Una reforma inteligente

El proyecto de reforma educacional ya está muerto. Son tantas las aclaraciones y modificaciones que se están haciendo sobre la marcha que si algo se llega a aprobar no será ni la sombra de lo anunciado al principio, seguramente un aumento todavía más grosero del malgasto en educación para tratar de recuperar algunos votos, será muy caro y no va a dejar contento a nadie.

Todo empezó con un golpe de audacia, cuando Eyzaguirre se reunió con los "dirigentes estudiantiles" y les dijo que el gobierno iba a implementar prácticamente todas sus demandas: no al lucro debilitando los colegios particulares subvencionados, educación superior gratuita para todos, sin condiciones, fin a la selección de los ingresos, en fin, cada una de las demandas estudiantiles serían satisfechas, con lo que pensaron que los dirigentes iban a unirse alborozados al proyecto de la Nueva Mayoría.

Pero ocurrió algo curioso, los anuncios fueron recibidos con frialdad y la desconfianza inicial no tardó en convertirse en rechazo abierto. Me imagino a la gente en el gobierno tirándose los pelos para entender que había salido mal. En mi opinión no supieron leer los verdaderos intereses del movimiento, que no tienen nada que ver con las consignas sino que son una escalera para la carrera política de los dirigentes ¡los querían dejar sin banderas!.

Mal cálculo por todos lados. Creyeron que la gran cantidad de gente que salió a marchar y la huelga que duró casi un año el 2011 seguía la lógica de las reivindicaciones, craso error. Otro error fue pensar que la opinión pública -que mostró fuertes simpatías por las huelgas de estudiantes en su momento- se pondría masivamente al lado del gobierno después de estos anuncios y ocurrió todo lo contrario, la gente reaccionó espantada. Bastó que un colegio subvencionado dijera que iba a pasar a privado para que cundiera el pánico.

Como muchas otras reformas, esta ha sido reactiva frente a un malestar generalizado y responde a los intereses de ciertos grupos de poder bien específicos: los profesores municipalizados, los profesores de las universidades estatales y ciertos grupos políticos bien organizados pero con pocos adherentes, representados por los "líderes" estudiantiles.

El malestar generalizado viene de la estupidez de alumnos y apoderados, que son incapaces de entender por que pese a obtener un título están cesantes, o saben que eso pasará cuando terminen. Le echan la culpa a que la educación es de "mala calidad" y creen ingenuamente que si fuera "como antes" es decir como en los sesentas, no tendrían esa amenaza. No entienden nada, son incapaces de darse cuenta que la forma de educarse está en una enorme crisis y que volver a "lo de antes" sería la estupidez máxima.

Los profesores fiscales, de todos los niveles, aprovechan esa estupidez y la alientan, porque les conviene mantenerse con un empleador que no les exige nada y los llena de privilegios. Alegan que toda la educación debería volver al estado, aunque se cuidan de mandar a sus hijos a colegios privados. Dicen que la selección al ingreso discrimina y que a los más tontos/flojos hay que repartirlos por igual, de ese modo desvían la atención sobre el problema real, que son ellos los mediocres. Los dirigentes estudiantiles también aprovechan el malestar para hacer carrera política de la manera más sucia, a través del chantaje que les permite el uso de la violencia.

La reforma en educación que impusieron los militares -al contrario de las demás reformas- no se sostuvo con la llegada de los políticos porque tenía como requisito contar con operadores que trabajasen honradamente. La educación municiplizada fue el primer gran fracaso convirtiéndose en la insaciable caja chica de los alcaldes, que asegura rentas vitalicias a los profesores más mediocres. Las universidades privadas no tardaron en caer en manos de políticos que en seguida aseguraron el monopolio con el pretexto de "la fe pública" y así todo se deformó hasta convertirse en la porquería que es hoy nuestra educación.

Bueno, esa es más o menos la problemática y no se puede esperar nada de los políticos, derecha e izquierda tienen ideas similarmente estúpidas y lecturas equivocadas de lo que está pasando. Pero como a mi me entretiene soñar despierto, me imagino que soy el presidente del mundo y me pongo a cavilar como sería una reforma inteligente, mi solucionática sería más o menos así:

Creo que lo más urgente es eliminar la educación municipalizada, pasándola primero a particular subvencionada aunque haya que afrontar un costo enorme en indenmizaciones. Creo que el único gasto enorme que se justifica en educación es el de sacar del sistema a la mayoría de los profesores municipales. Con eso se termina el problema del Estatuto Docente, que es el cáncer de la educación municipal.

Segundo, pasar gradualmente a un subsidio a la demanda, ir eliminando progresivamente las subvenciones a los colegios y traspasarlas a voucher para que los alumnos decidan libremente en que colegio se matriculan. Desde luego que los colegios deben mantener cuantas barreras de entrada estimen convenientes, especialmente en cuanto al rendimiento académico. La base de lo que entendemos como "buena" educación es la exigencia académica.

Las universidades del estado deberían ser las únicas con posibilidad de que los alumnos reciban crédito fiscal, el crédito debería ser incondicional mientras no se repruebe un ramo dos veces y debería existir también un sistema extensivo de becas, todo estudiante con promedio sobre 5 paga 50% del arancel y sobre 6 no paga absolutamente nada, bajo esos promedios crédito fiscal nomás, o pago al contado.

Se debe terminar de inmediato el sistema de rectores elegidos, que es el peor problema que arrastran las universidades estatales, fuente de toda la corrupción y mediocridad actual. Ningún profesor puede acceder a puestos directivos, las universidades deben tener gobiernos corporativos con una junta directiva fuerte, respetable y diversa. Los rectores deben ser contratados como un gerente cualquiera y pueden ser despedidos por la junta directiva cuando lo estime conveniente. Los egresados deben quedar sujetos a una agencia de acreditación externa, exigente e independiente que se encargaría solo de tomar exámenes de grado.

Y para calidad, solo sirve introducir competencia. Cualquiera podrá establecer una universidad privada con mínimos requisitos, y cuando hablo mínimos quiero decir casi ninguno, como ocurre en muchos países más civilizados y mejor educados que el nuestro. Todas las universidades privadas deben ser pagadas, con fines de lucro y las que así lo deseen, pueden integrarse al sistema de acreditación externa de las universidades del estado, lo que les permitiría acceder a vouchers de descuento para los alumnos, financiados por el estado. Estos voucher solo podrían cubrir parte del costo de la educación, nunca la totalidad.

Ah, cuando yo sea presidente del mundo. Primero me robo hasta el gato y después hago las reformas.

P.D. miren mi nueva entretención para mis abundantes ratos de ocio: desempolvé mi vieja pistola a postones y al fin le encontré una utilidad a las decenas de latas vacías de cerveza que se acumulaban en mi "oficina" es realmente divertido hacer saltar las latas a postonazos imaginando que se trata de alguno de mis muchos enemigos: ¡toma! ¡toma maldito!