Cuchufletas 101

Ahora que se nos acerca la gran reforma tributaria, donde -según los tontitos- los ricos pagarán más impuestos para que el generoso gobierno distribuya graciosamente ese dinero a los más pobres, no está demás hacer un breve repaso de algunas cuchufletas -legales y de las otras- que servirán a los sufridos contribuyentes para que se defiendan del despojo de burrocratas y políticos, que son los verdaderos beneficiarios de la reforma.

Porque para nadie es un misterio que en Chile todos los empleados públicos ganan bastante más que los sueldos de mercado. Incluso los que más se quejan, no solo ganan más sino que en su mayoría trabajan menos y todos los años hacen huelgas exigiendo más sueldo y mayores privilegios. Tampoco son sometidos a evaluaciones reales de desempeño, basta con que sean serviles a los jefes y con eso tienen la inamovilidad garantizada.

Para que hablar de la "alta dirección pública" y los cargos de elección popular, donde nuestros honorables representantes están entre los mejor pagados del mundo. Bueno, la cosa es que el gobierno necesita muchísimo dinero para financiarse y además comprar los votos que les permitan ser reelectos. Ese dinero debe salir de alguna parte y obviamente es de los impuestos, o sea de los bolsillos de cada uno de nosotros.

La verdadera historia de Robin Hood y una anécdota de la biblia

Esto no es nuevo, desde los tiempos más remotos existen gobernantes derrochadores, que agobian a la gente con impuestos, cubriéndose con la excusa del "interés público". La leyenda de Robin Hood dice que fue un noble que, aburrido de ser esquilmado por el sherrif de Nothingam, se arrancó para los bosques y se dedicó a recuperar por mano propia lo que el recaudador de impuestos del principe Juan Sin Tierra les estaba arrebatando.

Han pasado los siglos pero algunas cosas persisten. Los gobernantes hipócritas y sus perros de caza, representados por la burocracia dedicada a cobrar impuestos, siguen vigentes hasta el día de hoy. En los años de Jesucristo el oficio de recolector de impuestos era el más despreciable de todos, hasta los simples ladrones eran mejor considerados porque al menos corrían algún riesgo. Leo en Wikipedia:

Los recaudadores de impuestos, también conocidos como publicanos, se mencionan muchas veces en la Biblia (sobre todo en el Nuevo Testamento), de hecho trabajaban para los contratantes de impuestos y se les describe generalmente como codiciosos, y que tenían más dinero del que tenían derecho. En el Evangelio de Lucas, Jesús se compadece del recaudador de impuestos Zaqueo, provocando la indignación de la multitud el hecho de que que Jesús prefiriera ser el invitado de un pecador antes que serlo de otra persona más respetable o "justa".

Justicia por mano propia

La elusión tributaria es el derecho de toda persona para pagar el mínimo posible de impuestos usando las normas legales a su favor, algo reconocido por la propia corte suprema como "un acto de astucia" perfectamente legal. Pero también existe la evasión, que es ir un pasito más allá irrespetando las leyes. Entre elusión y evasión hay una zona gris que es  fuente de interminables pleitos entre los expoliados contribuyentes y los expoliadores del estado. A continuación mencionaré algunas defensas que tiene la gente normal para defenderse contra la codicia de sus gobernantes:

Lo más sencillo: trabajar negro

Esto es muy fácil, se trata de operar por completo fuera del sistema, no declarar ni un solo ingreso -o solo el mínimo posible- y gastar la mayor parte de los ingresos en consumo, que es imposible de rastrear por parte de los publicanos. Por eso los traficantes de droga o muchos otros que obtienen ingresos negros frecuentemente se llenan de lujos, viajes y suntuarios de toda clase. Esos gastos no hay como controlarlos aunque tienen el problema del impuesto al consumo (IVA) que es difícil de evitar, no imposible como veremos luego.

Segunda línea de defensa: incrementar las pérdidas

Todo buen contador sabe que el contribuyente tiene mil maneras de perder, de manera ficticia, buena parte de sus ingresos. Basta por ejemplo con contratar a buenos amigos o familiares y pagarles sueldos -o mejor honorarios- escandalosamente altos por asesorías y servicios de toda clase. Hacer pasar gastos personales como gastos del negocio es bastante fácil e imposible de controlar para los pubicanos: por cada gasto efectivo que rechazan les pueden pasar otros veinte sin que nadie se de cuenta. En fin, se trata de fingir ineficiencia, cosa bastante sencilla en nuestro país básicamente ineficiente. No hay empresa pequeña o mediana que presente grandes utilidades a fin de año, a menos que tengan a un mongolico como contador.

Tercera línea de defensa: el colchón del inventario

El inventario valorizado permite hacer millones de cuchufletas tributarias porque los publicanos jamás tendrán capacidad para tomar inventarios físicos y comprobar si el valor que aparece en los libros corresponde a un valor real o es de mentira. Recuerdo un par de cuchufletas épicas cuando trabajaba en asesoría de empresas como la bodega con muchos millones de dólares en baterías eléctricas (todas malas, el valor real era cero) y otra cuchufleta extraordinaria de un enorme silo lleno de aceite lubricante, supuestamente lleno porque en realidad estaba lleno de agua y solo tenía 2 metros de aceite fotando sobre el agua. El inventario es fuente infinita de herramientas para la contabilidad creativa.

Cuarta línea de defensa: compra y venta del IVA

Para verificar si el comerciante vendió o no con IVA los publicanos hacen un ejercicio muy sencillo que consiste en hacer calzar las compras con las ventas. Como el IVA se recupera el descalce aparece de inmediato, al menos en teoría. Pero resulta que muchos compran o venden con IVA irrecuperable, por distintas razones (regimenes especiales, excenciones, etc.), entonces tienen un excedente de IVA que lo pueden vender, al 50% haciendo simplemente una compra-venta ficticia. La única forma de detectar esto sería que el publicano hiciera un inventario físico detallado, cosa que como ya vimos no es practicable.

Hay muchas más, pero esta si que es la definitiva

Cuando alguien ha cometido un error grosero, se ha descuidado o se le pasó la mano a la hora de hacer la cuchufleta y finalmente lo pillan, todavía tiene una herramienta que funciona bastante bien, se llama coima. Para los que no saben que es eso, significa que se invita al publicano a llegar a un acuerdo amigable para dejar limpia la situación a cambio de cierto pago directo o justiprecio, que sería una especie de premio a la habilidad del publicano por haber sorprendido y vencido finalmente al astuto contador. Como hay muchisimos publicanos, escaso control y a nadie le sobra la plata, la posibilidad de que la coima funcione es sumamente alta y -por lo que me han contado- es un recurso que suele funcionar bien y a satisfacción de todo el mundo. Una especie de trato directo.

Todo esto se evitaría con gran facilidad

Eso de estar jugando de manera absurda al gato y al ratón entre contadores y publicanos es costoso, molesto y erosiona la eficacia de cualquier negocio. Llega un momento en que controlar la evasión cuesta mucho más de lo que se evita evadir. La solución es muy sencilla y se conoce desde hace siglos, solo que pocos se atreven a aplicarla. Se trata simplemente de implementar un sistema de impuestos bajos, simples y parejos, que no sean percibidos como una expoliación sino que como un pago mínimo por los servicios fundamentales del estado. Si los impuestos son considerados tolerables y justos para todos, la mayor parte de las personas los paga sin problemas, aunque sea solo por flojera de no andar ideando cuchufletas. Pero para eso se necesitan gobernantes austeros e inteligentes, cosa que nunca ha sido frecuente en la historia del mundo.