de guerra entre un médico que se niega a gastar morfina en un moribundo y también se niega a rematarlo paraque no sufra. Si yo fuera médico sería el "doctor eutanasia", para que vean como tengo mi corazoncito, bien en el fondo!

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  5. Me faltó una cosa, estimado Dr. Tanatos: a Salma no solo le pondría Morfina...(a buen entendedor).
    (finito)

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  6. Me lo imaginaba... a propósito del Califa de Bagdad

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  7. oiga apoyemos a un blogger en apuros

    para mas información dirigete a http://achib.blogspot.com

    o a mi blog

    nos leemos

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  8. Me habría encantado estar en Santiago para ir: conozco el Demaris y el Ile Habana, al viejo Habana no he ido nunca

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"Send me a postcard, drop me a line
Stating point of view
Indicate precisely what you mean to say
Yours sincerely, wasting away
Give me your answer, fill in a form
Mine for evermore
Will you still need me, will you still feed me
When I'm sixty-four"