La esperanza no es lo último que se pierde

Tal como me había amenazado, mi compañero Oscar me llamó para invitarme a comer unos chunchules donde Don Floro, chunchules con puré picante y un vino tinto, que mejor manera de juntarse a planificar como vamos a dominar al mundo.

Pero las cosas rara vez se dan como lo planeamos, al final tenía un arroz con mariscos que se veía muy bien en su cocina y una botella de Absolut, así es que yo voté por que comieramos allá nomás. Finalmente nos tomamos el Absolut y terminamos en el casino tomando los del estribo, yo quedé más doblado que un churro, ahora son las 4:45 AM y yo estoy en mi casita contando las aventuras, mi compadre se me perdió por algún lado en el casino.

Oscar tiene su empresa de energías limpias Nortei, y viene desde hace años persigiendo el sueño de la energía solar, el año pasado anduvo por Europa y seguramente -entre salir a tomar y perseguir italianas- se hizo un tiempo para trabajar un poco, la cosa es que volvió con mucho conocimiento nuevo, ideas y un producto extraordinario: los LED de alta eficiencia.

Aquí se produjo algo similar al elefante amarrado de una pata, yo había leído bastante sobre energía solar y los estudios de rendimiento porque hace años hubo una serie de artículos muy interesantes en el Spectrum. La cosa es que yo era muy incrédulo y un convencido que la pobre eficiencia de las fotoceldas presentaba un problema físico, imposible de superar con tecnología, algo así como el problema del movimiento perpetuo.

Recuerdo que una vez discutimos del asunto con Marcelo y el me insistía que la tecnología arreglaria todo y antes que me imaginara la iluminación solar sería viable. Reconozco que soy pesado para discutir y lo traté de apabullar con datos de balance energético, rendimiento, consumos que no daban etc. etc. pero Marcelo no dió su brazo a torcer, hasta terminamos medio enojados, como pasa frecuentemente cuando discuto con un vodka tonic en la mano. Al Oscar no le rebatía nada porque es malas pulgas y bueno para los aletazos, así es que prefería escucharlo nomás convencido que estaba persiguiendo una quimera.

Pasó el tiempo y finalmente ví la luz, cuando Oscar importó las primeras muestras de LED de alta eficiencia que con solo 3 watts de consumo producen la iluminación equivalente o mayor a un dicróico de 50 watts. Producir la misma iluminación de una ampolleta incandescente con solo tres pilas tamaño AA (de dedo) es algo que convence a culquiera y un ahorro de diez veces (mil por ciento?) de energía no pudo menos que convencerme. Marcelo tenía razón: a pesar que la eficiencia de las fotoceldas sigue siendo bajísima, al mejorar la eficiencia de los LED se necesita la décima parte del consumo para producir la misma luz, el problema se solucionó por el lado de mejores luminarias.

Ahora Oscar tiene luminarias para la vía pública capaces de alimentarse durante el día con fotoceldas y dar luz toda la noche, o bien conectadas a la red normal consumen un décimo de las normales. Lámparas de emergencia con 8 horas de autonomía que dan mucha más luz que las convencionales así como varios otros productos. En fin, ví la luz, la iluminación con LCD es el futuro y dentro de muy poco las ampolletas incandescentes serán tan obsoletas como los televisores con tubo o las máquinas de escribir. Ahí está el futuro y Oscar lo vió antes que nadie. Bien por mi compadre.

En fin, es tarde, estoy bastante mareado y espero que todo salga bien en mis aporrados planes de futuro. Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, mentira, a veces la esperanza se pierde rapidito, lo último que se pierde es la vida ¿que puede perder uno después que se muere? nada pues. Ya, mejor me voy a dormir, hoy ando bastante mareado, hasta mañana.