Los emisarios de la luz

Compruebo una vez más que el dicho Dios aprieta pero no ahorca es bastante exacto. Justo cuando la inopia me empezaba a pisar los talones, todos los prospectos me fallaban y ya me estaba empezando a preocupar me llegaron unas -muy bienvenidas- lucas que arreglan varios de mis problemas, todos los urgentes por lo menos.

Me acordé también de ese otro dicho: si Dios quiere darme ya sabe donde vivo, porque desde hoy en la mañana me empezaron a llamar los amigos con negocios que hacer, ya estoy acostumbrado a que solo 1 de cada 10 -o menos- termina con algunas lucas en mi billetera pero que aparezcan posibilidades ya es buena cosa. Más vale tener amigos que plata en el banco.

Anoche no pude escribir mi acostumbrada tontera diaria porque mis compañeros me obligaron a salir de farra, aunque yo me mantuve sobrio como un lord inglés y no tomé absolutamente nada en toda la noche. La vez pasada salí a manejar bastante mareado y -aunque con la caña manejo mejor- creo que a futuro ya no voy a repetir esa clase de chistes. Nunca me ha pasado nada y con trago soy el doble de ciudadoso, pero no me gustaría que me pillaran los carabineros y pasar un mal rato, no me haría ninguna gracia. Ahora cuando manejo no tomo, o por lo menos no hasta el punto que pueda tener problemas con carabineros.

En fin, la amanecida no me dejó en muy buen estado, a pesar de mi sobriedad. Anoche estuvimos en el Rapa y creo que debe haber sido muy raro para todos verme sentado como cliente junto con un par de curados odiosos. También anduvimos por el Dinámico donde además de comer unos sandwich mis amigos se enredaron en una discusión filosófico/religiosa con la señorita que atiende, finalmente la llevamos al baño y pudo ver la luz, igual que el resto del personal. Que manera de reirnos, creo que todos ustedes, mis amigos, también verán la luz en un tiempo más, ya lo verán descreídos.

Parece que la amanecida me hizo mal, mejor me voy a dormir un rato. Hasta mañana.