Nuevos pecados, populismo, Internet

 

No hace mucho tiempo atrás el Papa Francisco I inventó nuevos pecados capitales como: abandonar a los viejitos en una residencia, pagar salarios en negro y otras tonteras por el estilo. No deja de ser divertido en un mundo donde ya nadie cree en el infierno y ya muy pocos piensan que es serio eso de "todo se paga en esta vida", en vista de la experiencia cotidiana de muchos malos que se la llevan gratis una y otra vez. Los pecados son la herramienta de control que tienen la mayoría de las religiones sobre sus fieles.

Creo que fue Tomás de Aquino el que tomó varias de las cosas más agradables y comunes que hacemos para definirlas como pecados: gula, molicie, lujuria, etc. Así se aseguraba que nadie quedara sin culpa y todos dependieran del curita para salvar su alma. ¿Quien no va a sentir lujuria o pereza? Por dar solo los ejemplos más obvios.

La receta es más o menos así: escoja cosas naturales que todo el mundo hace, mucho mejor si son agradables o convenientes, luego defínalas como pecados mortales y así tendrá una sólida clientela, cargada con complejos de culpa que dependerá de su iglesia para liberarse de sus remordimientos. Esa es la razón por la que en los colegios católicos se hace tanto hincapié en "la cuestión social". Se trata de formar a la gente con sentimientos de culpa, artificialmente inducidos para hacerlos más dependientes. Es la clase de corrupción de la que escribió Nietsche en El Anticristo. De los canutos, islamistas y varias otras religiones mejor ni hablar, son mucho peores.

Resulta que esta poderosa arma de control social ya permeó a la vida civil. Otras organizaciones se dieron cuenta de lo fácil que es manipular a las personas induciéndoles remordimientos y por otra parte complacerlos ofreciéndo "causas" para que ejerzan la indignación moral, de manera que se puedan sentir superiores y más puros que los demás, aunque sean los pobres diablos más mediocres del mundo.

Cada vez que aparece un vegano, animalista, ambientalista, feminista, homosexualista, justiciero social o cualquiera de esos chiflados no vemos otra cosa que a los antiguos pechoños que vivían amarrados a las sotanas de los curas, haciendo penitencias, confesándose en la iglesia, sintiéndose mejores y más puros que los demás. En verdad es exactamente lo mismo, lo único que cambia es quienes lo están manipulando.

Porque para tener poder se necesitan militantes idiotas, dispuestos a pelear en favor de cualquier oligarquía que se encumbra. Así fue como apareció Greenpeace y su camarilla que manipula a su ejército de giles, y tantos otros. El último eslabón de esta cadena de hipocresías lo han formado los políticos.

Son herramientas de manipulación, algunas muy antiguas como el odio hacia los que tienen más o los que les va mejor económicamente, cosa que viene de los tiempos más antiguos, la envidia en que se fundan todos los movimientos igualitaristas. A veces son sutiles y se esconden detrás de una retórica de justicia, parecida a la de los pecados capitales, pero no es otra cosa que la manipulación del gilerío, para empoderar a los pobres diablos y a la vez tenerlos dependientes con sentimientos de culpa.

En Chile hoy estamos viviendo un auge de esas operaciones de prensa, destinadas a manipular a la opinión pública creando artificialmente sentimientos de culpa e indignación moral. No tiene nada de raro porque se trata de un gobierno manejado en sus más altos niveles por sociólogos, cientistas políticos y asistentes sociales. Todas estas son profesiones que giran en torno a la llamada "ingeniería social", la creencia que se puede manipular el comportamiento de la gente mediante engaños inducidos por técnicas similares a las del marketing de los productos comerciales.

Algunas veces funciona, el problema es que los efectos son de muy corto plazo porque el poder de crear opinión se ha descentralizado mucho. Hoy cuesta mucho más que antes crear y sostener artificialmente a una tendencia de opinión pública. Se pueden generar explosiones de indignación y hasta histeria colectiva pero duran muy poco, mucho menos que antes, cuando el que controlaba el papel manejaba la prensa y podía sostener por años grandes tendencias de opinión. pero igual, los políticos jamás dejarán de intentarlo, menos ahora que tienen su reputación por el suelo.

Algunas operaciones de prensa burdas han sido el Caso Spiniak, los "escándalos" de colusión de empresas, las boletas "ideológicamente falsas", el Caso Caval, entre otros. Son todos distractores que se aprovechan de la ignorancia y flojera intelectual de la gente. Gente tonta o poco educada que busca figuras de autoridad que les digan lo que deben pensar y repiten como loros cada palabra que escuchan. Pensar por si mismos les queda grande.

Pero la tecnología introduce un factor nuevo en todo esto, porque ya no existe el monopolio sobre la información que tenían antes los gobiernos y los grupos poderosos. Hoy cualquiera pude diseminar sus ideas y llegar a gran número de personas. Estaba revisando a los estudiantes de mis cursos de pequeña empresa y al día de ayer tenía 17.489 estudiantes de 94 países, ¡tengo más alumnos que la Universidad de Tarapacá con toda su enorme infraestructura y su ejército de papanatas! Bah, solo bromeo.

Mucha gente tiene miedo de que cualquier perejil puede llegar a influir y crear opinión, piensan que eso masificará el populismo. Yo no creo así, el populismo ha existido siempre y siempre tendrá su lugar, pero en el mediano plazo las buenas ideas siempre se imponen, incluso en los ambientes que parece más adversos. Antes que se diseminaran los libros la gente era más bruta y manipulable, creo que con Internet va a pasar algo parecido, cada vez que algún grupo de sinverguenzas trate de manipular la opinión a la mala, de manera burda, aparecerán otros que los desenmascaren.