La revolución imaginaria de Evo Morales

Pasaron meses y meses y del proyecto del Mutún en Bolivia nunca más se habló. Veo las noticias casi todos los días en el canal estatal boliviano, horas dedicadas a pura propaganda, ayer la noticia principal era de un político de oposición que le había pegado a su mujer, pasaban el asunto una y otra vez.

En un país recién azotado por las inundaciones de El Niño, que dejaron pérdidas enormes, la agenda del gobierno tiene como principal procupación la asamblea constituyente, una sainete llena de gestos teatrales y consagración de derechos imposibles de garantizar ¿que sacan con hacer una constitución repleta de derechos inalienables, si Bolivia es el país más pobre de América del Sur?. Y así discuten interminablemente.

Es muy difícil que Evo Morales llegue a concretar los cambios revolucionarios que pretende, no se puede hacer la revolución con la mitad más uno, como mucho algunas cuantas reformas retóricas para enardecer a los partidarios e irritar a los opositores. Para una verdadera revolución necesitaría a las Fuerzas Armadas para establecer una dictadura, pero ni Morales tiene vocación de dictador ni las Fuerzas Armadas lo acompañarían a la aventura.

Y así Bolivia sigue enredada en medio de interminables discursos y de inútiles declaraciones de principios, es la enfermedad de América Latina en la que todos los países de este rincón del mundo recaemos cada cierto tiempo: la falta de sentido práctico, los saludos a la bandera y las posiciones heroicas. Debe ser la herencia de los franceses tan buenos para la poesía y los discursos y tan inútiles para cualquier asunto práctico ¡Por Dios que hablamos bonito!

El Movimiento al Socialismo es un conglomerado tan heterogeneo que no se encontrará a dos que coincidad en la clase de socialismo que quieren: desde los radicales indigenistas que quieren volver al sistema que había antes que los conquistaran, los sindicatos cocaleros que quieren hacer su negocio sin que nadie los moleste, los cooperativistas mineros que en su mayoría apenas sobreviven o los ultraizquierdistas que sueñan con hacer una revolución socialista a la manera ortodoxa.

Hay muy poco en común entre todos esos grupos, la mayoría se dedican a patalear exigiendo sus derechos e inventando manera de desquitárse de sus enemigos políticos. Es una especie de orgía, un festín de reivindicaciones simbólicas que no llevan a ninguna parte, puro estancamiento.

Mientras tanto los precios de los recursos naturales -que Bolivia tiene a montones- alcanzan el cielo: el gas, petróleo, hierro, zinc, plata están por las nubes y con sus tontas discusiones y declaraciones de principio a nadie le interesa ir a invertir allá. Bolivia necesita con urgencia de la inversión extranjera que significa más trabajos directos y bien pagados, esa es la verdadera riqueza para el país, no los impuestos que recibe el Estado.

Bolivia, rico en gas pero con una escases enorme de gas licuado ¿a quien le va a iteresar producir gas licuado en un país sin estabilidad?. Bolivia rico en petróleo, pero cada día sale desde el puerto de Arica una caravana de camiones con petroleo diesel importado ¿a quien le va a interesar poner una refinería importante?

Evo Morales es el Presidente más popular de la historia de Bolivia, nadie antes ha tenido tanto apoyo como el. También es probablemente uno de los Presidentes más honestos de la historia de su país y todo ese capital se lo está farreando en proyectos retóricos, inútiles que no se pueden hacer con el cincuenta más uno.

La única salida para Bolivia es la inversión extranjera, un país así de empobrecido no podrá levantarse ni con sus propios medios ni con la caridad internacional. Y para traer inversiones se necesita estabilidad, paz social, unidad nacional. La revolución imaginaria de Evo Morales no trae nada de eso y ni siquiera ha sido capaz de cerrar un trato con un inversor tan perseverante como lo fue Jindal en su momento.

Hacía tiempo que no ponía nada de América Latina, bueno, ese fue mi $1 de aporte del día de hoy.