Vidas paralelas 2014, Errazuriz y Bachelet

 
No se si se han fijado, pero cada vez que alguien consigue poder de la noche a la mañana le viene una especie de obsesión por crear prohibiciones. Miren por ejemplo la alcaldesa de Providencia, metida hasta el cuello en una pelea absurda de ego se está quedando más sola que Toribio el Naufrago gracias al gustito que se dió de prohibir la vida nocturna en su comuna. Hoy la vi brevemente en la tele y su cara mostraba la actitud de acorralamiento, peleando de espaldas a la pared y contra el mundo, también perdió su mojo y ya nadie la quiere.

Tal vez el peor golpe le llegó de su ex amigo y jefe de campaña Juan Eduardo Donoso, que acaba de decir en una entrevista "El poder la desquició. Cambió de personalidad. Mi amiga desapareció. Ella es otra persona. Lo vivimos todos los que estábamos alrededor. Aceptaba solo opiniones positivas, cualquier opinión o dato negativo no lo aceptaba. Con eso se empezó a aislar y a rodearse de gente que le decía todas las cosas buenas. Ahí yo dije “esta mujer está enferma”. Me puse a buscar y me encontré con esto del hybris, que es la estupidez que le produce el poder a algunas personas. A la gente la transforma en estúpida.". Fuerte la cosa, si un antiguo amigo dijera eso de mi creo que me golpearía duro.

Pero no es algo raro, en Arica y supongo que en el resto de Chile se ve por todos lados estos piojos resucitados convertidos en moralistas y repartidores de prohibiciones. Curiosamente en democracia las personas comunes tenemos mucha más prohibiciones que cuando había -según algunos- una "feroz dictadura". Apenas un pobre diablo lo eligen o lo designan en cualquier puesto de responsabilidad empieza a inventar prohibiciones

Durante los ochentas en la Isla del Alacran cualquiera podía tomar libremente unas cervezas en el auto, los carabineros controlaban que todo estuviese tranquilo y no molestaban a nadie. En la playa Chinchorro estaba lleno de chiringuitos donde se vendía comida, vino y cerveza. Cuando carabineros paraba a alguien con aliento alcoholico le decía que otro que estuviese sobrio siguiera manejando y si no había nadie disponible lo normal era que lo aconsejara que se fuera "con mucho cuidado y derechito para la casa", a mi mismo me lo dijeron un par de veces... bueno, tal vez más de un par.

Nadie reprimía a los consumidores de droga y el delito de "microtráfico" no existía, así, el que quería drogarse lo podía hacer sin riesgo de ir a la cárcel y todos contentos. Ahora en cambio estamos repletos de prohibiciones, los políticos detectaron que la "indignación moral" es uno de los deportes favoritos de nuestra hipócrita gente y así fueron llenándonos de restricciones: ley de Tolerancia Cero, ley Emilia, restricciones de horario para botillerías, impuestos al pecado.

Con todo la gente sigue tomando, fumando y drogandose igual que antes. Todo lo que se prometía que iban a solucionar estas absurdas leyes es hoy día peor: hay más crimen que nunca, la gente sigue manejando borracha igual que antes y matando a otras personas, todo sigue igual, solo que tenemos mucha menos libertad que antes.

Ah el poder, la mayoría de la gente le tiene miedo o por lo menos lo respeta, pero a la vez lo codician. Sin embargo muy pocos entienden su naturaleza y sus limitaciones.

Nada mejor que leer a Shakespeare para ver al poderoso en aprietos. Cuando escribió sus obras de teatro los reyes eran absolutos -por derecho divino- y con poder de vida o muerte sobre sus súdbitos, sin embargo Enrique IV se quejaba de insomnio "¡Cuántos millares de mis humildes súbditos duermen a esta hora!" con todo su poder y riqueza no podía dormir tan bien como el más humilde vasallo. Ricardo III en su desesperación ofrecía cambiar su reino por un caballo y el rey Macbeth pudo ver aterrorizado como el bosque de Birnam subía hasta su castillo, para filetearselo.

Ni siquera los monarcas absolutos eran omnipòtentes y su vulnerabilidad era mayor, porque dependían de muchos amos y tenían mucho más que perder. Los monarcas más poderosos dependían del apoyo de los nobles sin importar lo que dijeran las leyes o tradiciones y esta dependencia se hacía peligrosa cuando el estado se debilitaba.

El alcohol y el poder tienen un efecto embriagante parecido: muestran a las personas como realmente son. La simpática señora con un poco de poder o unas copas de más se muestra como una vieja arpía repleta de resentimientos y mezquindades. El pacífico y humilde goma, amigo de todos, cuando finalmente adquiere poder se transforma en un déspota, abusador y arrogante.

A propósito de la "Hibris" que menciona el ex amigo de Josefa Errazuriz, consiste en la infatuación, la desmesura, creer que se pueden traspasar todos los límites por la sola voluntad de poder. Según leo en Wikipedia:

En la Antigua Grecia (Hibris) aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado, y más concretamente por Ate (la furia o el orgullo). Como reza el famoso proverbio antiguo, erróneamente atribuido a Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.» En síntesis Hybris o Hibris es un castigo lanzado por los dioses.

Claro que hay unos pocos -los cuento con los dedos de la mano y me sobran dedos- que cuando tienen poder siguen siendo sencillos y serviciales, esos son los que aprecian más hacer amigos que juntar plata, generalmente no llegan a ninguna parte en la piramide social y se mueren arruinados pero queridos por todos, me acuerdo del gran Juanito Guillén Canales, mi vecino. Así me gustaría morirme a mi, igual que Juanito Guillén: pobre como rata pero con un millón de amigos.

A propósito, que interesantes las coincidencias entre las historias de Errazuriz y Bachelet, faltaría un nuevo Plutarco nomás para que escriba las Vidas Paralelas.